/ martes 23 de enero de 2018

En el camino andamos y arrieros somos

  • El trayecto entre Comitán y Tuxtla está lleno de sorpresas.Agradables unas y sumamente desagradables las demás.
  • Carboneros, topes, cuellos de botella, bloqueos y desmedidosfaros que ahora han optado por colocar los autos son el martirio decada noche.
  • La autopista de SCLC a Tuxtla un enorme tianguis y vapoblándose cada vez más de asentamientos irregulares.

Una de las modalidades de viaje de los comitecos estomar muy temprano la carretera y viajar a Tuxtla. Lo hacemos desdemuy temprano. Por lo regular organizamos la cita en la capital aprimera hora de la mañana, sea ésta médica, laboral, o familiar.Madrugamos porque pensamos en que más tarde habrá demasiadotráfico, o porque se corre el riesgo de un muy probable bloqueocarretero, o también para que el día alcance y nos permitaregresar con bien en la tarde-noche.

Quienes realizamos este viaje consuetudinariamenteencontramos experiencias tan diferentes según el sentido denuestro periplo. Es decir, si vas de Comitán a Tuxtla lassensaciones son de una muy particular forma que resulta diferentehacerlo en sentido inverso. No sé si tenga que ver esto con unasensación profunda de que en el primer caso vamos con la idea deque viajamos hacia lo desconocido, un tanto inseguros de lo que eldestino nos depara; a diferencia de cuando venimos  de regreso yavanzamos confiados de que nos espera nuestra familia, la casa, elsuave cobijo de nuestro entorno que nos es tan propicio y dentrodel cual nos sentimos del todo seguros.

Pero lo que sí puedo decir es que el recorrido encualquiera de ambos sentidos, está lleno de sorpresas. Agradablesunas y sumamente desagradables las otras. He aquí que intentaréun modesto ejercicio verbal para mostrar en qué consiste estacotidiana experiencia que es recorrer el trayecto entre Comitán yTuxtla.

En los últimos tiempos he adquirido la costumbre decuando tengo que ir a Tuxtla, me levanto muy temprano y estando aunoscuro tomo la carretera. Es un placer indescriptible ver lasprimeras luces del amanecer, el alba, coronando la copa de losaltos árboles, lanceoladas altas cimas vegetales. Pese al frío,abro un poco la ventanilla para disfrutar de los frescos olores delamanecer. Pinos, cipreses, la humedad del bosque, la frescura delaire, le confieren a mi olfato una deliciosa sensación de comoocurrió cuando Dios creó el mundo y se estrenaban los colores ylos aromas.

Pero esta deliciosa experiencia concluye en breve.Tan pronto como han transcurrido unos 15 minutos y a la altura delentronque con Efraín A. Gutiérrez comienza a percibirse esedesagradable olor a humo constante, y se comienzan a ver a lolejos, en la montaña, el humo que despiden los varios montículosque convierten la leña en carbón. Es una invasión quepaulatinamente ha venido avanzando hacia estos lares desde CruzQuemada, donde años atrás uno se encontraba con este suceso. Esedesagradable olor a chamusquina que devora en su constante eintrépido avance los bosques que fueron mucho tiempo el principalmotivo de orgullo de nuestro paisaje carretero. Nadie al parecer,autoridad ninguna, se ha tomado la molestia de detener el siniestrocrimen contra las familias de árboles centenarios que poblaron laregión.

Mi recorrido continúa, la luz de la mañana seesparce más ampliamente por el paisaje. Se comienzan a ver huecosen el bosque producto del insaciable ímpetu de los talamontes y delos carboneros que se han empecinado en dañar indiscriminadamentela belleza encantadora de los bosques provocando un escandaloso ydañino --y a falta de voluntad de la autoridad para impedirlo-desequilibrio ecológico fatal que nos arrastrará consigo hacianefandas consecuencias. Toda esta tala en la parte nororiente de laMeseta Comiteca comienza a provocar escasez de agua y cambioclimático en nuestra región. Lo sabemos desde hace más unadécada atrás y la deforestación no se detiene. No hemos sabidoponerle un límite.

