Debido a que Tuxtla Gutiérrez se ubica en una zona de vulnerabilidad hidráulica, de deslizamientos, asentamientos y sismos, un alto número de viviendas presenta daños, la zona es muy húmeda, se presentan procesos de filtración en el subsuelo, corrosión en las losas y asentamientos de viviendas, que en muchos casos ponen en riesgo a familias y en otros la casa se vuelve inhabitable.
El experto en ingeniería civil, miembro de la Federación de Colegios de Ingenieros Civiles y académico de la Universidad Autónoma de Chiapas, Francisco Alonso Farrera, propone un proceso de evaluación permanente de las viviendas acompañado de las autoridades de los tres niveles de gobierno en la capital para conocer el grado de daños, mecanismos de rescate, protección de las familias y evitar desastres, más aun por confinamiento debido a la pandemia del Covid 19.
Durante una conferencia magistral en el marco de la semana de ingeniería civil en Chiapas, expuso que el crecimiento poblacional de la capital, más exponencialmente a partir de 1970 con la construcción de las presas de la cuenca del río Grijalva, la migración procedente de diversos municipios como consecuencia de los conflictos sociales y por condiciones de marginación y pobreza, ha causado una fuerte presión sobre el suelo en Tuxtla Gutiérrez.
Alonso Farrera comentó que la zona urbana de la capital ya no puede seguir creciendo hacia los cerros y debe aplicarse un modelo de construcción que respete y genere orden en el territorio, la mayor presión sobre las partes medias y altas de las cuencas está en el norte de la ciudad.
Ejemplificó el experto que crecimiento desordenado que ha vivido Tuxtla Gutiérrez la ocupación irregular que enfrentó durante muchos años el Parque Nacional Cañón del Sumidero, aunque se ha desocupado en los últimos dos años, pero tenemos que ajustarnos a las recomendaciones del Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED).
Expuso que lamentablemente autorizado por autoridades municipales se han construido colonias completas en Tuxtla Gutiérrez en zonas no aptas para ello por ser zonas de alto riesgo, ahora miles de viviendas requieren mantenimiento a partir de una evaluación diagnóstica.
Consideró que muchas podrán ser rescatadas, otras seguramente podría determinarse su no uso, a partir de conocer el factor de daño, de acción y de urgencias, para proteger vidas humadas y seguridad de las familias, la situación de calles y banquetas son un indicador del daño a la vivienda.
Otro ejemplo de la vulnerabilidad de la vivienda en la capital es que el sismo del 7 de septiembre del 2017 causó severos daños a viviendas en la capital y a la fecha aún existen familias que a pesar de haber sido censadas por la secretaría de Desarrollo Urbano, Territorial y Agrario, la extinta secretaría de Desarrollo Social, se quejan que no han sido atendidos.
