En mi columna anterior cometí un craso error de comprensión histórica. Escribí: “En el primer encuentro con don Austreberto hablábamos de Cintalapa y de sus hombres, obvio de su familia, de los Serrano, de los Burguete, de los Toledo, de la vida de la hacienda Santiago y de la muerte de su propietario conservador, don Esteban Figueroa casado con doña Cecilia, hija del gobernador José Gabriel Esquinca, en manos de mercenarios del entonces gobernador, Joaquín Miguel Gutiérrez, por disputas políticas-militares.”
Lo que logré investigar y tengo documentado es que don Estaban Figueroa, hijo de Cristóbal Figueroa y de María Selvas, fue el esposo de doña Cecilia Esquinca, hija del que fuera gobernador (1863-1864), José Gabriel Esquica, a su vez éste era hijo de José María Esquina, agrimensor, casado con María de los Santos Laguna, hermano de José María, y Juan Bautista Esquinca Santos. Lo verídico es que Esteban Figueroa fue el que eliminó a Joaquín Miguel Gutiérrez.
El cruce de estas dos familias fue necesario y decisivo para pacificar la región. El matrimonio de Esteban Figueroa Selvas y Cecilia Esquinca Calvo tiene un origen de tipo político en tanto que las disputas entre conservadores y liberales eran fuertes, difíciles. Don Estaban era de pura cepa conservadora. Era un hacendado, cuya propiedad sufrió varios embates por asuntos limítrofes a lo largo del siglo XIX. Era de los hombres más ricos del Estado (extensa tierra, caballos, ganado y siembras varias) y por distintas razones se vio involucrado en la vida política de Chiapas. Joaquín Miguel Gutiérrez fue un político liberal, pertenecía a la Logia masónica de Rito Yorquino. Organizó en Tuxtla su grupo y se enfrentó, desde su semanario La Campana chiapaneca, el primero fundado en Chiapas, con el director El Para-rrayo, el fraile dominico Matías de Córdoba y Ordoñez, poeta y pensador religioso ilustrado. Sostuvo variables posturas políticas, federalista, centralista. En fin.
En 1830 es electo gobernador Joaquín Miguel Gutiérrez. En 1932 renuncia. Asume el poder de nuevo: es electo en 1833 y el 9 de febrero de 1834 traslada los poderes a Ciudad Real (hoy San Cristóbal de las Casas). Sólo gobierna de 1833 a 1835. Es expulsado y se sostiene en “pie de lucha” formando una guerrilla. Es un proceso complejo, que no es el caso detallar en este texto.
Pero debo aclarar lo siguiente. Joaquín Miguel Gutiérrez fue asesinado, gracias a una provocación premeditada, cuando se encontraba en el templo de San Marcos. El asunto tiene sus antecedentes concretos que paso a contar.
En una de las varias entrevistas que sostuve con Esteban Figueroa, hijo del hijo, de nombre igual al padre, don Esteban, padre de Rodulfo Figueroa Esquinca, en un momento dado mientras me enseñaba documentos que guarda en una vitrina hermética, me dijo: Sabe usted quien mató a Joaquín Miguel Gutiérrez? Le respondí: no señor. Y inmediatamente aseveró: mi bisabuelo, el papá de Rodulfo. Me quedé sorprendido. Para confirmar el hecho, me invitó a visitar a una tía suya, ya anciana, al medio día siguiente. Nos fuimos en su camioneta. Tocó la puerta de la casa humilde y apareció la tía en persona, con bastón en mano. Tía hace años que no la veo. Me presentó: el señor Cuéllar está investigando la vida y la obra de Rodulfo Figueroa, el poeta. Mire tía, le pido un favor: por qué no le cuenta al doctor, quién mató a Joaquín Miguel Gutiérrez. Doña Cecilia me miró y dijo: ¡!!Ahhh¡¡¡ esa es historia de familia. Esta historia sólo la conocemos la mera familia. Siéntanse, por favor. No gustan un cafecito. Llamó a un hijo y le ordenó que preparara el café. Mire usted señor: en aquellos años 30 del siglo XIX la vida en Chiapas era muy dura, difícil. Ya sabe usted que guerreaban liberales y conservadores. Mi abuelo, Esteban Figueroa, andaba enredado con las políticas y el pensamiento de Joaquín Miguel Gutiérrez. Mire usted: Me contó mi papá: un día el señor Gutiérrez mandó un grupo de hombres a la hacienda Santiago para exigir dinero, caballos y ganado. Mi abuela, Cecilia, salió a ver de qué se trataba. Les dijo: vayan y agarren los animales. Dinero no tengo, eso lo guarda Esteban y yo no sé dónde. Le insistieron con malos tratos que les diera dinero. Al ver que no se decidía a entregarles nada la ataron con un mecate, la colgaron de un árbol y la azotaron, clamando por el dinero. Y se fueron con los animales que agarraron, dejándola colgada. Trabajadores de la hacienda que observaban refugiados en varios lados, al verlos huir, salieron, y la desataron. Mi abuelo, me contó mi papá, estaba por Oaxaca, allá al otro lado, haciendo negocios de grana.
Al regresar mi abuelo Esteban y ver a mi abuela Cecilia golpeada y escuchar la historia de lo que había pasado, le dijo: estoy muy cansado, me voy a acostar. Mañana veo ese asunto. Ella ya se había puesto emplastos en las piernas y los brazos. En la cama ella le contó más detalles.
Al otro día se levantó, me cuenta doña Cecilia, salió y reunió un grupo de trabajadores, fue a Oaxaca con ellos, trajo más hombres y salieron para Tuxtla. Emprendieron la búsqueda, lo cercaron en la Iglesia, a bala lo bajaron, desde la parte trasera del templo. Lo ataron de pies y manos, colocaron cuatro caballos para que jalaran, y así destrozado lo exhibieron por el parque, dándole vueltas.
Cada día que se cumplía el año de la muerte de ese señor un grupo de familiares, en el atrio de la iglesia, gritaba, brincando: ¡fueron los Figueroa!... ¡fueron los Figueroa! ¡Fueron los Figueroa!….Mi familia dejo de asistir a esa misa anual por miedo. Esa es la historia que contaba mi papá. Toda la familia Figueroa la conoce, pero nadie la cuanta fuera de las familias. Se la cuento a usted porque me lo pedido mi sobrino, a quien quiero mucho.
Don Esteban Figueroa, empresario, fue un informando importante. A él debo esta información. Varios documentos confirman la preparación del ataque perpetrado por J. M. Gutiérrez a la hacienda Santiago en 1838.