/ martes 30 de enero de 2018

Papa Francisco envía delegado a Chile para investigar acusaciones contra obispo

El enviado será Charles Scicluna, arzobispo de Malta, quien fungió como promotor de justicia

Ciudad del Vaticano.- El Papa Francisco decidió enviar personalmente a Chile a un delegado para investigar las acusaciones lanzadas contra el obispo de Osorno, Juan Barros Madrid, por su presunto encubrimiento de un sacerdote que abusó sexualmente de menores.

En una breve declaración, la sala de prensa de la Santa Sede anunció que el enviado papal será Charles Scicluna, arzobispo de Malta, quien fungió, durante años, como promotor de justicia (fiscal eclesiástico) del Vaticano para los casos de “delicta graviora” (los delitos graves cometidos por sacerdotes).

El prelado viajará en breve a Santiago de Chile “para escuchar a quienes han manifestado la voluntad de dar a conocer elementos que poseen” contra Barros, quien es acusado de haber visto y participado en ataques cometidos por el poderoso sacerdote Fernando Karadima.

En la actualidad Scicluna funge como presidente del Colegio para el Examen de los Recursos en la Congregación para la Doctrina de la Fe, una especie de tribunal de segunda instancia para los juicios canónicos por abuso.

Pero, sobre todo, es recordado por haber sido el responsable de investigar (en 2005) las acusaciones contra Marcial Maciel Degollado, fundador de la congregación de los Legionarios de Cristo. Sus pesquisas llevaron al Papa Benedicto XVI a emitir una sanción contra el sacerdote mexicano, en mayo de 2006.

Gracias a su trabajo como promotor de Justicia, entre 2002 y 2012, Scicluna se ganó en la Curia Romana el apelativo de “hombre duro”, también por haber procesado en los tribunales eclesiásticos a más de cinco mil sacerdotes en todo el mundo.

Su labor sirvió para forjar la política de “tolerancia cero” en el pontificado de Joseph Ratzinger, lo suficientemente reconocida por las víctimas y los críticos más duros, quienes muchas veces consideraron insuficientes las medidas aplicadas por el líder católico.

El caso del obispo Barros contaminó la reciente visita a Chile del Papa, quien no sólo se mostró varias veces de manera pública cerca del pastor de Osorno, sino que lo defendió en una declaración espontánea a unos periodistas en Iquique, el 18 de enero.

“El día que me traigan una prueba contra el obispo Barros, ahí voy a hablar. No hay una sola prueba en contra. Es todo calumnia. ¿Está claro?”, dijo Jorge Mario Bergoglio, visiblemente ofuscado por la pregunta.

Pocas horas después, salieron al cruce del mismo pontífice Juan Carlos Cruz, James Hamilton y José Andrés Murillo, las tres víctimas reconocidas de Karadima, el sacerdote que durante años ejerció gran poder en la Iglesia chilena desde su puesto de párroco de la iglesia del Bosque, ubicada en el corazón de un barrio tradicional y conservador de Santiago.

“Lo que ha hecho el Papa hoy es ofensivo y es doloroso. Esto no es una cruzada en contra de la Iglesia católica, nuestra lucha es contra el abuso sexual, el encubrimiento, el abuso sicológico y el silenciamiento de estos abusos”, indicaron en una declaración pública.

Estos tres hombres, que fueron pupilos de Karadima, denunciaron sus abusos primero dentro de la estructura eclesial y después en público. Sus testimonios permitieron que el sacerdote fuera condenado por el mismo Vaticano, en 2011.

Ellos han acusado abiertamente a Barros de conocer toda la verdad sobre los abusos del sacerdote, de quien fue secretario privado y cercano colaborador durante años, pero haberlos callado. Incluso llegaron a señalar que había presenciado algunos de los ataques.

Sin embargo, el pontífice aseguró que no existen evidencias del argumentado encubrimiento. El caso de Barros se estudió, se reestudió, y no hay evidencias. No tengo evidencias para condenar. Y ahí si yo condenara sin evidencias o sin certeza moral, cometería yo un delito de mal juez”, explicó.

A bordo del avión papal, tres su visita apostólica a Chile y Perú, Jorge Mario Bergoglio aclaró que –más allá de su convicción anterior-, está abierto a recibir los testimonios del mencionado encubrimiento.

“No hay evidencia de culpabilidad, más bien parece que no se van a encontrar porque hay una coherencia en otro sentido. Con base en ese no haber evidencias, yo espero alguna evidencia para cambiar de postura, si no aplico el principio jurídico básico en todo tribunal ninguno es malo hasta que se pruebe”, estableció.

