/ jueves 26 de mayo de 2022

#LoMásVisto2022 | #SOY Ugly Fashion: Adiós al “buen gusto”

Tenis sucios y desgastados, zapatos sin calcetín, prendas exageradamente grandes y faldas con playera son parte de esta tendencia que confirman expertos y marcas como Balenciaga y GUCCI

Para muchos, la idea del buen gusto ya es obsoleta. Si seguimos con la idea de que el cinturón tiene que combinar con el color del zapato; de que la camisa o blusa debe ir a tono con la falda o el pantalón, o de que la corbata tiene que ir a juego con el saco, podremos decir que estamos totalmente out.

La filosofía del vestir basada en el buen gusto ha quedado, para tranquilidad de muchos, en el pasado. Ese término tan subjetivo desaparece cuando en la escena de la moda actual descubrimos que las rayas con cuadros, los zapatos sucios y desgastados, los estampados sobre estampados y la idea donde nada combina se imponen para que podamos ser merecedores de la descripción más valiosa para las nuevas generaciones: Verse cool.

“En general, todos los cambios en la moda son un claro reflejo de la evolución social que hay a lo largo de los años. La sociedad cada vez arriesga más, y pide arriesgar más, y eso también es la clave para que el mundo de la moda nos proponga nuevas y diferentes formas de expresarnos. Con el tiempo también podemos ver la respuesta que tienen diferentes modas y cuáles se aceptan mejor”, dice Marta Pia, asesora de Moda y Docente en la Escuela Superior de Barcelona ESDESIGN.

Pero romper con los preceptos establecidos no es una costumbre actual. Recordemos que desde los años cuarentas y cincuentas del siglo pasado las mujeres comenzaron a cambiar los guantes de seda y las crinolinas por las chamarras de cuero y los jeans con la cintura a la altura del estómago (de ahí surgieron los mom jeans), porque era la forma de ir en contra del rigor familiar y de las restricciones de los papás.

Los sesentas y setentas marcaron la pauta de lo estridente, siendo la liberación y la frase “amor y paz” los símbolos recurrentes de una psicodelia que nadie pensaría que se retomaría como parte del estilo de finales de los noventas.

Ahí fueron el color, la geometría y lo llamativo los elementos que dignificaron la confección de la que diseñadores como Paco Rabanne, Yves Saint Laurent y Pierre Cardin hicieron alarde.

Y cómo olvidar el neón de los ochentas, junto con las grandes hombreras, los pantalones con la bastilla doblada, las corbatas delgadas de piel y las pinzas en los pantalones de vestir, amadas por unos y odiadas por otros, además de los copetes ondeados repletos de Aquanet, muy al estilo Madonna o Cyndi Lauper.

“Los ochentas y noventas fueron décadas con tendencias muy contrastadas. En los años ochentas invadía las calles una moda muy extrovertida, dejando ver conjuntos muy atrevidos y colores vibrantes. La sociedad se empezó a expresar de una manera divertida, alegre y jovial a través de una moda juvenil como nunca se había visto”, recuerda Marta Pia.

“El inicio de los 90 fue del minimalismo, el ‘menos es más’. La sobriedad, simplicidad y también la elegancia. Una corriente mucho más tranquila y calmada que en la década previa, pero que sin duda también marcaría un estilo que hoy en día continúa funcionando… En definitiva, estas décadas marcaron dos corrientes artísticas que hoy seguimos disfrutando”, describe Pia.

Pero lo divertido que puede ser recordar estas épocas de fresas radicales con sombrero de Soda Stereo o pantalones enormes al estilo de Diego Shoening, no supera a lo que actualmente salta a la vista en el diseño donde las formas no existen, las siluetas a la medida se pierden y en donde la estética ya no es un elemento esencial, dando como resultado al ya conocido ugly fashion.

¿Los diseñadores se volvieron locos?

Tenis viejos, sucios y desgastados o de tamaño exageradamente grande; zapatos sin calcetín, prendas del doble de nuestra talla, playeras con falda… Todo eso es estar en tendencia, como lo demostró el georgiano Demma Gvasalia, director creativo de la firma española Balenciaga, quien probablemente ha hecho que el gran estilista Cristóbal Balenciaga se esté “revolcando en su tumba.

Gvasalia rompió los límites de la cordura en lo que algunos llaman el ready to wear (listo para ponerse) con un diseño de tenis que lleva por nombre Paris Sneakers. Se trata de un modelo completamente desgastado y sucio que parece haber sido usado por algún maratonista desde hace muchos años y dejado olvidado en el armario.

“Es un diseño clásico renovado; interpreta el atletismo de mediados de siglo y la ropa casual atemporal”, se lee en una descripción en el sitio web de la marca.

