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“Cahuaré significa ‘tierra de iguanas’ debido a la abundancia de esta especie en la zona; sin embargo, ya no se ven por ningún lado. Antes se metían hasta en tu casa o comían las frutas que uno cosechaba, incluso, los árboles frutales (jocote y mango) tampoco dan las grandes cantidades que comúnmente los campesinos obtenían, todo eso se acabó pues a las plantas le brotan extrañas plagas debido a los gases que emana la empresa Cales y Morteros del Grijalva”, señaló Fernando Velázquez, miembro del Movimiento Salvemos el Cañón del Sumidero.
La historia de daños ambientales y a la salud por parte de esta empresa es larga, y continúa acrecentándose por los casos aún no cuantificables de muerte por cáncer de pulmón e intestinal o en su caso cardiovasculares, así como por casi 40 por ciento del grueso de la comunidad con problemas respiratorios, de piel y ojos.
En entrevista, María Alejandra Aldama Pérez, una de los principales dirigentes de este movimiento, narró las peripecias que ha tenido que enfrentar para que la empresa Cales y Morteros del Grijalva se retire del polígono de la Reserva del Cañón del Sumidero.
“Nosotros hemos metido demandas, pero todas son detenidas o terminan archivadas, por lo que no vuelven a ver la luz. Y es que la situación sigue, el único logro fue la del Ejército Mexicano, quienes le pidieron a la empresa que no hicieran explosiones pues ocasionaba graves daños a las viviendas en zonas aledañas, además de que repercutía en las paredes rocosas del Cañón del Sumidero; no obstante, actualmente, por las tardes ingresan pipas con agua y durante la noche comienzan a regar los boquetes y nuevamente hacen explosiones pequeñas o controladas”.
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INTERVIENE LA CNDH
Los activistas comentaron que, en diversas ocasiones enviaron demandas y denuncias sobre la calera a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) pero hizo caso omiso y, al contrario, les concedieron licencias de funcionamiento en dos ocasiones a pesar de que el Cañón del Sumidero fue declarado Área Natural Protegida desde el 8 de diciembre de 1980.
Ante esta grave problemática, durante este sexenio, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) emitió 12 recomendaciones a la Semarnat y también al gobierno de Rutilio Escandón Cadenas.
Uno de los puntos medulares del documento girado por la CNDH, señala que las instancias que se encargan de la protección del patrimonio cultural y natural que conforma el “Parque Nacional Cañón del Sumidero” no han sido congruentes, pues prueba de ello son los impactos ambientales negativos ocasionados sobre los ecosistemas terrestres, la atmósfera y la salud de los habitantes de Cahuaré y áreas circunvecinas.
EL ASESINO SILENCIOSO
Claribel Pérez Anaya, ingeniera Industrial por parte del Instituto Tecnológico Regional de Tuxtla Gutiérrez, detalló que cuando la calera comienza con los trabajos de combustión para extraer azufre, se liberan diversos químicos que al mezclarse con el oxígeno forman un componente llamado “petcoke”.
Esto se mantiene suspendido durante mucho tiempo en el ambiente y daña las vías respiratorias, los ojos y la piel, al grado de que, el tiempo de vida de las personas disminuye gradualmente e incluso en adultos afecta al corazón.
“Tan solo por las mañanas, las amas de casa salen a sus patios a lavar ropa y se percatan que en los fregaderos hay residuos negruzcos, parecidos a ceniza, esparcidos en los tambos de agua y suelo, esto te da una idea de lo que respiran todos los días las personas.
Del cien por ciento de la gente de Cahuaré, casi el 40 por ciento padece una enfermedad de problemas pulmonares o dificultades en vías respiratorias, de los cuales el 15 por ciento son niños.
Para poder sobrevivir, se tiene que comprar diversos medicamentos e inhaladores para poder hacer sus actividades de manera normal, costeando 3 mil pesos mensuales.
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Claribel Pérez, mencionó que su hija, la cual es menor de edad, tiene problemas respiratorios a causa de las emanaciones que realiza con frecuencia la empresa y diversos amigos le han recomendado que mejor venda su casa y se mude a Tuxtla, pero ella ha dicho que, ahí creció y a pesar de todo lo que acontece en su colonia es feliz.
A esto, Fernando Velázquez acotó: “cuando son temporadas de calor, la situación se agudiza, a veces te brota mucosidad de la nariz y sin estar enfermo de gripa o tos; las hojas de los árboles se ennegrecen y anhelamos con ansias que arriben las temporadas de lluvia para que ese cielo plomizo y marchito lo diluya el agua y podamos respirar al menos por unos meses, un aire limpio y sin químicos.
Así vivimos todos los días en nuestra hermosa colonia, con la puerta principal de tu casa cerrada, al igual que las ventanas, y tratando de que esos vapores no logren entrar, ataquen a tu familia y deterioren rápidamente la salud de tus hijos”.
