/ martes 29 de junio de 2021

Pablo Perroni retoma temporada de su monólogo Puras cosas maravillosas

Después de la pandemia, agrega, "todo tiene otro significado, justo de lo que habla la obra, de las pequeñas cosas que nos ayudan a salir adelante"

Cuando era estudiante, Pablo Perroni pasaba horas en la librería Drama Book Shop en Manhattan. La misma que acaba de reabrir Lin-Manuel Miranda con una ambientación inspirada en su musical Hamilton, que ya nada tiene que ver con la vieja librería donde Perroni se enamoraba del teatro a través de las palabras.

Ahí descubrió un ejemplar de Puras cosas maravillosas, y tal como le sucedió con otras obras, se interesó en ella por el texto, cuenta el actor en entrevista. "Lo que más me gusta es contar historias; desde que encontré esta obra en Drama Book Shop, donde prácticamente hallé todas las que he producido, descubrí el amor que nació de las páginas".

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En la librería, que cerró hace dos años, podía sentarse y leer como en una biblioteca. "Desde que estaba en la escuela era mi lugar favorito en todo Nueva York; cuando cerró estuve deprimidísimo, pero afortunadamente Lin-Manuel Miranda decidió comprarla y acaba de abrir. Esa es una cosa maravillosa".

Después de pasar por la incertidumbre de la pandemia que obligó al cierre de teatros, este actor y productor dueño de su propio teatro junto con la también actriz y productora Mariana Garza, respira aliviado por comenzar a recuperar su fuente de ingresos y de varias familias en el Teatro Milán y el Foro Lucerna.

Antes, montaron un experimento escénico titulado Elena, que su amigo Pepe Valdés, quien fue director técnico del Teatro Milán, le propuso en mayo de 2020, previendo que, "tras el furor del streaming, nos permitirían abrir". Una obra escrita por José Ramón Zúñiga en la que el público (sólo un 10 por ciento del aforo) recorría las instalaciones del teatro mientras se desarrollaba la trama y de cuyo desarrollo hay un video disponible en YouTube.

Un par de shows de stand up que produjo, completaron la programación de los últimos meses en un foro que tenía obras todos los días de la semana. Pero le aguardaba el monólogo que estrenó en febrero de 2016 en el Foro Lucerna y que sólo la pandemia interrumpió su larga temporada.

En cartelera nuevamente desde el 8 de junio, Puras cosas maravillosas se trasladó al Milán, donde se presenta los martes a las 20:30 horas, "porque es importante mantener la interacción con el público y que el regreso sea seguro", afirma Perroni. "Fue un reto idear un nuevo montaje con el director Sebastián Sánchez Amunátegui, que si bien la esencia sigue ahí, es totalmente diferente. Las reglas son muy claras, el público nunca sube al escenario y cuando bajo, en ningún momento hay contacto, utilizo uno de estos trajes de los médicos, nos miramos a los ojos, porque el público usa todo el tiempo cubrebocas, se siente la energía, que si bien es algo a lo que estamos acostumbrados, cambia con estos elementos que no permiten mirarnos a la cara".

Después de la pandemia, agrega, "todo tiene otro significado, justo de lo que habla la obra, de las pequeñas cosas que nos ayudan a salir adelante. A lo mejor no todos pasaron por una depresión, pero estoy seguro que se sintieron en algún momento tristes, desconsolados, sin mucha esperanza, justamente por lo que pasa el protagonista de la obra a lo largo de la vida".

La obra muestra a un hombre que a los siete años comenzó a escribir una lista de cosas por las que vale la pena vivir, mientras está en la sala de espera del hospital donde atienden a su madre que se debate entre la vida y la muerte. La madre suicida y la certeza de la muerte, paradójicamente, lo inspiran a escribir esa lista.

Cuando era estudiante, Pablo Perroni pasaba horas en la librería Drama Book Shop en Manhattan. La misma que acaba de reabrir Lin-Manuel Miranda con una ambientación inspirada en su musical Hamilton, que ya nada tiene que ver con la vieja librería donde Perroni se enamoraba del teatro a través de las palabras.

Ahí descubrió un ejemplar de Puras cosas maravillosas, y tal como le sucedió con otras obras, se interesó en ella por el texto, cuenta el actor en entrevista. "Lo que más me gusta es contar historias; desde que encontré esta obra en Drama Book Shop, donde prácticamente hallé todas las que he producido, descubrí el amor que nació de las páginas".

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En la librería, que cerró hace dos años, podía sentarse y leer como en una biblioteca. "Desde que estaba en la escuela era mi lugar favorito en todo Nueva York; cuando cerró estuve deprimidísimo, pero afortunadamente Lin-Manuel Miranda decidió comprarla y acaba de abrir. Esa es una cosa maravillosa".

Después de pasar por la incertidumbre de la pandemia que obligó al cierre de teatros, este actor y productor dueño de su propio teatro junto con la también actriz y productora Mariana Garza, respira aliviado por comenzar a recuperar su fuente de ingresos y de varias familias en el Teatro Milán y el Foro Lucerna.

Antes, montaron un experimento escénico titulado Elena, que su amigo Pepe Valdés, quien fue director técnico del Teatro Milán, le propuso en mayo de 2020, previendo que, "tras el furor del streaming, nos permitirían abrir". Una obra escrita por José Ramón Zúñiga en la que el público (sólo un 10 por ciento del aforo) recorría las instalaciones del teatro mientras se desarrollaba la trama y de cuyo desarrollo hay un video disponible en YouTube.

Un par de shows de stand up que produjo, completaron la programación de los últimos meses en un foro que tenía obras todos los días de la semana. Pero le aguardaba el monólogo que estrenó en febrero de 2016 en el Foro Lucerna y que sólo la pandemia interrumpió su larga temporada.

En cartelera nuevamente desde el 8 de junio, Puras cosas maravillosas se trasladó al Milán, donde se presenta los martes a las 20:30 horas, "porque es importante mantener la interacción con el público y que el regreso sea seguro", afirma Perroni. "Fue un reto idear un nuevo montaje con el director Sebastián Sánchez Amunátegui, que si bien la esencia sigue ahí, es totalmente diferente. Las reglas son muy claras, el público nunca sube al escenario y cuando bajo, en ningún momento hay contacto, utilizo uno de estos trajes de los médicos, nos miramos a los ojos, porque el público usa todo el tiempo cubrebocas, se siente la energía, que si bien es algo a lo que estamos acostumbrados, cambia con estos elementos que no permiten mirarnos a la cara".

Después de la pandemia, agrega, "todo tiene otro significado, justo de lo que habla la obra, de las pequeñas cosas que nos ayudan a salir adelante. A lo mejor no todos pasaron por una depresión, pero estoy seguro que se sintieron en algún momento tristes, desconsolados, sin mucha esperanza, justamente por lo que pasa el protagonista de la obra a lo largo de la vida".

La obra muestra a un hombre que a los siete años comenzó a escribir una lista de cosas por las que vale la pena vivir, mientras está en la sala de espera del hospital donde atienden a su madre que se debate entre la vida y la muerte. La madre suicida y la certeza de la muerte, paradójicamente, lo inspiran a escribir esa lista.

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