“Es una campaña que muestra los zapatos extremadamente desgastados, marcados y sucios. Retratos de naturaleza muerta, del fotógrafo Leopold Duchemin, sugieren que las zapatillas Paris estén destinadas a usarse durante toda la vida. Una edición limitada de 100 pares de estas zapatillas extra destruidas está disponible en balenciaga.com en blanco o negro hasta agotar existencias”.

El precio de estos tenis rebasa los 13 mil pesos mexicanos y no sólo es lo más controvertido que la marca ha creado en los últimos años; también le ha puesto tacones a los crocs, integró calcetines a los stilettos y ha creado calzado deportivo tosco, grande y poco agradable a la vista.

Pero no ha sido la única marca. Gucci ha hecho lo mismo con sus Gucci Sneakers, y con toda una serie de colecciones llenas de estampados estridentes en los que también aparece su monograma.

También Golden Goose ha lanzado unos tenis desgastados con su famosa estrella impresa.

Detrás de esto hay una historia que tiene que ver con la alta costura desarrollada por sus grandes representantes.

“Las primeras marcas que empezaron a hablar de propuestas rompedoras fueron Prada y Alexander McQueen. Creo que siempre hay que sorprender al público, aunque el producto a veces no funcione. La creatividad, la innovación y el impacto siempre tienen que estar presentes dentro del sector.

“La moda es una disciplina artística que cada persona debe tener la libertad de disfrutar con la propuesta que más le apetezca y los diseñadores nos ayudan precisamente a esto”, afirma la experta.

¿Y el “buen gusto”?

Para Pia, “el buen gusto es algo innato que nace en las personas. Es el arte de saber combinar las piezas y los complementos que una persona utiliza. Para potenciar la sofisticación en el vestir, siempre ayudará saber y conocer lo que nos gusta y nos queda bien, es decir: desarrollar bien nuestro estilo personal y saber qué propuestas de la moda se adaptan mejor”.

Dice que la pandemia vino a hacer lo suyo en cuestión de inspiración donde el oversize y las prendas más cómodas son el resultado del confinamiento.

“La pandemia fue una sacudida social que obligó al mundo a adoptar nuevas rutinas y la moda se adaptó a aquellas necesidades. Surgieron prendas más confortables y cómodas. Sin duda, algo que aceptamos y que ha marcado otra línea dentro del mundo de la industria. La tendencia oversize es un concepto que lleva mucho tiempo presente. Tras el confinamiento su versatilidad nos ha enseñado que encaja muy bien con lo cómodo y confortable”.

La asesora de moda cree que cada generación de diseñadores aporta una visión distinta y propuestas altamente interesantes y que el futuro de esta industria se basará en tres aspectos: innovación, evolución y cambio.



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Para muchos, la idea del buen gusto ya es obsoleta. Si seguimos con la idea de que el cinturón tiene que combinar con el color del zapato; de que la camisa o blusa debe ir a tono con la falda o el pantalón, o de que la corbata tiene que ir a juego con el saco, podremos decir que estamos totalmente out.

La filosofía del vestir basada en el buen gusto ha quedado, para tranquilidad de muchos, en el pasado. Ese término tan subjetivo desaparece cuando en la escena de la moda actual descubrimos que las rayas con cuadros, los zapatos sucios y desgastados, los estampados sobre estampados y la idea donde nada combina se imponen para que podamos ser merecedores de la descripción más valiosa para las nuevas generaciones: Verse cool.

“En general, todos los cambios en la moda son un claro reflejo de la evolución social que hay a lo largo de los años. La sociedad cada vez arriesga más, y pide arriesgar más, y eso también es la clave para que el mundo de la moda nos proponga nuevas y diferentes formas de expresarnos. Con el tiempo también podemos ver la respuesta que tienen diferentes modas y cuáles se aceptan mejor”, dice Marta Pia, asesora de Moda y Docente en la Escuela Superior de Barcelona ESDESIGN.

Pero romper con los preceptos establecidos no es una costumbre actual. Recordemos que desde los años cuarentas y cincuentas del siglo pasado las mujeres comenzaron a cambiar los guantes de seda y las crinolinas por las chamarras de cuero y los jeans con la cintura a la altura del estómago (de ahí surgieron los mom jeans), porque era la forma de ir en contra del rigor familiar y de las restricciones de los papás.

Los sesentas y setentas marcaron la pauta de lo estridente, siendo la liberación y la frase “amor y paz” los símbolos recurrentes de una psicodelia que nadie pensaría que se retomaría como parte del estilo de finales de los noventas.

Ahí fueron el color, la geometría y lo llamativo los elementos que dignificaron la confección de la que diseñadores como Paco Rabanne, Yves Saint Laurent y Pierre Cardin hicieron alarde.

Y cómo olvidar el neón de los ochentas, junto con las grandes hombreras, los pantalones con la bastilla doblada, las corbatas delgadas de piel y las pinzas en los pantalones de vestir, amadas por unos y odiadas por otros, además de los copetes ondeados repletos de Aquanet, muy al estilo Madonna o Cyndi Lauper.

