/ jueves 31 de octubre de 2019

El altar, un recordar el sueño temporal

Es recrear los estilos de vida, la armonía y la religiosidad

Tuxtla Gutiérrez.- El altar representa la riqueza de nuestra cultura, el encuentro con el espíritu, recrear los estilos de vida, la armonía y la religiosidad, herencia de los zoques, mayas o chiapanecas, reúnen y congregan, es recordar el sueño temporal y honrar a los seres queridos que han partido de este mundo.

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Los chiapanecos honran a sus seres queridos con especial atención el 1 y 2 de noviembre, Día de los Fieles Difuntos y Todos los Santos, preparan los altares durante el mes de octubre, las mujeres alistan los insumos, el primer domingo de octubre comienza la preparación para la elaboración de las velas, el último domingo de octubre ya debe estar pintadas las bóvedas en los campo santo.

En cada hogar se elabora el somé adornado con flores de musá o cempasúchil, punú, de siempre vida y flor de seda, es el espacio, que según la creencia, reciben las almas de los difuntos el 1 y 2 de noviembre, para ello, se coloca comida, frutas, agua, bebidas, dulces y velas, expone el cronista e historiador, José Luis Castro Aguilar.

Se agrega fotografías de los finados, frecuentemente debe sahumarse con estoraque a base de la cáscara del copal, se colocan tamales, pozol, caña, vino, cerveza o pulque, cigarros, frutas, ramos de flores y por la noche niños y adultos salen a los hogares a tocar las puertas para pedir dulces, en los panteones resaltan preferentemente las flores amarillas.

El incienso es la una preparación cacera de resinas aromáticas vegetales, preferentemente del árbol de copal, al polvo de color negro se le añade aceites esenciales de origen vegetal, que al tener contacto con la braza en el sahumerio o brasero, desprende un humo y una exquisita fragancia, que se esparce en forma de cruces en el altar.

Las bebidas en el altar tienen que quedar destapadas, la creencia es que las almas van a consumirlas, al igual que los manes, incluyendo los marquesotes y rosquillas, entre las frutas preferidas por la tradición destacan la caña, el camote, plátano, papaya, calabaza, naranjas, lima, mandarina y hasta granadillas.

La tradición sigue viva, la tarde y noche se escuchan los gritos por todos lados: “Calabacita, tía”, se organizan en grupos para salir a las calles, van de casa en casa a pedir los dulces típicos de la región, principalmente de calabacita y picte, el primero de noviembre.

Para el pueblo, la celebración de Todos los Santos, tiene un gran significado, la llegada de las almas de niños y niñas, a quienes hay que esperar con respeto, muchos hogares no se barren, los adultos mayores creen que limpiar la casa es ahuyentar las almas, afirma el investigador Sergio de la Cruz Vázquez.

Mientras que el agua es para saciar la sed de los fieles difuntos, pues se cree que en la caminata les da mucha sed, en tanto el tallo de plátano se emplea para la colación de las velas, estas tienen que ser dependiendo el número de difuntos que se esperan.

Los adornos son vistosos, depende de la creatividad de las personas y del municipio, de la tradición, de las costumbres, en muchos hogares se incluye el papel picado en colores vistosos, resaltan el morado, blanco, rosado, verde, amarillo, a los manteles y cortinas, de acuerdo con los adultos mayores, tiene que ser atractivo.

Para muchos, las imágenes fotográficas representan al difunto o los momentos más felices que pasó en vida, por ello los altares son las formas más ingeniosas para para presentar las ofrendas a los fieles difuntos, no se trata de rendir culto a la muerte, ni tiene relación con las brujas.

Se trata de fomentar la tradición de colocar mesas dedicadas a los difuntos, en algunos lugares de Chiapas se crean con tres niveles que representan al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, se relaciona con la vida, la muerte y la resurrección, el pueblo zoque de Tuxtla Gutiérrez conmemora la fecha y descarta su relación con leyendas populares como “El Cadejo”, “La Cocha Enfrenada”, “El Sombrerón” y “El Carretón de San Pascual”.

El Día de Muertos y de Fieles Difuntos es esperado con fiesta, una celebración familiar, un encuentro con nuestras costumbres y tradiciones, nuestra identidad y fuerza y valor, pues los mayas, zoques y chiapanecas tenían dentro de su cultura estas actividades.

Pueblos y comunidades indígenas de la región Altos y Centro de Chiapas, con el respaldo del presidente de la Comisión de Pueblos y Comunidades Indígenas, Mario Sántiz Gómez, realizaron una exposición de altares en el Congreso del Estado, exhibieron la forma de honrar a los fieles difuntos, la cosmovisión de los pueblos originarios y el recrear el presente con el pasado.

