/ miércoles 29 de junio de 2022

Paradigmas | Apocalipsis del agua Tapachula

El agua es vida. La vida, como la conocemos no sería posible sin agua. En la contribución anterior comenté sobre el escenario nacional que se ha descrito en relación a la disponibilidad de agua, la cual sea reafirmado, no es nada halagüeña, es más, me atrevería a decir que es fuertemente preocupante.

Chiapas es un estado que desde siempre se ha señalado como uno de los estados con agua en abundancia; sin embargo, a pesar de la “abundante” agua que posee, los conflictos entre comunidades por agua, es una realidad desde hace varios años. En el 2012 Paz Salinas, en su documento “Deterioro y resistencias. Conflictos socioambientales en México”, mencionó que de los conflictos socioambientales registrados hasta el 2011 en Chiapas, el 28.6% correspondió a conflicto por agua. En el 2014, se reportaron conflictos por agua en los municipios de Zinacantán y San Cristóbal de las Casas. En años recientes se han reportado problemas de abastecimiento de agua a la población de la capital chiapaneca, desabasto debido tanto a sequía como a la mala infraestructura. Para el presente año, hasta el mes de abril, 38 municipios presentaban sequía moderada de acuerdo al monitor de sequía de la CONAGUA.

¿Y Tapachula? Sin duda alguna nuestro municipio es uno de los que se han señalado con agua “abundante”; no obstante, la información disponible permite afirmar que actualmente la condición de “abundante” en agua no es del todo correcto, veamos la información al respecto. Primeramente, hay que tener en cuenta que la fuente base de agua en todo el planeta son las lluvias, por lo que cualquier alteración en el patrón de precipitación repercute indudablemente en el nivel de los ríos y del manto freático; además, es importante mencionar que la cantidad de agua en el planeta no ha variado significativamente en los últimos dos mil millones de años.

En el Centro de Investigaciones con Visión para Mesoamérica (CIM), de la Universidad Autónoma de Chiapas, se realiza un análisis detallado, con base a datos del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), de la precipitación, de lo cual se ha podido documentar un descenso sutil pero constante de la precipitación de 1952 al 2020, de acuerdo a los registros de la estación meteorológica 7200 del SMN. Así, en 1970 (registros con mayor confiabilidad) la precipitación promedio anual fue de 7.8 mm, es decir que diariamente llovió 7.8 litros de agua por metro cuadrado, mientras que para el 2020 la precipitación promedio fue de 6.2 mm, es decir 6.2 litros de lluvia por metro cuadrado, lo anterior significa que para el 2020 se tuvo en promedio anual 1.6 mm menos de lluvia, lo que es igual a un promedio anual de 1.6 litros de lluvia por metro cuadrado menos de agua, lo anterior significó 584 litros de agua, por metro cuadrado, menos al año. Cabe destacar, de acuerdo al monitor de sequía, que el municipio ha presentado en diversas ocasiones, niveles de sequía de anormalmente seco a sequía extrema.

Un reflejo directo de la disminución de lluvias se da en los caudales de los ríos. En el caso de la ciudad de Tapachula el río Coatán es de suma valía por ser la principal fuente de agua superficial para la ciudad, y de acuerdo a datos tomados del Banco Nacional de Datos de Aguas Superficiales (BANDAS) de la CONAGUA, existe una clara tendencia a la baja de su caudal; así como también lo es la reducción de agua disponible del manto freático, que en el 2014 contaba con una disponibilidad de agua 108,361,204 m3 anuales y en el 2019 la disponibilidad fue de sólo 48,051,240 m3 anuales, es decir una reducción de 55.7% de agua disponible.

Sin temor a equivocarme, es cierto afirmar que la situación es preocupante, y que de no tomar medidas inmediatas podemos estar enfrentando en el mediano plazo, una crisis similar a la que están enfrentando en algunos estados del norte del país, ya que además la disponibilidad de agua se ve aún más reducida por la contaminación, la salinización y por el crecimiento de la población, tanto local como de inmigrantes .La nueva pregunta es ¿Qué podemos hacer?, y si me lo permiten, de eso comentaré en mi próxima colaboración

El agua es vida. La vida, como la conocemos no sería posible sin agua. En la contribución anterior comenté sobre el escenario nacional que se ha descrito en relación a la disponibilidad de agua, la cual sea reafirmado, no es nada halagüeña, es más, me atrevería a decir que es fuertemente preocupante.

