/ viernes 31 de mayo de 2019

Naturaleza calcinada en la Frailesca

El incendio más grande en 20 años siniestró 800 de las más de cuatro mil hectáreas en cerro Nambiyiguá

“Se me rompió el corazón, de tanto dolor no pude contener mis lágrimas”, dice Leydi una de las voluntarias que acudieron al rescate de animales durante el incendio del cerro Nambiyiguá, uno de los más grandes y emblemáticos de Villaflores, municipio de la región Frailesca.

La tierra agrietada, restos de animales y vegetación carbonizados, así como el olor a quemado impregnan el ambiente. Un siniestro que acabó con casi 800 de las más de cuatro mil hectáreas que tiene esta zona, cuya fauna y flora son endémicas del sur de México y que se vieron severamente afectadas.

Es triste y desolador, agrega Leydi Edith García Ruiz, la joven rescatista de 23 años de edad que junto con su esposo Darwin Robertoni Molina Pérez, de 29 años, fueron de los primeros en ayudar y sobre todo atender a los animales que huían desorientados y despavoridos en busca de un refugio lejos de las llamas.


FUE UN INFIERNO

La chispa que desató el mayor incendio en 20 años en Nambiyiguá se dio el 13 de abril y el fuego fue sofocado el 24, 11 largos días en los que cientos de brigadistas voluntarios, apagafuegos de los comités locales de Protección Civil, así como de los tres niveles de gobierno dieron batalla día y noche.

Desde el aire un helicóptero MI-17 de la Marina y Armada de México se abrió paso entre la humareda para sumarse a las tareas. El corazón siente una dolorosa punzada al ver como muchas especies acabaron. La imagen desgarradora de una manada de cachorros caninos de un mes se quedó calcada con ceniza en la mente.

Con la protección básica necesaria, algunas herramientas, agua y alimentos ingresaron a la zona en la primera oportunidad, a pesar que el humo y lengüetadas de fuego amenazaron su vida.

Leydi sostiene que después de un largo camino “rescatamos a seis perros, uno más murió cuando recibía atención veterinaria y hallamos los 11 cachorros calcinados”.



ELLA ENFERMÓ, PERO NO SE DETIENE

En casa trazaron un plan de trabajo, con el apoyo de Claudia Edwards, volvieron y al grupo se unieron los médicos y veterinarios Adabella López, Paulina Moreno, Ricardo López, Isaac Morales, Daniel Trejo y Alexander Ramírez con ánimo y ganas de ayudar a quienes más lo necesitaban: Los animales.

En otra excursión encontraron tarántulas, serpientes y tortugas casquito que buscaban sobrevivir al terreno caliente, donde además un importante ojo de agua se secó.

El fuego que durante las noches pintó de rojo el cielo de Nambiyiguá oscureció, aunado a otros incendios en la entidad, la capital con una espesa bruma como la vivida en 1998, la peor a la fecha en Chiapas.

Puso en riesgo a otras especies como venados cola blanca, zorros, tigrillos, monos, tepezcuintles, serpientes e innumerables especies de insectos y aves, entre ellas el pavón, único en el sureste mexicano, símbolo del Zoológico “Miguel Álvarez del Toro” y emblema del estado.


ESPADAÑA, MÁS CERCA DE LA EXTINCIÓN

En Nambiyiguá hay al menos cuatro zonas donde a más de dos mil metros sobre el nivel del mar crece la flor de espadaña (“dioon merolae”) del grupo de las cícadas; una rara especie de palmera de aspecto prehistórico que es usada del 1 al 5 de mayo por los llamados “hojeros” en los festejos de la Santa Cruz con lo que se adornan bellos altares y está arraigada en la tradición zoque.

La joven menciona que las regiones donde la planta crecía se vieron afectadas por la ola de fuego que arrasó con todo hasta dejar sólo troncos; en una se contabilizaron más de 40 plantas carbonizadas.

La importancia de conservar esta flor de belleza peculiar y lento crecimiento va más allá de la tradición, puesto que las colonias son cada vez más escazas, por lo que la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales del gobierno federal estableció un programa para su conservación a partir de la NOM59-SEMARNAT-2001, aunque la flor es muy solicitada para la mencionada celebración chiapaneca y sobre todo muy apreciada en el mercado negro.

