/ jueves 24 de febrero de 2022

Carrereando la chuleta | Banderita, banderita, banderita tricolor

Confieso que el título que escribí es lo único que recuerdo de lo que supongo era un tierno poema a nuestra bandera y que probablemente recité en el jardín de niños, lo cual podría ser un dato intrascendente como el que no me sepa cómo termina aquello de “Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido” de Neruda, pero creo que es algo un poco más complejo.

¿Qué tanto sabemos de la bandera? Puede ser que si usted es más o menos de mi generación, es decir de los que nacimos en los setentas, conserve algunos datos como el significado de los colores, aunque luego nos hacemos bolas entre si el blanco es pureza, o la religión (como efectivamente lo fue en algún momento, antes de Juárez), aunque en realidad es la unidad.

Hay un dicho muy cierto que dice que sólo se puede amar lo que se conoce, y los chamacos de hoy desconocen no sólo el significado sino el origen de nuestra bandera, del escudo, parte de lo que somos en lo más profundo. ¿Pero qué significa realmente que el verde sea esperanza? Querido lector yo sí tengo esperanza en que este país progrese, y no necesariamente me refiero a que nos volvamos una gran urbe llena de rascacielos, sino a que cada mexicano que nazca tenga asegurado lo más elemental, que sepa que cuando menos hambre no va a pasar; que nuestras riquezas naturales están protegidas así como todos los que las cuidan; que se respetan los derechos humanos de cada uno de los diferentes grupos que aquí convivimos.

El rojo inmediatamente lo relacionan con sangre, tal vez es el único en donde no nos equivocamos, pero justo veía hace rato la imagen de nuestra bandera, manipulada claro, con una gran porción de rojo y una leyenda acerca de la sangre de los miles de asesinados, inocentes muchos de ellos, que hay en este país, desde periodistas, líderes sociales, protectores del medio ambiente, hasta montones de ciudadanos cuyo único error fue cruzarse en el día y la hora equivocados, niños incluidos.

El blanco es la unidad, ¿y en serio existe eso entre nosotros? Si por algo nos hemos caracterizado, muy tristemente, es por ser como los cangrejos de la cubeta que apenas ven que uno se va a salir todos lo jalan de regreso. Si realmente tuviéramos ese sentido de unidad no nos pasaría lo que nos pasa con los gobernantes y la corrupción que existe y que parece no tener fin porque justo no nos hemos unido para poner un alto definitivo. Sabemos que el compadre tiene un alto cargo y que hace de las suyas pero preferimos ayudarle para que nos toque algo, que denunciar para que eso se termine.

No, no se trata de que le pidamos a los niños que hagan una bonita historia con motivo del 24 de febrero o un poema como el de la banderita tricolor, lo interesante y útil sería que tanto en el kínder hasta las ceremonias cívicas públicas que se hacen ese día, hubiera una verdadera interiorización del significado de todo eso, que los niños y jóvenes fueran capaces de ver qué es lo que está matando a este país, qué no le permite crecer y cómo pueden contribuir, con simples acciones. ¿No será más benéfico para el país que un niño de primaria en lugar de dibujar e iluminar en su cuaderno una banderita mejor se comprometiera, desde esa edad, a estudiar, a ser el mejor, a trabajar por los que más lo necesitan, a no hacer tranzas para así honrar a esa bandera?

Somos patrioteros pero necesitamos ser patriotas. México no necesita que su hermosa bandera (y no lo digo yo, lo dijo el mundo) ondee en todo lo alto de las plazas públicas si esas mismas plazas están infestadas de corrupción, de hambre, de muertos y de injusticias. No necesitamos que todos los niños se salgan a asolear en los honores a la bandera, necesitamos que cada uno de ellos entienda el compromiso que tiene con un país al que todos decimos amar, mientras no haya que trabajar por él, claro.

Comentarios a ronay@diariodelsur.com.mx

Confieso que el título que escribí es lo único que recuerdo de lo que supongo era un tierno poema a nuestra bandera y que probablemente recité en el jardín de niños, lo cual podría ser un dato intrascendente como el que no me sepa cómo termina aquello de “Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido” de Neruda, pero creo que es algo un poco más complejo.

¿Qué tanto sabemos de la bandera? Puede ser que si usted es más o menos de mi generación, es decir de los que nacimos en los setentas, conserve algunos datos como el significado de los colores, aunque luego nos hacemos bolas entre si el blanco es pureza, o la religión (como efectivamente lo fue en algún momento, antes de Juárez), aunque en realidad es la unidad.

Hay un dicho muy cierto que dice que sólo se puede amar lo que se conoce, y los chamacos de hoy desconocen no sólo el significado sino el origen de nuestra bandera, del escudo, parte de lo que somos en lo más profundo. ¿Pero qué significa realmente que el verde sea esperanza? Querido lector yo sí tengo esperanza en que este país progrese, y no necesariamente me refiero a que nos volvamos una gran urbe llena de rascacielos, sino a que cada mexicano que nazca tenga asegurado lo más elemental, que sepa que cuando menos hambre no va a pasar; que nuestras riquezas naturales están protegidas así como todos los que las cuidan; que se respetan los derechos humanos de cada uno de los diferentes grupos que aquí convivimos.

El rojo inmediatamente lo relacionan con sangre, tal vez es el único en donde no nos equivocamos, pero justo veía hace rato la imagen de nuestra bandera, manipulada claro, con una gran porción de rojo y una leyenda acerca de la sangre de los miles de asesinados, inocentes muchos de ellos, que hay en este país, desde periodistas, líderes sociales, protectores del medio ambiente, hasta montones de ciudadanos cuyo único error fue cruzarse en el día y la hora equivocados, niños incluidos.

El blanco es la unidad, ¿y en serio existe eso entre nosotros? Si por algo nos hemos caracterizado, muy tristemente, es por ser como los cangrejos de la cubeta que apenas ven que uno se va a salir todos lo jalan de regreso. Si realmente tuviéramos ese sentido de unidad no nos pasaría lo que nos pasa con los gobernantes y la corrupción que existe y que parece no tener fin porque justo no nos hemos unido para poner un alto definitivo. Sabemos que el compadre tiene un alto cargo y que hace de las suyas pero preferimos ayudarle para que nos toque algo, que denunciar para que eso se termine.

No, no se trata de que le pidamos a los niños que hagan una bonita historia con motivo del 24 de febrero o un poema como el de la banderita tricolor, lo interesante y útil sería que tanto en el kínder hasta las ceremonias cívicas públicas que se hacen ese día, hubiera una verdadera interiorización del significado de todo eso, que los niños y jóvenes fueran capaces de ver qué es lo que está matando a este país, qué no le permite crecer y cómo pueden contribuir, con simples acciones. ¿No será más benéfico para el país que un niño de primaria en lugar de dibujar e iluminar en su cuaderno una banderita mejor se comprometiera, desde esa edad, a estudiar, a ser el mejor, a trabajar por los que más lo necesitan, a no hacer tranzas para así honrar a esa bandera?

Somos patrioteros pero necesitamos ser patriotas. México no necesita que su hermosa bandera (y no lo digo yo, lo dijo el mundo) ondee en todo lo alto de las plazas públicas si esas mismas plazas están infestadas de corrupción, de hambre, de muertos y de injusticias. No necesitamos que todos los niños se salgan a asolear en los honores a la bandera, necesitamos que cada uno de ellos entienda el compromiso que tiene con un país al que todos decimos amar, mientras no haya que trabajar por él, claro.

Comentarios a ronay@diariodelsur.com.mx