/ martes 13 de marzo de 2018

Rafael Ortega, el médico de los deportistas

Fue futbolista de Primera División, pero finalmente se dedicó a lo que realmente es su verdadera pasión, la única: la medicina.

Guadalajara.- En el mundo del futbol, una penosa constante debido a la naturaleza del juego son las lesiones. Las hay de todo tipo, desde una simple contractura muscular hasta fracturas y rupturas de ligamentos, que propician que los jugadores queden fuera de actividad durante meses.

Dentro de ese mundo de los percances en el deporte, destaca el nombre de una personalidad que se ha convertido en un referente obligatorio para tratar a todos los futbolistas que se lastiman, principalmente la rodilla, entre algunos otros padecimientos. Se trata del doctor Rafael Ortega, quien en amena plática con ESTO, recordó sus pasajes como futbolista de Primera División, profesión a la que en realidad se dedicó por mero accidente y como complemento a lo que en realidad siempre fue su verdadera pasión, la única: la medicina.

“Yo estaba muy puesto y convencido de mi carrera, y justo cuando entré a la facultad de medicina tuve la necesidad de trabajar y me metí de camillero a la Cruz Verde para recoger a pacientes que se accidentaban. Ahí se le ocurrió al director de los servicios médicos municipales hacer un equipo de futbol al que me invitaron y donde jugaba también el médico que tenía el equipo Bachilleres de la Segunda División de la UdeG. Así es como me empezaron a insistir que fuera a probarme, a lo cual accedí y me aceptaron para jugar con ellos”, relató el galeno al rememorar cómo se dio su llegada al profesionalismo en el balompié.

Combinar la medicina con la pelota no fue una tarea sencilla. Ser futbolista implica mucho tiempo invertido entre entrenamientos, concentraciones, partidos y viajes; mientras que la medicina no desmerece en ese tenor, ya que es una carrera que exige total entrega y dedicación, por lo que el llamado “Atotonilco” –en honor a su pueblo natal- rememoró cómo hizo para combinar ambas actividades sin dejar de cumplir en una y otra.

“En ese tiempo se entrenaba casi siempre un turno. El equipo trabajaba en las mañanas y la facultad de medicina tenía turno vespertino, en el que me anoté. En la mañana entrenaba y me iba del club a la facultad para tomar mis alimentos y escuchar las clases. Así pasaron mis años como jugador de Leones Negros; ahí saqué mi carrera de cuatro años. En ese tiempo fueron aspectos teóricos, además de un quinto año de internado”, detalló Ortega, quien pasó de esa forma sus años universitarios, pero la cosa no pararía ahí, ya que vendría el momento de la pasantía y servicio social, mismos que llegaron de la mano con su fichaje en Chivas, institución a la que defendió y en la que destacó con una sonrisa, que le permitió vivir un día en el que por la mañana hizo su examen profesional y, por la noche, marcó su único gol como elemento del Rebaño Sagrado del Guadalajara.

“Al terminar todo eso (su carrera) me transfirieron a Chivas, en donde ya era pasante de medicina y hacía mi servicio social; entrenaba en las mañanas en el club y por las tardes daba mi consulta.

En el segundo año con Guadalajara ya estaba titulado. El día que hice mi examen profesional jugábamos contra Irapuato y esa vez le pedí permiso a Alberto Guerra para irme a hacer mi examen; estaba el equipo concentrado y en la noche me puso de titular y metí un gol. 4-1 ganamos ese día, fue el único gol que metí en Chivas”, explicó.

Al final, dentro del balance que le dejó haber combinado el bisturí con el balón, Rafael afirmó que mantuvo claras sus prioridades y sueños.

“Es un gusto. Desde niño jugué futbol, pero realmente para mí siempre fue primero la medicina. Cuando iba a empezar mi primer año de primaria, el primer día de clase, mi maestra Petra Gómez nos pasó uno a uno para decir nuestro nombre y qué queríamos ser de grandes. Yo pasé y dije: ‘Soy Rafael Ortega Orozco y voy a ser médico’. Recuerdo mis palabras y siempre quise ser médico”, señaló.

