La delincuencia no sólo acampa en las ciudades o cabeceras municipales, sino también en las comunidades, ejidos y fracciones, que sufren por el incremento de delitos, por lo que, sus habitantes piden a las tres órdenes de gobierno, mayor compromiso de las autoridades policiacas, para contar con la presencia de patrullajes de manera constante.
El productor cafetalero y encargado del transporte ejidal en el ejido Felipe Carrillo Puerto de Tapachula, Mario Barrios Albores, indicó que el tema de la seguridad es un asunto pendiente de las autoridades que dicen encabezar la cuarta transformación, ya que prometieron un cambio que hasta ahora no ha sucedido.
Explicó que en el ejido Carillo Puerto, que sobresale por la producción de café, los asaltos son constantes, principalmente en las huertas roban el café a plena luz del día, ante la impunidad que prevalece en esta comunidad.
Asimismo, el transporte ejidal ha sufrido severamente de asaltos durante sus recorridos, donde delincuentes ponen trampas en el camino y con armas de fuego despojan a los choferes de la cuenta del día y de paso a los pasajeros les roban sus pertenencias.
Mencionó que aunque han solicitado mayor presencia policíaca a través de patrullajes, no han sido escuchados e incluso, el mes pasado, ninguna patrulla hizo presencia en la comunidad.
Comentó que el Ejido Felipe Carrillo Puerto es grande, ya que, contempla a comunidades como Fracción San Agustín Jitotol, Fracción Hermosillo, Los Ángeles, San Joaquín, por lo que son alrededor de 8 mil habitantes, que a diario están desamparados a merced de los delincuentes.
Agregó que en las comunidades, a diferencia de las cabeceras municipales, donde operan células de pandillas centroamericanas, los delincuentes son del mismo lugar o de sitios aledaños, por lo que les es fácil saber las actividades que realizan sus víctimas.
Lamentó que con los nuevos procedimientos penales, los delincuentes nunca llegan a ser encarcelados, peor aún, regresan con sentimientos de venganza en contra de quienes los acusaron, por lo que, todos los habitantes, viven en constante riesgo, sin que la autoridad vele por la seguridad.