/ viernes 21 de junio de 2019

México sólo administra el problema migratorio, asegura experto

Crear un mercado común con CA es la salida más efectiva para atender la migración en la Frontera Sur, asegura experto que advierte sobre el clima adverso que hay en la región contra ese fenómeno que tiene su caja de resonancia en un estado: Chiapas

Un acuerdo migratorio “más profundo” con Centroamérica es la salida más efectiva a la migración en la Frontera Sur de México. Todo lo demás será parte de una política de contención “fallida” que de una u otra forma será dictada por Estados Unidos de América del Norte, por lo menos de aquí hasta finales del próximo año, concluyó el vocal de la asociación civil “Por Chiapas. Doctores en Administración Pública”, Óscar Isaac Barajas Velasco.

Por medio de la siguiente entrevista, expone los factores por los que hay un “clima negativo” contra ese fenómeno en la zona, contexto que para él no tiene razón de ser porque los estudios demuestran que por increíble que parezca la movilidad de personas en esa región es más o menos la misma que en 2016.


-¿Cómo califica los cambios que México efectuó en su política migratoria a raíz de la amenaza de imposición de aranceles por parte del gobierno de la Unión Americana?

La política migratoria y por ende diplomática del país es pendular. Esos vaivenes dependen de la relación con el vecino del norte. En ocasiones fue durísima, como en el sexenio del presidente Felipe Calderón; a veces fue flexible, como en el mandato del presidente Peña Nieto. En ese periodo, después de respaldarse el Pacto Mundial sobre Migración, México activó un programa inusualmente “relajado” en la Frontera Sur, porque permitía a las personas procedentes de América Central estar hasta un año en el territorio nacional con fines laborales. El presidente López Obrador refrendó esas disposiciones.


-¿Está justificado el endurecimiento de la política migratoria del país en la Frontera Sur?

La visibilidad de las caravanas descontextualizó el fenómeno. El Colegio de la Frontera Norte por medio de un estudio calculó que de 2016 a 2018 el flujo de gente entre México y América Central fue de 70 mil por mes, o sea no recibimos más de lo que recibíamos. El problema es que, por la relajación de la política migratoria, que inició en la administración anterior y que confirmó la actual, quienes migran son más visibles, en términos coloquiales, perdieron la vergüenza y ahora cruzan hasta por centros urbanos; sin embargo el movimiento poblacional no creció de manera significativa.


-Si la movilidad de personas aún está dentro de los parámetros normales, ¿por qué alarma la migración en la Frontera Sur?

Los conflictos que hoy vivimos en esa zona tienen que ver más con la parte social y resabios de xenofobia y nacionalismo que tenemos por ahí. La gente de Centroamérica también tiene sus malos recuerdos de la parte mexicana. A ello hay que añadir la presión de Estados Unidos. No hay duda. Hay un clima negativo para la migración.


-¿Por qué de manera repentina el gobierno de la Unión Americana solicitó a su homólogo en México fortalecer su política migratoria, sobre todo en la Frontera Sur?

Por dos motivos. El primero, la elección presidencial del 2020 en el vecino del norte. El segundo, a la postre el menos comentado: el lanzamiento de la amenaza de imposición de aranceles a las importaciones mexicanas coincidió con la entrega de los resultados de la investigación a la que el Buró Federal de Investigación sometió al presidente Trump en el último año y medio por posible colusión y obstrucción de la justicia, en el caso de la injerencia de Rusia en la votación que ganó en 2016.

El Departamento de Justicia de Estados Unidos decidió no hacer públicas las conclusiones, no darle curso legal al asunto. Müller, el fiscal a cargo de la indagación, renuncia y efectúa un berrinche mediático. Al estar en el ojo del huracán, Trump aprovecha las características de su base política y canaliza toda su energía hacia México.

El también docente de la Escuela Bancaria y Comercial, Campus Chiapas, dice que los partidarios de Trump tienen la idea de que los “políticos profesionales” de Washington están en contra de él. Además, piensan que otro de los grandes males de su país es el flujo migratorio de gente de México y América Central, a pesar de que estudios demuestran que desde 2013 México tiene más absorción que expulsión de migrantes.

“Trump se ha hecho muy hábil en manejar estos temas de política a discreción de él, de forma de que cuando le pegan por un lado pues tiene la carta mediática de otro. Es un tipo de caja china (…) Realmente somos en este caso un escape para la presión política de Donald Trump”, afirma.


