/ martes 12 de marzo de 2019

A DOBLE ESPACIO

Cien días de gobierno de Andrés Manuel López obrador. Y casi cien días de gobierno de Rutilio Escandón Cadenas, quien ya ha marcado un nuevo estilo para gobernar a los chiapanecos.

En primer lugar, ha borrado el culto a la personalidad y ha declarado que todas las obras se realizan con dinero del pueblo, así que no se debe ensalzar la figura del gobernante. Eso es de celebrarse, sobre todo porque en la política, el ego juega un papel fundamental de poderosos invencibles y con las leyes a su servicio. Con estas declaraciones, Rutilio se definió como un hombre de derecho. E

n segundo término, ha conseguido los recursos necesarios para pagar los sueldos atrasados a los maestros, con lo que han disminuido, aunque no desaparecido, las protestas de este gremio. De todas maneras, cada vez tendrán menos razones ante la sociedad, porque la Reforma Educativa ya no tuvo efecto y queda sin razón de ser una serie de protestas organizadas para derrumbarla.

El balance es de austeridad en lo económico. Recibió un estado hecho añicos en sus finanzas y recortó personal no necesario de nóminas infladas intencionalmente. Se ha conducido con parquedad en todos sus actos; ya no hay el boato ni ese triunfalismo artificial que rodeaba la visita de un mandatario, todo arreglado por sus corifeos para lucimiento de logros inexistentes. Eso se acabó. El oropel brilla por su ausencia.

Los discursos se agradecen por la brevedad, porque se reducen a las palabras necesarias y no tienen la vehemencia grandilocuente de los oradores huecos. Se ve que nada cuesta hablar con serenidad, pero con contundencia. Es un nuevo estilo que no a todos agradará, ciertamente, pero apunta a la recuperación de la confianza en el mandatario.

Ojalá se mantenga así durante todo el sexenio, para que los chiapanecos tengan nuevamente confianza en las autoridades y para que las nuevas generaciones sepan que, aunque lo hayan dudado, no todo es demagogia en la política.

Cien días de gobierno de Andrés Manuel López obrador. Y casi cien días de gobierno de Rutilio Escandón Cadenas, quien ya ha marcado un nuevo estilo para gobernar a los chiapanecos.

En primer lugar, ha borrado el culto a la personalidad y ha declarado que todas las obras se realizan con dinero del pueblo, así que no se debe ensalzar la figura del gobernante. Eso es de celebrarse, sobre todo porque en la política, el ego juega un papel fundamental de poderosos invencibles y con las leyes a su servicio. Con estas declaraciones, Rutilio se definió como un hombre de derecho. E

n segundo término, ha conseguido los recursos necesarios para pagar los sueldos atrasados a los maestros, con lo que han disminuido, aunque no desaparecido, las protestas de este gremio. De todas maneras, cada vez tendrán menos razones ante la sociedad, porque la Reforma Educativa ya no tuvo efecto y queda sin razón de ser una serie de protestas organizadas para derrumbarla.

El balance es de austeridad en lo económico. Recibió un estado hecho añicos en sus finanzas y recortó personal no necesario de nóminas infladas intencionalmente. Se ha conducido con parquedad en todos sus actos; ya no hay el boato ni ese triunfalismo artificial que rodeaba la visita de un mandatario, todo arreglado por sus corifeos para lucimiento de logros inexistentes. Eso se acabó. El oropel brilla por su ausencia.

Los discursos se agradecen por la brevedad, porque se reducen a las palabras necesarias y no tienen la vehemencia grandilocuente de los oradores huecos. Se ve que nada cuesta hablar con serenidad, pero con contundencia. Es un nuevo estilo que no a todos agradará, ciertamente, pero apunta a la recuperación de la confianza en el mandatario.

Ojalá se mantenga así durante todo el sexenio, para que los chiapanecos tengan nuevamente confianza en las autoridades y para que las nuevas generaciones sepan que, aunque lo hayan dudado, no todo es demagogia en la política.

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