Ciudad del Vaticano.- El Papa Francisco decidió enviar personalmente a Chile a un delegado para investigar las acusaciones lanzadas contra el obispo de Osorno, Juan Barros Madrid, por su presunto encubrimiento de un sacerdote que abusó sexualmente de menores.

En una breve declaración, la sala de prensa de la Santa Sede anunció que el enviado papal será Charles Scicluna, arzobispo de Malta, quien fungió, durante años, como promotor de justicia (fiscal eclesiástico) del Vaticano para los casos de “delicta graviora” (los delitos graves cometidos por sacerdotes).

El prelado viajará en breve a Santiago de Chile “para escuchar a quienes han manifestado la voluntad de dar a conocer elementos que poseen” contra Barros, quien es acusado de haber visto y participado en ataques cometidos por el poderoso sacerdote Fernando Karadima.

En la actualidad Scicluna funge como presidente del Colegio para el Examen de los Recursos en la Congregación para la Doctrina de la Fe, una especie de tribunal de segunda instancia para los juicios canónicos por abuso.

Pero, sobre todo, es recordado por haber sido el responsable de investigar (en 2005) las acusaciones contra Marcial Maciel Degollado, fundador de la congregación de los Legionarios de Cristo. Sus pesquisas llevaron al Papa Benedicto XVI a emitir una sanción contra el sacerdote mexicano, en mayo de 2006.

Gracias a su trabajo como promotor de Justicia, entre 2002 y 2012, Scicluna se ganó en la Curia Romana el apelativo de “hombre duro”, también por haber procesado en los tribunales eclesiásticos a más de cinco mil sacerdotes en todo el mundo.

Su labor sirvió para forjar la política de “tolerancia cero” en el pontificado de Joseph Ratzinger, lo suficientemente reconocida por las víctimas y los críticos más duros, quienes muchas veces consideraron insuficientes las medidas aplicadas por el líder católico.

El caso del obispo Barros contaminó la reciente visita a Chile del Papa, quien no sólo se mostró varias veces de manera pública cerca del pastor de Osorno, sino que lo defendió en una declaración espontánea a unos periodistas en Iquique, el 18 de enero.

“El día que me traigan una prueba contra el obispo Barros, ahí voy a hablar. No hay una sola prueba en contra. Es todo calumnia. ¿Está claro?”, dijo Jorge Mario Bergoglio, visiblemente ofuscado por la pregunta.

Pocas horas después, salieron al cruce del mismo pontífice Juan Carlos Cruz, James Hamilton y José Andrés Murillo, las tres víctimas reconocidas de Karadima, el sacerdote que durante años ejerció gran poder en la Iglesia chilena desde su puesto de párroco de la iglesia del Bosque, ubicada en el corazón de un barrio tradicional y conservador de Santiago.

“Lo que ha hecho el Papa hoy es ofensivo y es doloroso. Esto no es una cruzada en contra de la Iglesia católica, nuestra lucha es contra el abuso sexual, el encubrimiento, el abuso sicológico y el silenciamiento de estos abusos”, indicaron en una declaración pública.

Estos tres hombres, que fueron pupilos de Karadima, denunciaron sus abusos primero dentro de la estructura eclesial y después en público. Sus testimonios permitieron que el sacerdote fuera condenado por el mismo Vaticano, en 2011.

Ellos han acusado abiertamente a Barros de conocer toda la verdad sobre los abusos del sacerdote, de quien fue secretario privado y cercano colaborador durante años, pero haberlos callado. Incluso llegaron a señalar que había presenciado algunos de los ataques.

Sin embargo, el pontífice aseguró que no existen evidencias del argumentado encubrimiento. El caso de Barros se estudió, se reestudió, y no hay evidencias. No tengo evidencias para condenar. Y ahí si yo condenara sin evidencias o sin certeza moral, cometería yo un delito de mal juez”, explicó.

A bordo del avión papal, tres su visita apostólica a Chile y Perú, Jorge Mario Bergoglio aclaró que –más allá de su convicción anterior-, está abierto a recibir los testimonios del mencionado encubrimiento.

“No hay evidencia de culpabilidad, más bien parece que no se van a encontrar porque hay una coherencia en otro sentido. Con base en ese no haber evidencias, yo espero alguna evidencia para cambiar de postura, si no aplico el principio jurídico básico en todo tribunal ninguno es malo hasta que se pruebe”, estableció.

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