El viaje continúa. A seguir disfrutando del entornoboscoso que aún nos queda y la neblina a los costados que viste deun velo blanco el alto talle de los árboles y cubre con un sutilmanto el caserío que se puede ver a lo lejos. Agradablespinceladas de ensoñación poética.

Pero la realidad se impone. Una serie interminable detopes a la vista. Los saltos inesperados que da el auto y queprovocan el enojo de los choferes y pasajeros. Van tambiénapareciendo uno que otro bache. Cada vez másdesafortunadamente.

A la altura de Teopisca, o pasar por ese cuello debotella que es la calle principal del poblado y exponerse a unaprobable demora, o tomar una vía que pasa por el costado oriental,una calle menos transitada pero mayormente poblada –hasta ladesesperación por cierto- de baches y topes insufribles. Porfortuna hasta este momento a nadie se le ha ocurrido bloquear elpaso carretero. Esperemos que de San Cris hacia Tuxtla tampocoocurra. Eso sí, ya va la cabeza dando vueltas en torno a esaposibilidad y pensando en el plan B para llegar al destino.

Viene entonces el recorrido más complicado. Ahorasí un cuello de botella constante de más de 20 kms. de Teopisca aSan Cristóbal. Cuesta arriba una interminable fila de coches detransporte de pasajeros y de carga; y alguno que otro vacacionistatrasnochado, fuera de temporada, con placas de Veracruz, Tabasco,Estado de México, Distrito Federal e inclusive Guanajuato yJalisco. Cómo les habrá ido en su estancia por estas tierras?Muchos bloqueos? Maravillados ante nuestra exuberante bellezanatural o contrariados por la serie de peripecias y sucesos quedebieron experimentar? Dios los bendiga y los lleve a salvo a suslugares de origen.

Continúa el trayecto. Llegó el momento de ladecisión más temida. Está bloqueado el inicio de la“autopista” a Tuxtla. A tomar el camino antiguo y a los pocoskilómetros tomar una desviación para entrar de nuevo a laautopista. Así lo hice. A la vera del camino grupos de dos o trespatrullas Federales de Caminos revisando un vehículo de altotonelaje. Pero por qué la inspección o cuasi asalto tumultuario?,me pregunto. Otras patrullas al doblar el recodo tendidos a laorilla de la autopista, como lagartos tomando el sol, acechando asu presa, a los incautos que bajen rebasando la velocidadestablecida de 90Km/h. como máximo.

Observo a mi derecha cómo se va formando un poblado;más adelante, cómo abrieron un camino rural que desemboca en laautopista; acullá, una venta improvisada de elotes hervidos:“benta delotes”. Espero que realmente sea de elotes y no delotes….ya no se sabe qué esperar en esta autopista que se vaconvirtiendo paulatinamente en tianguis. Merenderos,vualcanizadora, sólo falta que pasadado mañana me encuentre unaventa de discos piratas….

Pero lo que me resulta inconcebible es habermeencontrado una multitud de patrullas de Federales de Caminosinfraccionando pero ninguna se da cuenta de que entre el km. 17 y18 un par de hombrecillos, campiranos, están rompiendo con un mazola banqueta de concreto, supongo que con la finalidad de abrir pasoa los coches para que se estacionen y se detengan a comprar algúnproducto que pretenden vender. De ese tamaño la anomalía, eldelito. Llego a la caseta de cobro y reporto el caso al que expendelos tickets de paso. Se compromete a reportarlo. Le pidoespecíficamente que avise a los federales de caminos para queintervengan.

Al día siguiente que regreso, el trabajo estáhecho. Nadie atendió la denuncia de un usuario, de un chiapanecoindignado. La indebida isla de parqueo está terminada. A golpe demazo queda impune el delito cometido contra los bienes de lanación.

El colmo fue al regreso  ya de noche, laincomodidad, la ofensa visual podría decirse, que producen losautos que están colocando torretas de faros de leds. A diestra ysiniestra transitan por las carreteras. Vienen de atrás y teencandilan a través de los espejos laterales y el retrovisor, atoda potencia las luces; y de frente, peor, con una cantidaddesmedida de faros te dejan absolutamente encandilado so riesgo deperder de vista la cinta asfáltica.

entretejas1@hotmail.com

  • El trayecto entre Comitán y Tuxtla está lleno de sorpresas.Agradables unas y sumamente desagradables las demás.
  • Carboneros, topes, cuellos de botella, bloqueos y desmedidosfaros que ahora han optado por colocar los autos son el martirio decada noche.
  • La autopista de SCLC a Tuxtla un enorme tianguis y vapoblándose cada vez más de asentamientos irregulares.

