/ viernes 31 de diciembre de 2021

Carrereando la chuleta | Hay que predicar con el ejemplo


El INE, antes IFE –en realidad sólo cambió una letra y seguramente tiraron un montón de papelería a la basura y volvieron a hacer nueva– es el encargado de llevar a cabo las elecciones y todo lo que ello implica, es el que nos da confianza. Para eso principalmente fue creado, bueno en épocas no electorales hace otras cosas claro, pero su razón de ser es esa, ser el organismo en el que confiamos los mexicanos para saber que nuestro voto y voluntad se respetan.

Aunque ya tocando el tema debería echarle más ganitas en aquello de la educación cívica porque ha tenido serios problemas para convencer al ciudadano de que salga votar. Y por supuesto no todo es culpa suya, pero a final de cuentas es una de sus tareas y el abstencionismo sigue siendo uno de los monstruos a vencer, porque además, entre menos votos más cara sale la democracia.

Pero no son sólo ellos, respecto a la certeza de las elecciones también contamos con El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, máxima autoridad jurisdiccional electoral, es decir, tiene la última palabra para resolver conflictos que emergen de cualquier elección en México.

Nada de esto es resultado de la casualidad, es el trabajo de mucha gente que durante años ha dedicado esfuerzo, voluntad y mucho empeño para tener un organismo que hiciera de las elecciones de los mexicanos algo confiable. Ojalá y no lo perdamos nunca.

Pero… sí, ya llegó el pero, es un instituto muy caro, y bien a bien no sé si porque deberían mejorar sus procesos o su forma de gastar. En una elección se llevan verdaderos montones de dinero, y aunque haya muchos candados, no se trata de para qué sino cómo se están utilizando los recursos que piden y se les asignan. Eso sin contar lo que se llevan los partidos políticos, porque a todos, sin excepción, les toca una rebanada muy jugosa del pastel, y honestamente algunos sólo se la comen y desaparecen, jamás volvemos a ver ese dinero que bien podría utilizarse en cosas con más beneficios, pero bueno, esa es otra historia.

Creo que este instituto debería aprender un poco de la asociación civil Que Siga La Democracia, que en fechas recientes –y sin haber gastado un solo peso– se ha dedicado a la promoción del voto, ¿cómo? Utilizando a personas honorables que mueven la voluntad popular, en este caso respecto de la revocación de mandato, y quienes lograron obtener a nivel nacional una cantidad muy respetable de firmas, como lo que debería hacer el INE, con la enorme diferencia de que hicieron todo el proceso sin presupuesto asignado, sin nuestro dinero pues.

Si organizar una consulta y establecer todos los lineamientos de confiabilidad sale tan caro entonces significa que el INE debería tomar clases de austeridad, es hora de que abra la libreta y haga la tarea, para que se den cuenta cómo se puede organizar a la sociedad civil.

Los números ahí están, y seguramente se ha encontrado o conoce a esas personas que han invertido parte de su tiempo para hacer posible esa encuesta que el INE no quiere reconocer, lo cual es además preocupante, como preocupante es la estratosférica suma de dinero que le cuesta al erario organizar una lección por medio del Instituto Nacional Electoral. Ya sería tiempo de que también ahí se aprenda a respetar la voluntad popular, aunque los resultados no les gusten.


El INE, antes IFE –en realidad sólo cambió una letra y seguramente tiraron un montón de papelería a la basura y volvieron a hacer nueva– es el encargado de llevar a cabo las elecciones y todo lo que ello implica, es el que nos da confianza. Para eso principalmente fue creado, bueno en épocas no electorales hace otras cosas claro, pero su razón de ser es esa, ser el organismo en el que confiamos los mexicanos para saber que nuestro voto y voluntad se respetan.

Aunque ya tocando el tema debería echarle más ganitas en aquello de la educación cívica porque ha tenido serios problemas para convencer al ciudadano de que salga votar. Y por supuesto no todo es culpa suya, pero a final de cuentas es una de sus tareas y el abstencionismo sigue siendo uno de los monstruos a vencer, porque además, entre menos votos más cara sale la democracia.

Pero no son sólo ellos, respecto a la certeza de las elecciones también contamos con El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, máxima autoridad jurisdiccional electoral, es decir, tiene la última palabra para resolver conflictos que emergen de cualquier elección en México.

Nada de esto es resultado de la casualidad, es el trabajo de mucha gente que durante años ha dedicado esfuerzo, voluntad y mucho empeño para tener un organismo que hiciera de las elecciones de los mexicanos algo confiable. Ojalá y no lo perdamos nunca.

Pero… sí, ya llegó el pero, es un instituto muy caro, y bien a bien no sé si porque deberían mejorar sus procesos o su forma de gastar. En una elección se llevan verdaderos montones de dinero, y aunque haya muchos candados, no se trata de para qué sino cómo se están utilizando los recursos que piden y se les asignan. Eso sin contar lo que se llevan los partidos políticos, porque a todos, sin excepción, les toca una rebanada muy jugosa del pastel, y honestamente algunos sólo se la comen y desaparecen, jamás volvemos a ver ese dinero que bien podría utilizarse en cosas con más beneficios, pero bueno, esa es otra historia.

Creo que este instituto debería aprender un poco de la asociación civil Que Siga La Democracia, que en fechas recientes –y sin haber gastado un solo peso– se ha dedicado a la promoción del voto, ¿cómo? Utilizando a personas honorables que mueven la voluntad popular, en este caso respecto de la revocación de mandato, y quienes lograron obtener a nivel nacional una cantidad muy respetable de firmas, como lo que debería hacer el INE, con la enorme diferencia de que hicieron todo el proceso sin presupuesto asignado, sin nuestro dinero pues.

Si organizar una consulta y establecer todos los lineamientos de confiabilidad sale tan caro entonces significa que el INE debería tomar clases de austeridad, es hora de que abra la libreta y haga la tarea, para que se den cuenta cómo se puede organizar a la sociedad civil.

Los números ahí están, y seguramente se ha encontrado o conoce a esas personas que han invertido parte de su tiempo para hacer posible esa encuesta que el INE no quiere reconocer, lo cual es además preocupante, como preocupante es la estratosférica suma de dinero que le cuesta al erario organizar una lección por medio del Instituto Nacional Electoral. Ya sería tiempo de que también ahí se aprenda a respetar la voluntad popular, aunque los resultados no les gusten.