/ jueves 7 de mayo de 2020

Fuera de Agenda | Relevos en el Ejército


En plena pandemia por el Covid-19, y sin mucha difusión, la Secretaría de la Defensa Nacional hizo una serie de cambios en áreas y comandancias militares que son clave para enfrentar la ola de violencia e inseguridad que se ha desbordado en varias partes del país.

Por su importancia estratégica, el cambio más relevante fue en la subjefatura de Inteligencia del Estado Mayor de la Defensa Nacional, donde el general de brigada Fermín Hernández Montealegre, señalado como el principal responsable del fracaso militar en el llamado “Culiacanazo”, fue separado del cargo y enviado a Aguascalientes, donde el pasado lunes 4 de mayo tomó posesión como nuevo comandante de la 14 zona militar en la entidad.

Durante la operación de octubre pasado, que llevó a la captura y posterior liberación de Ovidio Guzmán López, hijo del Chapo Guzmán, el general Hernández Montealegre (Superior jerárquico del Grupo del Grupo de Análisis de Información, que realizó en conjunto con la Guardia Nacional el operativo), estuvo a cargo del análisis previo y el establecimiento de los objetivos fijados en el despliegue. El resultado de su inexperiencia operativa devino en el mayor fiasco militar que se conozca en tiempos recientes.

Dos factores marcaron su hoja de servicios militares antes de su llegada hace un año y tres meses al frente de la inteligencia militar. Primero, su estancia de cinco meses en 2018 como secretario de Seguridad Pública en Sinaloa. Y, segundo, mientras estaba comisionado ascendió a General de Brigada, algo que resultó irregular en la opinión de varios de sus contemporáneos, ya que se le “premió” sin estar en el servicio activo.

Otro relevo fue en la comandancia de la Novena región militar, que abarca las dos zonas militares en las que está dividido el estado de Guerrero. El general de división Juan Manuel Rico Gámez, quizá uno de los últimos oficiales que mejor conoce la entidad al haber desempeñado diversas tareas durante su carrera, dejó el cargo en manos de su colega Miguel Hurtado Ochoa, quien apenas en noviembre pasado ascendió a General de División.

Hurtado Ochoa inició su carrera militar a finales de los años 70 como oficial del 48 batallón en Cruz Grande, en la Costa Chica de Guerrero. Tiene cursos en el área de Policía Militar de cuya escuela fue director; estuvo también al inicio del sexenio de Enrique Peña Nieto en Culiacán al frente de la Novena zona militar. En septiembre pasado fue designado comandante de la Doceava región militar con sede en Irapuato y jurisdicción en los estados de Guanajuato, Michoacán y Querétaro.

Sin cumplir un año dejó esta región para irse a Guerrero. En su lugar fue nombrado el general de brigada Norberto Cortés Rodríguez, uno de los militares que estuvo en la mira de las autoridades cuando a finales del 2002 estalló el escándalo del “narcobatallón” en Guamúchil, Sinaloa. El entonces coronel estuvo al mando del 65 batallón de infanteria que tiempo después fue desarticulado, la mayoría de sus integrantes fueron acusados de estar al servicio del narco.

Exonerado de aquel episodio, años después estuvo al frente de las zonas militares de Sonora y Jalisco. El pasado 1 de mayo asumió el mando de las tropas desplegadas en Guanajuato y Michoacán, dos de las zonas más explosivas del país.


@velediaz424


En plena pandemia por el Covid-19, y sin mucha difusión, la Secretaría de la Defensa Nacional hizo una serie de cambios en áreas y comandancias militares que son clave para enfrentar la ola de violencia e inseguridad que se ha desbordado en varias partes del país.

Por su importancia estratégica, el cambio más relevante fue en la subjefatura de Inteligencia del Estado Mayor de la Defensa Nacional, donde el general de brigada Fermín Hernández Montealegre, señalado como el principal responsable del fracaso militar en el llamado “Culiacanazo”, fue separado del cargo y enviado a Aguascalientes, donde el pasado lunes 4 de mayo tomó posesión como nuevo comandante de la 14 zona militar en la entidad.

Durante la operación de octubre pasado, que llevó a la captura y posterior liberación de Ovidio Guzmán López, hijo del Chapo Guzmán, el general Hernández Montealegre (Superior jerárquico del Grupo del Grupo de Análisis de Información, que realizó en conjunto con la Guardia Nacional el operativo), estuvo a cargo del análisis previo y el establecimiento de los objetivos fijados en el despliegue. El resultado de su inexperiencia operativa devino en el mayor fiasco militar que se conozca en tiempos recientes.

Dos factores marcaron su hoja de servicios militares antes de su llegada hace un año y tres meses al frente de la inteligencia militar. Primero, su estancia de cinco meses en 2018 como secretario de Seguridad Pública en Sinaloa. Y, segundo, mientras estaba comisionado ascendió a General de Brigada, algo que resultó irregular en la opinión de varios de sus contemporáneos, ya que se le “premió” sin estar en el servicio activo.

Otro relevo fue en la comandancia de la Novena región militar, que abarca las dos zonas militares en las que está dividido el estado de Guerrero. El general de división Juan Manuel Rico Gámez, quizá uno de los últimos oficiales que mejor conoce la entidad al haber desempeñado diversas tareas durante su carrera, dejó el cargo en manos de su colega Miguel Hurtado Ochoa, quien apenas en noviembre pasado ascendió a General de División.

Hurtado Ochoa inició su carrera militar a finales de los años 70 como oficial del 48 batallón en Cruz Grande, en la Costa Chica de Guerrero. Tiene cursos en el área de Policía Militar de cuya escuela fue director; estuvo también al inicio del sexenio de Enrique Peña Nieto en Culiacán al frente de la Novena zona militar. En septiembre pasado fue designado comandante de la Doceava región militar con sede en Irapuato y jurisdicción en los estados de Guanajuato, Michoacán y Querétaro.

Sin cumplir un año dejó esta región para irse a Guerrero. En su lugar fue nombrado el general de brigada Norberto Cortés Rodríguez, uno de los militares que estuvo en la mira de las autoridades cuando a finales del 2002 estalló el escándalo del “narcobatallón” en Guamúchil, Sinaloa. El entonces coronel estuvo al mando del 65 batallón de infanteria que tiempo después fue desarticulado, la mayoría de sus integrantes fueron acusados de estar al servicio del narco.

Exonerado de aquel episodio, años después estuvo al frente de las zonas militares de Sonora y Jalisco. El pasado 1 de mayo asumió el mando de las tropas desplegadas en Guanajuato y Michoacán, dos de las zonas más explosivas del país.


@velediaz424