El incendio también desató la ambición de los cazadores que armados con rifles salieron en busca de los animales para venderlos, hubo algunos negocios que vendieron la carne de estos.

Incluso con gran descaro un mototaxista llegó a vender un venado en la cabecera municipal de Villaflores, sin que las autoridades locales hicieran algo.



RESTAURACIÓN NATURAL

Para Miguel, uno de los brigadistas que trabajó durante el incendio, éste ha sido uno de los desastres más grandes que ha golpeado a la región Frailesca; sin olvidar, el terremoto de septiembre de 2017 o la estela de muerte y destrucción que dejó el huracán “Stan” la noche del 4 de octubre de 2005.

Para Dilex Sánchez, un ambientalista con más de 16 años de experiencia indica que por su extensión el cerro debe declararse área natural protegida y considera que el sitio no necesitará reforestación ajena, puesto que debe ser natural: la fauna y flora crecerán, con la ayuda de agentes de primera línea como las abejas que polinizarán, los murciélagos que son dispersores de semillas, al igual que iguanas, zorros, mapaches y otros animales.

En este contexto, la secretaria del Medio Ambiente e Historia Natural, María del Rosario Bonifaz, aseguró que en Chiapas se pierden 65 mil hectáreas forestales cada año, y las principales causas son la excesiva deforestación, las quemas agrícolas y las actividades pecuarias.

Sobre todo, reveló que el 60 por ciento de las deflagraciones se debe a la quema de pastos para la siembra de maíz, una práctica arraigada no sólo en la entidad, sino en los estados del Sur.

La funcionaria reconoció que la depredación de bosques y selvas ha provocado el aumento de las temperaturas, impactando en el cambio climático que se ha agravado este 2019.

Chiapas tiene 46 áreas naturales protegidas, de las cuales 21 son federales y 25 estatales, con una masa verde aproximada de un millón 300 mil hectáreas, cuatro sitios de humedales de importancia internacional (Ramsar), dos grandes cuencas que son El Grijalva y el Usumacinta y al menos el 10 por ciento de los recursos hídricos de México.

El 5 junio habrá una jornada de reforestación en el cerro en el marco del Día Mundial del Medio Ambiente.


La recuperación del bosque será lenta y natural gracias a agentes de primera línea: Abejas que polinizan, murciélagos y mamíferos que dispersan semillas.

“Se me rompió el corazón, de tanto dolor no pude contener mis lágrimas”, dice Leydi una de las voluntarias que acudieron al rescate de animales durante el incendio del cerro Nambiyiguá, uno de los más grandes y emblemáticos de Villaflores, municipio de la región Frailesca.

La tierra agrietada, restos de animales y vegetación carbonizados, así como el olor a quemado impregnan el ambiente. Un siniestro que acabó con casi 800 de las más de cuatro mil hectáreas que tiene esta zona, cuya fauna y flora son endémicas del sur de México y que se vieron severamente afectadas.

Es triste y desolador, agrega Leydi Edith García Ruiz, la joven rescatista de 23 años de edad que junto con su esposo Darwin Robertoni Molina Pérez, de 29 años, fueron de los primeros en ayudar y sobre todo atender a los animales que huían desorientados y despavoridos en busca de un refugio lejos de las llamas.


FUE UN INFIERNO

La chispa que desató el mayor incendio en 20 años en Nambiyiguá se dio el 13 de abril y el fuego fue sofocado el 24, 11 largos días en los que cientos de brigadistas voluntarios, apagafuegos de los comités locales de Protección Civil, así como de los tres niveles de gobierno dieron batalla día y noche.

Desde el aire un helicóptero MI-17 de la Marina y Armada de México se abrió paso entre la humareda para sumarse a las tareas. El corazón siente una dolorosa punzada al ver como muchas especies acabaron. La imagen desgarradora de una manada de cachorros caninos de un mes se quedó calcada con ceniza en la mente.

Con la protección básica necesaria, algunas herramientas, agua y alimentos ingresaron a la zona en la primera oportunidad, a pesar que el humo y lengüetadas de fuego amenazaron su vida.

Leydi sostiene que después de un largo camino “rescatamos a seis perros, uno más murió cuando recibía atención veterinaria y hallamos los 11 cachorros calcinados”.