Una de las modalidades de viaje de los comitecos estomar muy temprano la carretera y viajar a Tuxtla. Lo hacemos desdemuy temprano. Por lo regular organizamos la cita en la capital aprimera hora de la mañana, sea ésta médica, laboral, o familiar.Madrugamos porque pensamos en que más tarde habrá demasiadotráfico, o porque se corre el riesgo de un muy probable bloqueocarretero, o también para que el día alcance y nos permitaregresar con bien en la tarde-noche.

Quienes realizamos este viaje consuetudinariamenteencontramos experiencias tan diferentes según el sentido denuestro periplo. Es decir, si vas de Comitán a Tuxtla lassensaciones son de una muy particular forma que resulta diferentehacerlo en sentido inverso. No sé si tenga que ver esto con unasensación profunda de que en el primer caso vamos con la idea deque viajamos hacia lo desconocido, un tanto inseguros de lo que eldestino nos depara; a diferencia de cuando venimos  de regreso yavanzamos confiados de que nos espera nuestra familia, la casa, elsuave cobijo de nuestro entorno que nos es tan propicio y dentrodel cual nos sentimos del todo seguros.

Pero lo que sí puedo decir es que el recorrido encualquiera de ambos sentidos, está lleno de sorpresas. Agradablesunas y sumamente desagradables las otras. He aquí que intentaréun modesto ejercicio verbal para mostrar en qué consiste estacotidiana experiencia que es recorrer el trayecto entre Comitán yTuxtla.

En los últimos tiempos he adquirido la costumbre decuando tengo que ir a Tuxtla, me levanto muy temprano y estando aunoscuro tomo la carretera. Es un placer indescriptible ver lasprimeras luces del amanecer, el alba, coronando la copa de losaltos árboles, lanceoladas altas cimas vegetales. Pese al frío,abro un poco la ventanilla para disfrutar de los frescos olores delamanecer. Pinos, cipreses, la humedad del bosque, la frescura delaire, le confieren a mi olfato una deliciosa sensación de comoocurrió cuando Dios creó el mundo y se estrenaban los colores ylos aromas.

Pero esta deliciosa experiencia concluye en breve.Tan pronto como han transcurrido unos 15 minutos y a la altura delentronque con Efraín A. Gutiérrez comienza a percibirse esedesagradable olor a humo constante, y se comienzan a ver a lolejos, en la montaña, el humo que despiden los varios montículosque convierten la leña en carbón. Es una invasión quepaulatinamente ha venido avanzando hacia estos lares desde CruzQuemada, donde años atrás uno se encontraba con este suceso. Esedesagradable olor a chamusquina que devora en su constante eintrépido avance los bosques que fueron mucho tiempo el principalmotivo de orgullo de nuestro paisaje carretero. Nadie al parecer,autoridad ninguna, se ha tomado la molestia de detener el siniestrocrimen contra las familias de árboles centenarios que poblaron laregión.

Mi recorrido continúa, la luz de la mañana seesparce más ampliamente por el paisaje. Se comienzan a ver huecosen el bosque producto del insaciable ímpetu de los talamontes y delos carboneros que se han empecinado en dañar indiscriminadamentela belleza encantadora de los bosques provocando un escandaloso ydañino --y a falta de voluntad de la autoridad para impedirlo-desequilibrio ecológico fatal que nos arrastrará consigo hacianefandas consecuencias. Toda esta tala en la parte nororiente de laMeseta Comiteca comienza a provocar escasez de agua y cambioclimático en nuestra región. Lo sabemos desde hace más unadécada atrás y la deforestación no se detiene. No hemos sabidoponerle un límite.

