En los rincones oscuros y silenciosos de este histórico municipio, aún resuenan los relatos de la Tishanila, una enigmática mujer de belleza extraordinaria que, según la tradición oral, seducía a hombres trasnochados en las primeras décadas del siglo XX.
El cronista Carmen Nandayapa, presidente del Consejo de la Crónica Municipal, revive esta historia que mezcla misterio y cultura popular. Describe cómo, en aquellos años sin electricidad, cuando las calles empedradas de Chiapa de Corzo se iluminaban tenuemente con faroles de vela, esta figura aparecía al final de los bailes que animaban las noches al son de la marimba de los hermanos Aquino, conocidos como "Los Cuachi".
La Tishanila, como la llaman, emergía en la penumbra vestida de blanco, con un velo que ocultaba su rostro y un cabello negro que caía en cascada. Su figura, flotando entre las sombras, solía aparecer en lugares emblemáticos como la plaza de armas, la Pochota, el parque central o la fuente colonial. Su presencia era irresistible: con solo un movimiento de sus manos, hechizaba a los hombres que, al seguirla, perdían el conocimiento.
Al despertar, los desafortunados eran encontrados en lugares inhóspitos, como matorrales llenos de espinas o en los márgenes del río Chiquito. Según Nandayapa, quienes vivieron esta experiencia no recordaban lo sucedido, dejando un aire de incertidumbre y temor entre los habitantes.
Aunque con el tiempo la leyenda ha perdido fuerza, el cronista asegura que aún hay quienes afirman haber tenido encuentros con esta figura espectral. Sin embargo, muchos prefieren el anonimato, temerosos de ser juzgados o etiquetados como poco creíbles.
"La Tishanila es parte del folclore de Chiapa de Corzo, una muestra de cómo las historias transmitidas de generación en generación enriquecen nuestra identidad", menciona Nandayapa.
El relato de la Tishanila no solo despierta curiosidad, sino que también invita a reflexionar sobre la relación entre lo sobrenatural y las tradiciones culturales que perviven en los pueblos de Chiapas. Su figura, ya sea real o imaginaria, sigue siendo un símbolo del misterio que envuelve las noches de Chiapa de Corzo.
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