/ miércoles 6 de diciembre de 2023

Carrereando la Chuleta | De Asilos y Asilos

De entre esas cosas rápidas que cree ver uno y que la cabeza las interpreta como quiere, hace poco leía un encabezado que decía que las solicitudes de asilo se habían incrementado más de un cinco por ciento respecto del 2021. No sé por qué en lo primero que pensé fue en nuestros viejitos, y mi cabeza hizo toda una historia.

Casi podía ver a los cientos de ancianos que muchas veces están en los asilos sin que nadie pregunte por ellos o mucho menos vaya a verlos, de los otros tantos que están arrumbados como muebles en sus casas, a los que ya nadie los saluda, ni siquiera los buenos días, ni pensar que se pongan a platicar con ellos, con la de cosas que tienen para contar, simplemente con que cuenten su vida encontraríamos un invaluable tesoro acerca de la historia, de cómo eran las cosas, cómo interactuaba la sociedad, cómo eran las viviendas, las calles; en qué trabajaban las personas.

Cierto, no nos van a hablar de los videojuegos de moda ni nos van a enseñar a bailar reggeaton o a perrear (gracias al Colocho), pero en cambio tienen historias que a veces parecen hasta de otros mundos.

Yo tengo la fortuna de poder hacer enojar a mamá Goya, de llevarle lo que le gusta tomar y verla disfrutar como si fuera el mismísimo paraíso. De eso aprende uno también, del gozo de disfrutar las pequeñas cosas, a la familia, a los que quieres. Debe ser muy difícil sentirte viejo, que cada vez puedes hacer menos cosas, comenzar a depender de alguien más hasta para lo más básico, y que además te hagan sentir inútil, una carga, un estorbo. Evidentemente no es mi caso con mi mamá en donde nos molestamos mutuamente y nos hacemos sentir como si tuviéramos nueve años porque nos comportamos como chamaquitos, pero evidentemente regreso a la realidad en donde veo que muchos no tienen fortuna que yo sí, tengo de poderme llevar así con mi mamá o conocer es que quiero porque tengo varias Dias que son igual o peor que mamá Goya.

Comienza la época navideña, un buen momento para que pensemos en nuestros abuelos, para que los escuchemos y les demos un beso, para que recordemos que para allá vamos irremediablemente, y ya si se puede, para que nos demos una vuelta por un asilo y le dediquemos un poco de tiempo a quienes a veces ya no les importa ni qué día es; podría ser el último y qué mejor qur lo recuerden con una sonrisa.

Por cierto, la nota se refería al asilo que piden haitianos, hondureños, cubanos, a nuestro país, y entonces mi cabeza comenzó a hacer otras historias. ¿Por qué están aquí? ¿De que huyen? ¿Qué esperan? ¿O simplemente los utilizan? Ya les contaré. Mucho agradeceré sus comentarios a:

r.gonzález@diariodelsur.com.mx

De entre esas cosas rápidas que cree ver uno y que la cabeza las interpreta como quiere, hace poco leía un encabezado que decía que las solicitudes de asilo se habían incrementado más de un cinco por ciento respecto del 2021. No sé por qué en lo primero que pensé fue en nuestros viejitos, y mi cabeza hizo toda una historia.

Casi podía ver a los cientos de ancianos que muchas veces están en los asilos sin que nadie pregunte por ellos o mucho menos vaya a verlos, de los otros tantos que están arrumbados como muebles en sus casas, a los que ya nadie los saluda, ni siquiera los buenos días, ni pensar que se pongan a platicar con ellos, con la de cosas que tienen para contar, simplemente con que cuenten su vida encontraríamos un invaluable tesoro acerca de la historia, de cómo eran las cosas, cómo interactuaba la sociedad, cómo eran las viviendas, las calles; en qué trabajaban las personas.

Cierto, no nos van a hablar de los videojuegos de moda ni nos van a enseñar a bailar reggeaton o a perrear (gracias al Colocho), pero en cambio tienen historias que a veces parecen hasta de otros mundos.

Yo tengo la fortuna de poder hacer enojar a mamá Goya, de llevarle lo que le gusta tomar y verla disfrutar como si fuera el mismísimo paraíso. De eso aprende uno también, del gozo de disfrutar las pequeñas cosas, a la familia, a los que quieres. Debe ser muy difícil sentirte viejo, que cada vez puedes hacer menos cosas, comenzar a depender de alguien más hasta para lo más básico, y que además te hagan sentir inútil, una carga, un estorbo. Evidentemente no es mi caso con mi mamá en donde nos molestamos mutuamente y nos hacemos sentir como si tuviéramos nueve años porque nos comportamos como chamaquitos, pero evidentemente regreso a la realidad en donde veo que muchos no tienen fortuna que yo sí, tengo de poderme llevar así con mi mamá o conocer es que quiero porque tengo varias Dias que son igual o peor que mamá Goya.

Comienza la época navideña, un buen momento para que pensemos en nuestros abuelos, para que los escuchemos y les demos un beso, para que recordemos que para allá vamos irremediablemente, y ya si se puede, para que nos demos una vuelta por un asilo y le dediquemos un poco de tiempo a quienes a veces ya no les importa ni qué día es; podría ser el último y qué mejor qur lo recuerden con una sonrisa.

Por cierto, la nota se refería al asilo que piden haitianos, hondureños, cubanos, a nuestro país, y entonces mi cabeza comenzó a hacer otras historias. ¿Por qué están aquí? ¿De que huyen? ¿Qué esperan? ¿O simplemente los utilizan? Ya les contaré. Mucho agradeceré sus comentarios a:

r.gonzález@diariodelsur.com.mx