ELLA ENFERMÓ, PERO NO SE DETIENE

En casa trazaron un plan de trabajo, con el apoyo de Claudia Edwards, volvieron y al grupo se unieron los médicos y veterinarios Adabella López, Paulina Moreno, Ricardo López, Isaac Morales, Daniel Trejo y Alexander Ramírez con ánimo y ganas de ayudar a quienes más lo necesitaban: Los animales.

En otra excursión encontraron tarántulas, serpientes y tortugas casquito que buscaban sobrevivir al terreno caliente, donde además un importante ojo de agua se secó.

El fuego que durante las noches pintó de rojo el cielo de Nambiyiguá oscureció, aunado a otros incendios en la entidad, la capital con una espesa bruma como la vivida en 1998, la peor a la fecha en Chiapas.

Puso en riesgo a otras especies como venados cola blanca, zorros, tigrillos, monos, tepezcuintles, serpientes e innumerables especies de insectos y aves, entre ellas el pavón, único en el sureste mexicano, símbolo del Zoológico “Miguel Álvarez del Toro” y emblema del estado.


ESPADAÑA, MÁS CERCA DE LA EXTINCIÓN

En Nambiyiguá hay al menos cuatro zonas donde a más de dos mil metros sobre el nivel del mar crece la flor de espadaña (“dioon merolae”) del grupo de las cícadas; una rara especie de palmera de aspecto prehistórico que es usada del 1 al 5 de mayo por los llamados “hojeros” en los festejos de la Santa Cruz con lo que se adornan bellos altares y está arraigada en la tradición zoque.

La joven menciona que las regiones donde la planta crecía se vieron afectadas por la ola de fuego que arrasó con todo hasta dejar sólo troncos; en una se contabilizaron más de 40 plantas carbonizadas.

La importancia de conservar esta flor de belleza peculiar y lento crecimiento va más allá de la tradición, puesto que las colonias son cada vez más escazas, por lo que la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales del gobierno federal estableció un programa para su conservación a partir de la NOM59-SEMARNAT-2001, aunque la flor es muy solicitada para la mencionada celebración chiapaneca y sobre todo muy apreciada en el mercado negro.

El incendio también desató la ambición de los cazadores que armados con rifles salieron en busca de los animales para venderlos, hubo algunos negocios que vendieron la carne de estos.

Incluso con gran descaro un mototaxista llegó a vender un venado en la cabecera municipal de Villaflores, sin que las autoridades locales hicieran algo.



RESTAURACIÓN NATURAL

Para Miguel, uno de los brigadistas que trabajó durante el incendio, éste ha sido uno de los desastres más grandes que ha golpeado a la región Frailesca; sin olvidar, el terremoto de septiembre de 2017 o la estela de muerte y destrucción que dejó el huracán “Stan” la noche del 4 de octubre de 2005.

Para Dilex Sánchez, un ambientalista con más de 16 años de experiencia indica que por su extensión el cerro debe declararse área natural protegida y considera que el sitio no necesitará reforestación ajena, puesto que debe ser natural: la fauna y flora crecerán, con la ayuda de agentes de primera línea como las abejas que polinizarán, los murciélagos que son dispersores de semillas, al igual que iguanas, zorros, mapaches y otros animales.

En este contexto, la secretaria del Medio Ambiente e Historia Natural, María del Rosario Bonifaz, aseguró que en Chiapas se pierden 65 mil hectáreas forestales cada año, y las principales causas son la excesiva deforestación, las quemas agrícolas y las actividades pecuarias.

Sobre todo, reveló que el 60 por ciento de las deflagraciones se debe a la quema de pastos para la siembra de maíz, una práctica arraigada no sólo en la entidad, sino en los estados del Sur.

La funcionaria reconoció que la depredación de bosques y selvas ha provocado el aumento de las temperaturas, impactando en el cambio climático que se ha agravado este 2019.

Chiapas tiene 46 áreas naturales protegidas, de las cuales 21 son federales y 25 estatales, con una masa verde aproximada de un millón 300 mil hectáreas, cuatro sitios de humedales de importancia internacional (Ramsar), dos grandes cuencas que son El Grijalva y el Usumacinta y al menos el 10 por ciento de los recursos hídricos de México.

El 5 junio habrá una jornada de reforestación en el cerro en el marco del Día Mundial del Medio Ambiente.


La recuperación del bosque será lenta y natural gracias a agentes de primera línea: Abejas que polinizan, murciélagos y mamíferos que dispersan semillas.

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