/ domingo 9 de enero de 2022

Carrereando la chuleta | ¿Será que tenemos remedio?


Ya se acabó la rosca y con ella los festejos de las fiestas navideñas. Tiempo de volver a la realidad, a dejar de pensar en regalitos, ya sea para uno mismo o para los demás aprovechando el dinerito extra, y sentarnos a hacer cuentas para ver cómo es que vamos a lograr salir adelante, porque como siempre, lo más seguro es que las cosas hayan subido de precio pero no nuestro sueldo.

Enero es un mes complejo, porque en mayor o menor medida tenemos que replantear qué vamos a hacer de distinto durante el año que empieza con tal de que obtener justo resultados distintos, porque estos últimos dos años a todos nos han tundido, ya sea en temas de salud, económicos, o ambos, y hay que remediar las cosas a como dé lugar.

Una señora –muy optimista– me decía que estamos ante un gran cambio en la humanidad, ante la oportunidad de ver que por fin que los seres humanos hacemos el egoísmo a un lado y nos preocupamos por los demás, que eso nos vino a enseñar la pandemia, a que tenemos que usar el cubrebocas por el otro, más que por uno mismo, que tenemos que cuidarnos por nuestro bien pero también por el de todos los que nos rodean.

Con toda el alma quise creerle, pero lo que yo veo en la calle es distinto. Seguimos siendo tan individualistas como antes, primero estamos nosotros y luego los demás, y no hablo sólo de guardar la “sana distancia” para cuidar al otro, no, es en general lo que nos importa el bien común.

Los índices delictivos siguen al alza, no hay forma de que bajen, razones son muchas, pero una de las principales es que a los jóvenes –porque ahora los criminales ni siquiera tienen la mayoría de edad– les importa lo que puedan obtener gracias a una pistola; la vida y problemas de las personas les dan lo mismo, hacen lo que sea por un celular o una cartera, y eso no es hambre, es la mayor prueba de egoísmo. ¿Por qué es tan fácil que acabe tanta gente en el mundo del narco? Justo por la misma razón. Dinero fácil y rápido a costa de la vida de mucha gente.

Nuestras empresas también sufren, la falta de compromiso de los empleados es notoria casi en todos los casos. Es tan común ver a los trabajadores de cualquier comercio enlelados en sus celulares en lugar de poner un poco de atención al cliente, no les importa si hay ventas o no siempre y cuando reciban su sueldo; o del otro lado, también existen un buen número de dueños o patrones a quienes les encanta sobre cargar de trabajo a su personal, quienes terminan haciendo la chamba de dos o tres, con el sueldo de uno (o menos), y bajo la amenaza de que si ellos no pueden, o no quieren, hay montones de personas desempleadas que con gusto aceptarían esas condiciones. ¿Dónde está el ponerse en los zapatos del otro en ambos casos?

Si se trata de organizarse para alguna mejora, para exigir a los gobiernos para que cumplan, o coadyuvar para hacer mejores obras, la canción es prácticamente la misma, como el beneficio no es exclusivo sino colectivo, entonces no hay interés, no hay quien quiera invertir ni su trabajo, ni su tiempo, ni nada.

Así que con todo el dolor de mi corazón no veo por ningún lado esa “enseñanza” que nos trajo la pandemia, o a lo mejor, como todo en la vida, nos está enseñando de la peor forma, y nos vamos a seguir muriendo por montones mientras no aprendamos a ver los unos por los otros.

Agradezco mucho la comunicación que usted pueda tener conmigo a través del teléfono 962-624-0579 o bien por el correo electrónico.


rgonzalez@diariodelsur.com.mx


Ya se acabó la rosca y con ella los festejos de las fiestas navideñas. Tiempo de volver a la realidad, a dejar de pensar en regalitos, ya sea para uno mismo o para los demás aprovechando el dinerito extra, y sentarnos a hacer cuentas para ver cómo es que vamos a lograr salir adelante, porque como siempre, lo más seguro es que las cosas hayan subido de precio pero no nuestro sueldo.

Enero es un mes complejo, porque en mayor o menor medida tenemos que replantear qué vamos a hacer de distinto durante el año que empieza con tal de que obtener justo resultados distintos, porque estos últimos dos años a todos nos han tundido, ya sea en temas de salud, económicos, o ambos, y hay que remediar las cosas a como dé lugar.

Una señora –muy optimista– me decía que estamos ante un gran cambio en la humanidad, ante la oportunidad de ver que por fin que los seres humanos hacemos el egoísmo a un lado y nos preocupamos por los demás, que eso nos vino a enseñar la pandemia, a que tenemos que usar el cubrebocas por el otro, más que por uno mismo, que tenemos que cuidarnos por nuestro bien pero también por el de todos los que nos rodean.

Con toda el alma quise creerle, pero lo que yo veo en la calle es distinto. Seguimos siendo tan individualistas como antes, primero estamos nosotros y luego los demás, y no hablo sólo de guardar la “sana distancia” para cuidar al otro, no, es en general lo que nos importa el bien común.

Los índices delictivos siguen al alza, no hay forma de que bajen, razones son muchas, pero una de las principales es que a los jóvenes –porque ahora los criminales ni siquiera tienen la mayoría de edad– les importa lo que puedan obtener gracias a una pistola; la vida y problemas de las personas les dan lo mismo, hacen lo que sea por un celular o una cartera, y eso no es hambre, es la mayor prueba de egoísmo. ¿Por qué es tan fácil que acabe tanta gente en el mundo del narco? Justo por la misma razón. Dinero fácil y rápido a costa de la vida de mucha gente.

Nuestras empresas también sufren, la falta de compromiso de los empleados es notoria casi en todos los casos. Es tan común ver a los trabajadores de cualquier comercio enlelados en sus celulares en lugar de poner un poco de atención al cliente, no les importa si hay ventas o no siempre y cuando reciban su sueldo; o del otro lado, también existen un buen número de dueños o patrones a quienes les encanta sobre cargar de trabajo a su personal, quienes terminan haciendo la chamba de dos o tres, con el sueldo de uno (o menos), y bajo la amenaza de que si ellos no pueden, o no quieren, hay montones de personas desempleadas que con gusto aceptarían esas condiciones. ¿Dónde está el ponerse en los zapatos del otro en ambos casos?

Si se trata de organizarse para alguna mejora, para exigir a los gobiernos para que cumplan, o coadyuvar para hacer mejores obras, la canción es prácticamente la misma, como el beneficio no es exclusivo sino colectivo, entonces no hay interés, no hay quien quiera invertir ni su trabajo, ni su tiempo, ni nada.

Así que con todo el dolor de mi corazón no veo por ningún lado esa “enseñanza” que nos trajo la pandemia, o a lo mejor, como todo en la vida, nos está enseñando de la peor forma, y nos vamos a seguir muriendo por montones mientras no aprendamos a ver los unos por los otros.

Agradezco mucho la comunicación que usted pueda tener conmigo a través del teléfono 962-624-0579 o bien por el correo electrónico.


rgonzalez@diariodelsur.com.mx