No es casualidad que la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) haya lanzado una carta pública, en la que advierte al gobierno federal de la crisis humanitaria que se está viviendo en la Frontera Sur, particularmente en Tapachula, Chiapas.
Hemos sido rebasados, indica el escrito que fue firmado por el presidente de la CEM, Rogelio Cabrera López, quien conoce bien la realidad que se vive en esta empobrecida entidad, porque estuvo en Tuxtla Gutiérrez como obispo.
“…ante el flujo de las caravanas de migrantes, algunos han asumido actitudes de rechazo, indiferencia, xenofobia, discriminación y racismo”, alerta el también Arzobispo de Monterrey, respaldando lo que ya había dicho el obispo de Tapachula, Jaime Calderón Calderón.
“… nuestra ocupación … se ha transformado en preocupación”, prosigue la carta en la que se confirma que la relación entre la Iglesia Católica y el gobierno federal, a pesar de que no está fracturada, tampoco es la de los tiempos de Vicente Fox, el “besa anillo papal.”
“El inmenso número de migrantes continentales y extracontinentales ha rebasado la ayuda de la Iglesia y la acción del Gobierno”, indica la CEM, en lo que tendría que ser un buen manotazo para la Secretaría de Gobernación, particularmente para el Instituto Nacional de Migración, cuyos directivos han mostrado desconocimiento o falta de tacto para manejar estos flujos.
La crítica del clero se centra también en lo que ha acontecido en la Estación Migratoria Siglo XXI de Tapachula, donde apenas la noche del martes hubo otra fuga de migrantes cubanos, quienes prefieren ser prófugos en el territorio mexicano que volver a la Isla del extinto Fidel Castro.
El fenómeno “ha escalado la crisis humanitaria” y si el llamado de la Iglesia Católica no es atendido, el ruido que cause este fenómeno podría ser todavía mayor.
La Iglesia Católica, aunque suele ser solidaria y le gusta la fiesta, también sabe poner dura “la canilla” y alzar la voz. Algo no le cuadra de la labor del gobierno morenista, particularmente en el asunto de la oleada migratoria.
TOMATOTES CAROS
Después de 23 años de batallar, el gobierno de Estados Unidos aplicó aranceles a las exportaciones de tomate que provienen de México, lo que podría derivar en pérdidas –dicen los que saben- de unos 350 millones de dólares anuales.
Puede ser que el gobierno de Donald Trump anda muy desatado por los tiempos de campaña, pero también puede ser que las secretarías de Economía, de Agricultura y Relaciones Exteriores se durmieron en sus laureles.
Los afectados serían unos 400 mil productores mexicanos, quienes tienen en la Unión Americana su principal mercado.
Lo único bueno podría ser que en nuestro país, en teoría, bajaría el precio de este producto. Ni modo, a comer más “pico de gallo” se ha dicho.
COMO “JAGUAR” EN EL AGUA
El que, insistimos, sigue como pez en el agua en la Cámara de Senadores, es el chiapaneco Eduardo Ramírez Aguilar, quien ha estado metido en temas relevantes como la Guardia Nacional, la Reforma Educativa y recientemente haciendo gestiones para los municipios petroleros del Norte de Chiapas.
El comiteco es uno de esos personajes que desayunan, comen y cenan política, aunque ahora está jugando en otras ligas y muy cerca del “colmilludo” de Ricardo Monreal, de los más fuertes en Movimiento Regeneración Nacional.
Algo le ha de aprender ERA al exgobernador zacatecano, quien en estos días anda muy ocupado por concretar la “reforma de la Reforma Educativa” antes del 15 de mayo.
Ahora sí debe salir limpia y bien planchadita esta legislación que dará paso a la renovación de la dirigencia en el Sindicato Nacional de los trabajadores de la Educación y a terminar con todo lo que huela a Peña Nieto.
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El gobierno de Estados Unidos aplicó aranceles a las exportaciones de tomate que provienen de México, lo que podría derivar en pérdidas –dicen los que saben- de unos 350 millones de dólares anuales