El viaje continúa. A seguir disfrutando del entornoboscoso que aún nos queda y la neblina a los costados que viste deun velo blanco el alto talle de los árboles y cubre con un sutilmanto el caserío que se puede ver a lo lejos. Agradablespinceladas de ensoñación poética.

Pero la realidad se impone. Una serie interminable detopes a la vista. Los saltos inesperados que da el auto y queprovocan el enojo de los choferes y pasajeros. Van tambiénapareciendo uno que otro bache. Cada vez másdesafortunadamente.

A la altura de Teopisca, o pasar por ese cuello debotella que es la calle principal del poblado y exponerse a unaprobable demora, o tomar una vía que pasa por el costado oriental,una calle menos transitada pero mayormente poblada –hasta ladesesperación por cierto- de baches y topes insufribles. Porfortuna hasta este momento a nadie se le ha ocurrido bloquear elpaso carretero. Esperemos que de San Cris hacia Tuxtla tampocoocurra. Eso sí, ya va la cabeza dando vueltas en torno a esaposibilidad y pensando en el plan B para llegar al destino.

Viene entonces el recorrido más complicado. Ahorasí un cuello de botella constante de más de 20 kms. de Teopisca aSan Cristóbal. Cuesta arriba una interminable fila de coches detransporte de pasajeros y de carga; y alguno que otro vacacionistatrasnochado, fuera de temporada, con placas de Veracruz, Tabasco,Estado de México, Distrito Federal e inclusive Guanajuato yJalisco. Cómo les habrá ido en su estancia por estas tierras?Muchos bloqueos? Maravillados ante nuestra exuberante bellezanatural o contrariados por la serie de peripecias y sucesos quedebieron experimentar? Dios los bendiga y los lleve a salvo a suslugares de origen.

Continúa el trayecto. Llegó el momento de ladecisión más temida. Está bloqueado el inicio de la“autopista” a Tuxtla. A tomar el camino antiguo y a los pocoskilómetros tomar una desviación para entrar de nuevo a laautopista. Así lo hice. A la vera del camino grupos de dos o trespatrullas Federales de Caminos revisando un vehículo de altotonelaje. Pero por qué la inspección o cuasi asalto tumultuario?,me pregunto. Otras patrullas al doblar el recodo tendidos a laorilla de la autopista, como lagartos tomando el sol, acechando asu presa, a los incautos que bajen rebasando la velocidadestablecida de 90Km/h. como máximo.

Observo a mi derecha cómo se va formando un poblado;más adelante, cómo abrieron un camino rural que desemboca en laautopista; acullá, una venta improvisada de elotes hervidos:“benta delotes”. Espero que realmente sea de elotes y no delotes….ya no se sabe qué esperar en esta autopista que se vaconvirtiendo paulatinamente en tianguis. Merenderos,vualcanizadora, sólo falta que pasadado mañana me encuentre unaventa de discos piratas….

Pero lo que me resulta inconcebible es habermeencontrado una multitud de patrullas de Federales de Caminosinfraccionando pero ninguna se da cuenta de que entre el km. 17 y18 un par de hombrecillos, campiranos, están rompiendo con un mazola banqueta de concreto, supongo que con la finalidad de abrir pasoa los coches para que se estacionen y se detengan a comprar algúnproducto que pretenden vender. De ese tamaño la anomalía, eldelito. Llego a la caseta de cobro y reporto el caso al que expendelos tickets de paso. Se compromete a reportarlo. Le pidoespecíficamente que avise a los federales de caminos para queintervengan.

Al día siguiente que regreso, el trabajo estáhecho. Nadie atendió la denuncia de un usuario, de un chiapanecoindignado. La indebida isla de parqueo está terminada. A golpe demazo queda impune el delito cometido contra los bienes de lanación.

El colmo fue al regreso  ya de noche, laincomodidad, la ofensa visual podría decirse, que producen losautos que están colocando torretas de faros de leds. A diestra ysiniestra transitan por las carreteras. Vienen de atrás y teencandilan a través de los espejos laterales y el retrovisor, atoda potencia las luces; y de frente, peor, con una cantidaddesmedida de faros te dejan absolutamente encandilado so riesgo deperder de vista la cinta asfáltica.

entretejas1@hotmail.com

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