-¿En la práctica qué tan exitoso o no fue el resultado de las negociaciones entre los gobiernos de México y de la Unión Americana ante la amenaza de la imposición de aranceles de parte del segundo?

Hay que considerar la gran asimetría con el vecino del norte. Estados Unidos aún es la primera potencia económica y nuclear mundial. Compartimos cerca de dos mil millas de frontera. No es cosa menor. Puede ser una ventaja comercial y también un factor de vulnerabilidad. No pienso que la negociación era particularmente importante.

La delegación mexicana consiguió algo que quizás Estados Unidos y el presidente Trump ya había concedido desde antes, que era aplazar la entrada en vigor de los aranceles y probar la efectividad de la herramienta de presionar a México.



-¿La solución al fenómeno migratorio en la Frontera Sur pasa exclusivamente por la inversión y el mejoramiento de la calidad de vida en Centroamérica?

La salida pasa por un acuerdo migratorio más profundo tendiente a llegar a un mercado común en el que haya libre tránsito humano. Desde el punto de vista moral no podemos detener a gente que huye de conflictos bélicos o del hambre. No hay referente moral y jurídico que sea válido. Las fallas estructurales de la economía y los tratados deben llevar a generar una especie de contrato social en el que la persona recupere el papel primordial del gobierno y la economía. Más allá que política internacional, la migración es un tema de derechos humanos.

Para Barajas Velasco, toda acción alejada del último planteamiento, como las que ahora vemos en Chiapas, está condenada al fracaso: “Lo que vamos a terminar viendo son políticas de contención que van a seguir siendo más o menos fallidas”.


-¿México desactivó de manera definitiva la amenaza arancelaria?; ¿el país estará a salvo de las presiones de Trump sobre su política migratoria?

La coyuntura migratoria está bajo el influjo de la política local estadounidense. La presión al gobierno de México en materia comercial y migratoria es algo que Trump usará de manera recurrente de aquí a las elecciones del año 2020, si es que no ocurre algo antes. Hay algo más detrás de todo esto: el régimen de la Casa Blanca tiene interés en México, aunque no en los primeros planos de la política.

Las prácticas contra los migrantes mexicanos por parte de la Unión Americana, como la separación de familias, así como persecución y/o muerte, rayan en violaciones a los derechos humanos. Eso ya nos debería encender focos rojos de las posibles consecuencias de lo que puede llegar esto.

Un acuerdo migratorio “más profundo” con Centroamérica es la salida más efectiva a la migración en la Frontera Sur de México. Todo lo demás será parte de una política de contención “fallida” que de una u otra forma será dictada por Estados Unidos de América del Norte, por lo menos de aquí hasta finales del próximo año, concluyó el vocal de la asociación civil “Por Chiapas. Doctores en Administración Pública”, Óscar Isaac Barajas Velasco.

Por medio de la siguiente entrevista, expone los factores por los que hay un “clima negativo” contra ese fenómeno en la zona, contexto que para él no tiene razón de ser porque los estudios demuestran que por increíble que parezca la movilidad de personas en esa región es más o menos la misma que en 2016.


-¿Cómo califica los cambios que México efectuó en su política migratoria a raíz de la amenaza de imposición de aranceles por parte del gobierno de la Unión Americana?

La política migratoria y por ende diplomática del país es pendular. Esos vaivenes dependen de la relación con el vecino del norte. En ocasiones fue durísima, como en el sexenio del presidente Felipe Calderón; a veces fue flexible, como en el mandato del presidente Peña Nieto. En ese periodo, después de respaldarse el Pacto Mundial sobre Migración, México activó un programa inusualmente “relajado” en la Frontera Sur, porque permitía a las personas procedentes de América Central estar hasta un año en el territorio nacional con fines laborales. El presidente López Obrador refrendó esas disposiciones.


-¿Está justificado el endurecimiento de la política migratoria del país en la Frontera Sur?

La visibilidad de las caravanas descontextualizó el fenómeno. El Colegio de la Frontera Norte por medio de un estudio calculó que de 2016 a 2018 el flujo de gente entre México y América Central fue de 70 mil por mes, o sea no recibimos más de lo que recibíamos. El problema es que, por la relajación de la política migratoria, que inició en la administración anterior y que confirmó la actual, quienes migran son más visibles, en términos coloquiales, perdieron la vergüenza y ahora cruzan hasta por centros urbanos; sin embargo el movimiento poblacional no creció de manera significativa.


