La Diócesis de Tapachula hizo el llamado a feligreses a no relajar las medidas contra el Covid-19 ante el riesgo de una tercera ola del virus, la cual está latente ante el próximo periodo vacacional de semana santa.
En su mensaje dominical, el Obispo Jaime Calderón Calderón señaló que la enfermedad seguramente durará más tiempo entre la población por lo que exhortó al cuidado de la salud y a continuar con los protocolos sanitarios.
Monseñor Calderón dijo que es necesario continuar reforzando madura y responsablemente el protocolo de salud en los espacios públicos, reconoció que no se puede vivir eternamente aislados, pero hizo énfasis en que si se pueden crear atmósferas sanas y comprometidas con el cuidado de la salud de todos.
Expuso que como familia católica diocesana se seguirá con el compromiso de ofrecer los servicios pastorales, sanos y seguros, acostumbrados en la Semana Santa, agregó que en cada parroquia de la Diócesis de Tapachula se informará debida y oportunamente sobre las modalidades y los horarios correspondientes de las celebraciones.
Expuso que la secretaria de salud nacional y estatal, durante estos días han expresado la preocupación de un posible rebrote de Covid-19 después del ya cercano periodo vacacional de la Semana Santa y recordó que se había determinado cerrar las playas y los balnearios públicos, aunque dicha determinación se revocó casi inmediatamente, por inconformidad de las familias que viven de estos comercios.
Al hacer referencia al itinerario cuaresmal el obispo indicó que se está cada vez más cerca de la celebración del misterio pascual e hizo referencia a la muerte del Señor Jesús que dio su vida en la donación de sí mismo a sus hermanos en una dinámica en pro de la salvación de muchos, e indicó que la vida solo se puede dar a cambio de más vida.
En el comunicado hace el cuestionamiento ¿Puede funcionar el mundo sin política? ¿Puede haber un camino eficaz hacia la fraternidad universal y la paz social sin una buena política? Y señala que con estas preguntas el Papa Francisco, habla de la rehabilitación de la política y de la necesidad de ella en el camino hacia una verdadera fraternidad universal, señala que se requiere de una política que piense con visión amplia, y que lleve adelante un replanteo integral, incorporando en un diálogo interdisciplinario los diversos aspectos de la crisis.
Concluye que una sana política, es capaz de reformar las instituciones, coordinarlas y dotarlas de mejores prácticas, que permitan superar presiones e inercias viciosas.