“Los ochentas y noventas fueron décadas con tendencias muy contrastadas. En los años ochentas invadía las calles una moda muy extrovertida, dejando ver conjuntos muy atrevidos y colores vibrantes. La sociedad se empezó a expresar de una manera divertida, alegre y jovial a través de una moda juvenil como nunca se había visto”, recuerda Marta Pia.

“El inicio de los 90 fue del minimalismo, el ‘menos es más’. La sobriedad, simplicidad y también la elegancia. Una corriente mucho más tranquila y calmada que en la década previa, pero que sin duda también marcaría un estilo que hoy en día continúa funcionando… En definitiva, estas décadas marcaron dos corrientes artísticas que hoy seguimos disfrutando”, describe Pia.

Pero lo divertido que puede ser recordar estas épocas de fresas radicales con sombrero de Soda Stereo o pantalones enormes al estilo de Diego Shoening, no supera a lo que actualmente salta a la vista en el diseño donde las formas no existen, las siluetas a la medida se pierden y en donde la estética ya no es un elemento esencial, dando como resultado al ya conocido ugly fashion.

¿Los diseñadores se volvieron locos?

Tenis viejos, sucios y desgastados o de tamaño exageradamente grande; zapatos sin calcetín, prendas del doble de nuestra talla, playeras con falda… Todo eso es estar en tendencia, como lo demostró el georgiano Demma Gvasalia, director creativo de la firma española Balenciaga, quien probablemente ha hecho que el gran estilista Cristóbal Balenciaga se esté “revolcando en su tumba.

Gvasalia rompió los límites de la cordura en lo que algunos llaman el ready to wear (listo para ponerse) con un diseño de tenis que lleva por nombre Paris Sneakers. Se trata de un modelo completamente desgastado y sucio que parece haber sido usado por algún maratonista desde hace muchos años y dejado olvidado en el armario.

“Es un diseño clásico renovado; interpreta el atletismo de mediados de siglo y la ropa casual atemporal”, se lee en una descripción en el sitio web de la marca.

“Es una campaña que muestra los zapatos extremadamente desgastados, marcados y sucios. Retratos de naturaleza muerta, del fotógrafo Leopold Duchemin, sugieren que las zapatillas Paris estén destinadas a usarse durante toda la vida. Una edición limitada de 100 pares de estas zapatillas extra destruidas está disponible en balenciaga.com en blanco o negro hasta agotar existencias”.

El precio de estos tenis rebasa los 13 mil pesos mexicanos y no sólo es lo más controvertido que la marca ha creado en los últimos años; también le ha puesto tacones a los crocs, integró calcetines a los stilettos y ha creado calzado deportivo tosco, grande y poco agradable a la vista.

Pero no ha sido la única marca. Gucci ha hecho lo mismo con sus Gucci Sneakers, y con toda una serie de colecciones llenas de estampados estridentes en los que también aparece su monograma.

También Golden Goose ha lanzado unos tenis desgastados con su famosa estrella impresa.

Detrás de esto hay una historia que tiene que ver con la alta costura desarrollada por sus grandes representantes.

“Las primeras marcas que empezaron a hablar de propuestas rompedoras fueron Prada y Alexander McQueen. Creo que siempre hay que sorprender al público, aunque el producto a veces no funcione. La creatividad, la innovación y el impacto siempre tienen que estar presentes dentro del sector.

“La moda es una disciplina artística que cada persona debe tener la libertad de disfrutar con la propuesta que más le apetezca y los diseñadores nos ayudan precisamente a esto”, afirma la experta.

¿Y el “buen gusto”?

Para Pia, “el buen gusto es algo innato que nace en las personas. Es el arte de saber combinar las piezas y los complementos que una persona utiliza. Para potenciar la sofisticación en el vestir, siempre ayudará saber y conocer lo que nos gusta y nos queda bien, es decir: desarrollar bien nuestro estilo personal y saber qué propuestas de la moda se adaptan mejor”.

Dice que la pandemia vino a hacer lo suyo en cuestión de inspiración donde el oversize y las prendas más cómodas son el resultado del confinamiento.

“La pandemia fue una sacudida social que obligó al mundo a adoptar nuevas rutinas y la moda se adaptó a aquellas necesidades. Surgieron prendas más confortables y cómodas. Sin duda, algo que aceptamos y que ha marcado otra línea dentro del mundo de la industria. La tendencia oversize es un concepto que lleva mucho tiempo presente. Tras el confinamiento su versatilidad nos ha enseñado que encaja muy bien con lo cómodo y confortable”.

La asesora de moda cree que cada generación de diseñadores aporta una visión distinta y propuestas altamente interesantes y que el futuro de esta industria se basará en tres aspectos: innovación, evolución y cambio.



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