-Si la movilidad de personas aún está dentro de los parámetros normales, ¿por qué alarma la migración en la Frontera Sur?

Los conflictos que hoy vivimos en esa zona tienen que ver más con la parte social y resabios de xenofobia y nacionalismo que tenemos por ahí. La gente de Centroamérica también tiene sus malos recuerdos de la parte mexicana. A ello hay que añadir la presión de Estados Unidos. No hay duda. Hay un clima negativo para la migración.


-¿Por qué de manera repentina el gobierno de la Unión Americana solicitó a su homólogo en México fortalecer su política migratoria, sobre todo en la Frontera Sur?

Por dos motivos. El primero, la elección presidencial del 2020 en el vecino del norte. El segundo, a la postre el menos comentado: el lanzamiento de la amenaza de imposición de aranceles a las importaciones mexicanas coincidió con la entrega de los resultados de la investigación a la que el Buró Federal de Investigación sometió al presidente Trump en el último año y medio por posible colusión y obstrucción de la justicia, en el caso de la injerencia de Rusia en la votación que ganó en 2016.

El Departamento de Justicia de Estados Unidos decidió no hacer públicas las conclusiones, no darle curso legal al asunto. Müller, el fiscal a cargo de la indagación, renuncia y efectúa un berrinche mediático. Al estar en el ojo del huracán, Trump aprovecha las características de su base política y canaliza toda su energía hacia México.

El también docente de la Escuela Bancaria y Comercial, Campus Chiapas, dice que los partidarios de Trump tienen la idea de que los “políticos profesionales” de Washington están en contra de él. Además, piensan que otro de los grandes males de su país es el flujo migratorio de gente de México y América Central, a pesar de que estudios demuestran que desde 2013 México tiene más absorción que expulsión de migrantes.

“Trump se ha hecho muy hábil en manejar estos temas de política a discreción de él, de forma de que cuando le pegan por un lado pues tiene la carta mediática de otro. Es un tipo de caja china (…) Realmente somos en este caso un escape para la presión política de Donald Trump”, afirma.


-¿En la práctica qué tan exitoso o no fue el resultado de las negociaciones entre los gobiernos de México y de la Unión Americana ante la amenaza de la imposición de aranceles de parte del segundo?

Hay que considerar la gran asimetría con el vecino del norte. Estados Unidos aún es la primera potencia económica y nuclear mundial. Compartimos cerca de dos mil millas de frontera. No es cosa menor. Puede ser una ventaja comercial y también un factor de vulnerabilidad. No pienso que la negociación era particularmente importante.

La delegación mexicana consiguió algo que quizás Estados Unidos y el presidente Trump ya había concedido desde antes, que era aplazar la entrada en vigor de los aranceles y probar la efectividad de la herramienta de presionar a México.



-¿La solución al fenómeno migratorio en la Frontera Sur pasa exclusivamente por la inversión y el mejoramiento de la calidad de vida en Centroamérica?

La salida pasa por un acuerdo migratorio más profundo tendiente a llegar a un mercado común en el que haya libre tránsito humano. Desde el punto de vista moral no podemos detener a gente que huye de conflictos bélicos o del hambre. No hay referente moral y jurídico que sea válido. Las fallas estructurales de la economía y los tratados deben llevar a generar una especie de contrato social en el que la persona recupere el papel primordial del gobierno y la economía. Más allá que política internacional, la migración es un tema de derechos humanos.

Para Barajas Velasco, toda acción alejada del último planteamiento, como las que ahora vemos en Chiapas, está condenada al fracaso: “Lo que vamos a terminar viendo son políticas de contención que van a seguir siendo más o menos fallidas”.


-¿México desactivó de manera definitiva la amenaza arancelaria?; ¿el país estará a salvo de las presiones de Trump sobre su política migratoria?

La coyuntura migratoria está bajo el influjo de la política local estadounidense. La presión al gobierno de México en materia comercial y migratoria es algo que Trump usará de manera recurrente de aquí a las elecciones del año 2020, si es que no ocurre algo antes. Hay algo más detrás de todo esto: el régimen de la Casa Blanca tiene interés en México, aunque no en los primeros planos de la política.

Las prácticas contra los migrantes mexicanos por parte de la Unión Americana, como la separación de familias, así como persecución y/o muerte, rayan en violaciones a los derechos humanos. Eso ya nos debería encender focos rojos de las posibles consecuencias de lo que puede llegar esto.

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