No es mi intención amargarles las fiestas patrias, pero es mi obligación decirles que el grito se adelantó. Y no será uno, me temo que serán muchos; así que más vale que calienten gargantas. Y es que el peliagudo asunto de las reformas que descabezarán al Poder Judicial y que lanzó con toda jiribilla el inquilino de Palacio Nacional a un Congreso bajo el dominio de Morena, trae a la patria de cabeza; aunque más de la mitad de los mexicas ni se hayan enterado.
El asunto es que el incendio por la reforma, que se encamina a un Poder Judicial bajo los dominios de la llamada cuarta transformación, ya agarró fuerza y amenaza con extenderse. Pasado el trámite de los diputados, ahora el campo de batalla (es un decir) llega al Senado y -como siempre hay un roto para un descosido- no quedan muchas dudas de su aprobación. Así, la próxima semana la reforma constitucional quedará planchada, para ir a su siguiente trámite (será un trámite) en los congresos locales. Y tan, tan. López Obrador se irá el 30 con su reforma judicial bajo el brazo. Pero, claro, lo hará no sin antes haber provocado que el águila chille en serio cuando se coticen dólares por encima de 20 pesos o hasta más.
La pregunta crucial es ¿y qué pasará? Simple, doña Claudia tiene la palabra. Así como lo leen. Hasta ahora solo le hemos escuchado repetir al pie de la letra lo que dice López Obrador, y muy (pero muy) escasos pronunciamientos propios. Será después del 1 de octubre cuando veremos sus verdaderas intenciones. Y allí sí, agárrense.
Me he preguntado si doña Claudia tiene claridad sobre lo que está en juego con el futuro de la economía, más allá de la ideología y de las presiones naturales de los mercados financieros. Me cuesta trabajo creer que no lo ha sopesado a tres semanas de convertirse en presidenta de México. Una de las muy pocas palabras propias en público las dirigió a su bancada para que tuvieran cuidado con el procedimiento legislativo. Dos de sus futuras altas funcionarias de gobierno serán las que dictaminen la reforma en comisiones del Senado. Así que, de que se aprueba la reforma se aprueba, pero el diablo puede estar en los detalles que le darán forma y curso futuro y, más aún, cuando se trate de las leyes y procesos de implementación. ¡Eso quisiera creer y más nos vale!
En todo caso, lo anterior no quiere decir que nos libraremos del vendaval financiero. ¡Qué va! Porque no se trata solo de la reforma al Poder Judicial y las que probablemente vengan, sino también de la belicosa elección en Estados Unidos, de lo creíble del presupuesto para 2025 que entregará al Congreso a medianos de noviembre, de los nuevos riesgos en los mercados globales y de los menores márgenes de negociación que se tendrá en la revisión del T-MEC por la reforma judicial y China. Con ese telón de fondo doña Claudia vivirá las primeras semanas y meses de su gobierno.
Ahora que si en doña Claudia la ideología se impone al pragmatismo y el foro de Sao Paulo se convierte en su norte, más nos vale comprar dólares. Porque ya no solo se tratará del riesgo financiero inmediato, sino del futuro de nuestra economía.
Colofón
A pesar de la volatilidad, el tipo de cambio interbancario sigue debajo de 20 pesos por dólar. El presupuesto 2025 es un factor central para muchos inversionistas allá afuera.
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