Este lunes, mientras escribíamos para la versión impresa de El Heraldo de Chiapas, el desalojo de un grupo de pobladores del municipio de Ixtapa estaba en proceso.
Los campiranos, duros como suelen ser, recibieron con disparos de arma de fuego a los policías estatales que acudieron desarmados a realizar su trabajo: un desalojo que ya estaba cantado, desde la mañana.
Qué decir al respecto. Por un lado, el gobierno estatal no puede permitir que un grupo, aunque tenga la razón, tome vías de comunicación tan importantes para la vida de Chiapas, como lo es la autopista San Cristóbal de Las Casas-Tuxtla Gutiérrez y la carretera libre, a la altura del punto conocido como El Escopetazo.
Por el otro, los pobladores tienen reclamos legítimos contra el ayuntamiento de Ixtapa, donde un muchacho, Roberto Jordán Aguilar Pavón, representa la continuidad de un cacicazgo que su papá Roberto Aquiles Aguilar Hernández, viene sosteniendo desde hace sexenios, mutando con el color del partido en el gobierno.
NOCIVA HERENCIA VERDE
Los pobladores reclaman que quien está llenándose los bolsillos, como ha ocurrido en otras ocasiones, es la familia de Roberto Aquiles Aguilar Hernández, cuyo sólo vínculo con el exgobernador, Manuel Velasco Coello, debería borrarle del mapa político; sin embargo, ahí sigue, provocando estos hechos que ensucian la vida pública del estado, donde se está intentando poner orden.
Los inconformes, y con justa razón, aunque la mayoría de la población no comparte las formas, denuncian que Roberto Aquiles, desde sexenios atrás ha venido comprando cada elección y poniendo al presidente municipal que se le antoja. En esta ocasión no tuvo ni un poco de vergüenza y de plano puso a su propio hijo.
La otra posición que apuntala este cacicazgo en la zona es la diputada, Adriana Aguilar Pavón, quien presuntamente es “ahijada” del exgobernador verdecologista, cuyas huestes se resisten a dejar de chupar la teta del gobierno.
Así que, si en Ixtapa se aplicara la ley, empezando por aterrizar los programas al pie de la letra, que también se “apriete” al presidente municipal, Roberto Jordán Aguilar Pavón; a su padre, Roberto Aquiles Aguilar Hernández y también a la diputada, Adriana Aguilar, pues de lo contrario el avispero seguirá volando.
Si el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, insiste en que la corrupción hay que barrerla, como las escaleras, de arriba hacia abajo, que así se haga en los municipios, donde unos cuantos, los de siempre, hacen negocio y provocan el desorden. Que se vea quién mece la cuna…
LA EXPERIENCIA NO VIENE EN GARRAFÓN
El lunes, Bersaín Salas, en su columna, “En Corto”, hacía un recuento de la trayectoria del diputado, Emilio Salazar Farías, quien además de ser un político de renombre es un exitoso empresario.
Recordó, por ejemplo, el paso de Salazar Farías por el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, en los tiempos de Roberto Albores Guillén.
Fue también Director de Adquisiciones del Gobierno del estado de Chiapas en el sexenio de Patrocinio González Garrido.
Lo más importante, y eso ya lo decimos nosotros, es que el ahora diputado local, a pesar de los círculos políticos en los que se ha movido, sigue siendo un ejemplo de sencillez y humildad.
Otra cosa que sabe hacer, y eso ya no es tan común entre la clase política de estos tiempos, es dar la cara y afrontar las situaciones que se van presentando en el día a día.
Por algo dicen que la experiencia no viene en garrafón, y ese es uno de los valores más preciados del tuxtleco, futbolero en sus tiempos mozos y exalumno de la Secundaria del Estado de la capital chiapaneca.
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DESTACADO
Si el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, insiste en que la corrupción hay que barrerla, como las escaleras, de arriba hacia abajo, que así se haga en los municipios, donde unos cuantos, los de siempre, hacen negocio y provocan el desorden
