De la Ciudad de México llevé ropa para losdamnificados del Volcán de Fuego. Fui cargando mi cargamento comoel jibarito de la canción. Llegué a la ciudad de Guatemala dondeconocí a un colombiano y a una bella joven mexicana llamada Paula,hija de un italiano. Me pidieron orientación y se las di. De ahínos fuimos a La Antigua, Guatemala. Nos hospedamos donde siempre mehospedo y al otro día salimos para Alotenango, pueblo que está enlas faldas del Volcán de Fuego. Pedí información a dos chicosguatemaltecos que viajaron con nosotros en camioneta. Nos llevaronal parque central y de ahí fui a unas oficinas. Ahí me acreditécomo periodista y presidente de una fundación y les dije quellevaba ayuda humanitaria. Me atendió una mujer cuyo nombre heolvidado. Me llevó a uno de los albergues donde repartí la ropaque llevaba. Era ropa que me había dado el famoso dramaturgo,Tomás Urtusástegui. También llevaba ropa mía para regalar.Vacié mis closets de mi departamento de la Ciudad de México.
Fue una experiencia inolvidable ayudar a gente queverdaderamente lo necesita. Hombre y mujeres, escogieron suscamisas y camisetas… Una seguidora del Facebook me pidió quetomara fotos y las subiera, así lo hice. Se tomaron las primerasfotos con mi celular. Pero el colombiano tomó varias fotos más ylas compartió en mi muro. Él, tomó varias fotos, algunas serepetían. No quise depurar las fotos para que no se fuera “asentir” el amigo colombiano, quien resultó una bellísimapersona.
También vimos a varias organizaciones de ayuda,entre ellos a un canadiense, quien junto a su mujer y sus hijosllevó al albergue, comida que trajo de su país, y la preparó enGuatemala. Pasta con carne al estilo Montreal –él venía de esaciudad- y emparedados y refrescos. Lo repartieron y tomaron fotos yvideos. De alguna manera buscan dejar huella de lo que hacen.
Regresamos a Antigua donde estábamos hospedados. Dosdías después me despedí de los buenos amigos y me fui a laciudad de Guatemala. Ahí recordé que uno de los refugiados meplaticó que su casa había quedado sepultada bajo ocho metros delava del volcán. Tres sobrinitas resultaron con graves quemadurasy se recuperaban milagrosamente en un hospital. Qué triste.
En Antigua me inspiré de algo que vi en una paredpara hacer un poema: “Arriba del paisaje un sol. Abajo unosazules que se caen de morados. Lo mejor de gozar un aguacero es quete chupas un arco iris”.
Después me fui a conocer la bella ciudad de Jutiapa.Es una tierra de gente de bellos cuerpos. Un lugar lleno deencanto. Como es tierra ganadera el queso es una delicia. Tienebien tanteada la sal. La crema muy buena. Su kiosco y parque. Aménde su iglesia principal, una belleza.
De regreso en la ciudad capital visité el maparelieve de Guatemala. Hubo hasta una señorita que me dio unrecorrido acompañado de una explicación que duró hora y media.Toda una revelación. En este bajo relieve viene hasta Tapachula yel Puerto de San Benito. No viene Comitán y sí Chetumal. Esrealmente una maravilla ver la parte más alta de Guatemala: SanMarcos y Quetzaltenango.
Tuve oportunidad de verme con don Enrique GodoyDurán en el legendario Café León. Ahí tomamos una refaccióncompuesta por un pan compuesto de pollo y un excelente café con unpie de café, delicioso. Don Enrique -el novelista- quiere hacermi biografía novelada.
Marimba: Este martes 17 presentaremos nuestros librosAlejandro Utrilla y yo. Esto será en Casa de la Cultura ArmandoParra Lau. Nos abrirán la Finca La Chácara donde el señorMancinelli sembró los primeros cafetos traídos de Guatemala. Alas cuatro de la tarde. Gastronomía comiteca, pan coleto ymarimba. No faltará el chocolate y pan de Tuxtla Chico. Estáninvitados.