Tuxtla Gutiérrez.- El altar representa la riqueza de nuestra cultura, el encuentro con el espíritu, recrear los estilos de vida, la armonía y la religiosidad, herencia de los zoques, mayas o chiapanecas, reúnen y congregan, es recordar el sueño temporal y honrar a los seres queridos que han partido de este mundo.

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Los chiapanecos honran a sus seres queridos con especial atención el 1 y 2 de noviembre, Día de los Fieles Difuntos y Todos los Santos, preparan los altares durante el mes de octubre, las mujeres alistan los insumos, el primer domingo de octubre comienza la preparación para la elaboración de las velas, el último domingo de octubre ya debe estar pintadas las bóvedas en los campo santo.

En cada hogar se elabora el somé adornado con flores de musá o cempasúchil, punú, de siempre vida y flor de seda, es el espacio, que según la creencia, reciben las almas de los difuntos el 1 y 2 de noviembre, para ello, se coloca comida, frutas, agua, bebidas, dulces y velas, expone el cronista e historiador, José Luis Castro Aguilar.

Se agrega fotografías de los finados, frecuentemente debe sahumarse con estoraque a base de la cáscara del copal, se colocan tamales, pozol, caña, vino, cerveza o pulque, cigarros, frutas, ramos de flores y por la noche niños y adultos salen a los hogares a tocar las puertas para pedir dulces, en los panteones resaltan preferentemente las flores amarillas.

El incienso es la una preparación cacera de resinas aromáticas vegetales, preferentemente del árbol de copal, al polvo de color negro se le añade aceites esenciales de origen vegetal, que al tener contacto con la braza en el sahumerio o brasero, desprende un humo y una exquisita fragancia, que se esparce en forma de cruces en el altar.

Las bebidas en el altar tienen que quedar destapadas, la creencia es que las almas van a consumirlas, al igual que los manes, incluyendo los marquesotes y rosquillas, entre las frutas preferidas por la tradición destacan la caña, el camote, plátano, papaya, calabaza, naranjas, lima, mandarina y hasta granadillas.

La tradición sigue viva, la tarde y noche se escuchan los gritos por todos lados: “Calabacita, tía”, se organizan en grupos para salir a las calles, van de casa en casa a pedir los dulces típicos de la región, principalmente de calabacita y picte, el primero de noviembre.

Para el pueblo, la celebración de Todos los Santos, tiene un gran significado, la llegada de las almas de niños y niñas, a quienes hay que esperar con respeto, muchos hogares no se barren, los adultos mayores creen que limpiar la casa es ahuyentar las almas, afirma el investigador Sergio de la Cruz Vázquez.

Mientras que el agua es para saciar la sed de los fieles difuntos, pues se cree que en la caminata les da mucha sed, en tanto el tallo de plátano se emplea para la colación de las velas, estas tienen que ser dependiendo el número de difuntos que se esperan.

Los adornos son vistosos, depende de la creatividad de las personas y del municipio, de la tradición, de las costumbres, en muchos hogares se incluye el papel picado en colores vistosos, resaltan el morado, blanco, rosado, verde, amarillo, a los manteles y cortinas, de acuerdo con los adultos mayores, tiene que ser atractivo.

Para muchos, las imágenes fotográficas representan al difunto o los momentos más felices que pasó en vida, por ello los altares son las formas más ingeniosas para para presentar las ofrendas a los fieles difuntos, no se trata de rendir culto a la muerte, ni tiene relación con las brujas.

Se trata de fomentar la tradición de colocar mesas dedicadas a los difuntos, en algunos lugares de Chiapas se crean con tres niveles que representan al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, se relaciona con la vida, la muerte y la resurrección, el pueblo zoque de Tuxtla Gutiérrez conmemora la fecha y descarta su relación con leyendas populares como “El Cadejo”, “La Cocha Enfrenada”, “El Sombrerón” y “El Carretón de San Pascual”.

El Día de Muertos y de Fieles Difuntos es esperado con fiesta, una celebración familiar, un encuentro con nuestras costumbres y tradiciones, nuestra identidad y fuerza y valor, pues los mayas, zoques y chiapanecas tenían dentro de su cultura estas actividades.

Pueblos y comunidades indígenas de la región Altos y Centro de Chiapas, con el respaldo del presidente de la Comisión de Pueblos y Comunidades Indígenas, Mario Sántiz Gómez, realizaron una exposición de altares en el Congreso del Estado, exhibieron la forma de honrar a los fieles difuntos, la cosmovisión de los pueblos originarios y el recrear el presente con el pasado.

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