A la edad de 27 años, Rafael Ortega decidió poner fin a su carrera como futbolista, para comenzar a hacer su especialidad, determinación que marcó su vida y que hoy lo tiene como un médico exitoso y reconocido.

Guadalajara.- En el mundo del futbol, una penosa constante debido a la naturaleza del juego son las lesiones. Las hay de todo tipo, desde una simple contractura muscular hasta fracturas y rupturas de ligamentos, que propician que los jugadores queden fuera de actividad durante meses.

Dentro de ese mundo de los percances en el deporte, destaca el nombre de una personalidad que se ha convertido en un referente obligatorio para tratar a todos los futbolistas que se lastiman, principalmente la rodilla, entre algunos otros padecimientos. Se trata del doctor Rafael Ortega, quien en amena plática con ESTO, recordó sus pasajes como futbolista de Primera División, profesión a la que en realidad se dedicó por mero accidente y como complemento a lo que en realidad siempre fue su verdadera pasión, la única: la medicina.

“Yo estaba muy puesto y convencido de mi carrera, y justo cuando entré a la facultad de medicina tuve la necesidad de trabajar y me metí de camillero a la Cruz Verde para recoger a pacientes que se accidentaban. Ahí se le ocurrió al director de los servicios médicos municipales hacer un equipo de futbol al que me invitaron y donde jugaba también el médico que tenía el equipo Bachilleres de la Segunda División de la UdeG. Así es como me empezaron a insistir que fuera a probarme, a lo cual accedí y me aceptaron para jugar con ellos”, relató el galeno al rememorar cómo se dio su llegada al profesionalismo en el balompié.

Combinar la medicina con la pelota no fue una tarea sencilla. Ser futbolista implica mucho tiempo invertido entre entrenamientos, concentraciones, partidos y viajes; mientras que la medicina no desmerece en ese tenor, ya que es una carrera que exige total entrega y dedicación, por lo que el llamado “Atotonilco” –en honor a su pueblo natal- rememoró cómo hizo para combinar ambas actividades sin dejar de cumplir en una y otra.

“En ese tiempo se entrenaba casi siempre un turno. El equipo trabajaba en las mañanas y la facultad de medicina tenía turno vespertino, en el que me anoté. En la mañana entrenaba y me iba del club a la facultad para tomar mis alimentos y escuchar las clases. Así pasaron mis años como jugador de Leones Negros; ahí saqué mi carrera de cuatro años. En ese tiempo fueron aspectos teóricos, además de un quinto año de internado”, detalló Ortega, quien pasó de esa forma sus años universitarios, pero la cosa no pararía ahí, ya que vendría el momento de la pasantía y servicio social, mismos que llegaron de la mano con su fichaje en Chivas, institución a la que defendió y en la que destacó con una sonrisa, que le permitió vivir un día en el que por la mañana hizo su examen profesional y, por la noche, marcó su único gol como elemento del Rebaño Sagrado del Guadalajara.

“Al terminar todo eso (su carrera) me transfirieron a Chivas, en donde ya era pasante de medicina y hacía mi servicio social; entrenaba en las mañanas en el club y por las tardes daba mi consulta.

En el segundo año con Guadalajara ya estaba titulado. El día que hice mi examen profesional jugábamos contra Irapuato y esa vez le pedí permiso a Alberto Guerra para irme a hacer mi examen; estaba el equipo concentrado y en la noche me puso de titular y metí un gol. 4-1 ganamos ese día, fue el único gol que metí en Chivas”, explicó.

Al final, dentro del balance que le dejó haber combinado el bisturí con el balón, Rafael afirmó que mantuvo claras sus prioridades y sueños.

“Es un gusto. Desde niño jugué futbol, pero realmente para mí siempre fue primero la medicina. Cuando iba a empezar mi primer año de primaria, el primer día de clase, mi maestra Petra Gómez nos pasó uno a uno para decir nuestro nombre y qué queríamos ser de grandes. Yo pasé y dije: ‘Soy Rafael Ortega Orozco y voy a ser médico’. Recuerdo mis palabras y siempre quise ser médico”, señaló.

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