Chiapas es un estado que desde siempre se ha señalado como uno de los estados con agua en abundancia; sin embargo, a pesar de la “abundante” agua que posee, los conflictos entre comunidades por agua, es una realidad desde hace varios años. En el 2012 Paz Salinas, en su documento “Deterioro y resistencias. Conflictos socioambientales en México”, mencionó que de los conflictos socioambientales registrados hasta el 2011 en Chiapas, el 28.6% correspondió a conflicto por agua. En el 2014, se reportaron conflictos por agua en los municipios de Zinacantán y San Cristóbal de las Casas. En años recientes se han reportado problemas de abastecimiento de agua a la población de la capital chiapaneca, desabasto debido tanto a sequía como a la mala infraestructura. Para el presente año, hasta el mes de abril, 38 municipios presentaban sequía moderada de acuerdo al monitor de sequía de la CONAGUA.

¿Y Tapachula? Sin duda alguna nuestro municipio es uno de los que se han señalado con agua “abundante”; no obstante, la información disponible permite afirmar que actualmente la condición de “abundante” en agua no es del todo correcto, veamos la información al respecto. Primeramente, hay que tener en cuenta que la fuente base de agua en todo el planeta son las lluvias, por lo que cualquier alteración en el patrón de precipitación repercute indudablemente en el nivel de los ríos y del manto freático; además, es importante mencionar que la cantidad de agua en el planeta no ha variado significativamente en los últimos dos mil millones de años.

En el Centro de Investigaciones con Visión para Mesoamérica (CIM), de la Universidad Autónoma de Chiapas, se realiza un análisis detallado, con base a datos del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), de la precipitación, de lo cual se ha podido documentar un descenso sutil pero constante de la precipitación de 1952 al 2020, de acuerdo a los registros de la estación meteorológica 7200 del SMN. Así, en 1970 (registros con mayor confiabilidad) la precipitación promedio anual fue de 7.8 mm, es decir que diariamente llovió 7.8 litros de agua por metro cuadrado, mientras que para el 2020 la precipitación promedio fue de 6.2 mm, es decir 6.2 litros de lluvia por metro cuadrado, lo anterior significa que para el 2020 se tuvo en promedio anual 1.6 mm menos de lluvia, lo que es igual a un promedio anual de 1.6 litros de lluvia por metro cuadrado menos de agua, lo anterior significó 584 litros de agua, por metro cuadrado, menos al año. Cabe destacar, de acuerdo al monitor de sequía, que el municipio ha presentado en diversas ocasiones, niveles de sequía de anormalmente seco a sequía extrema.

Un reflejo directo de la disminución de lluvias se da en los caudales de los ríos. En el caso de la ciudad de Tapachula el río Coatán es de suma valía por ser la principal fuente de agua superficial para la ciudad, y de acuerdo a datos tomados del Banco Nacional de Datos de Aguas Superficiales (BANDAS) de la CONAGUA, existe una clara tendencia a la baja de su caudal; así como también lo es la reducción de agua disponible del manto freático, que en el 2014 contaba con una disponibilidad de agua 108,361,204 m3 anuales y en el 2019 la disponibilidad fue de sólo 48,051,240 m3 anuales, es decir una reducción de 55.7% de agua disponible.

Sin temor a equivocarme, es cierto afirmar que la situación es preocupante, y que de no tomar medidas inmediatas podemos estar enfrentando en el mediano plazo, una crisis similar a la que están enfrentando en algunos estados del norte del país, ya que además la disponibilidad de agua se ve aún más reducida por la contaminación, la salinización y por el crecimiento de la población, tanto local como de inmigrantes .La nueva pregunta es ¿Qué podemos hacer?, y si me lo permiten, de eso comentaré en mi próxima colaboración