/ domingo 8 de abril de 2018

Ernest Hemingway, de paseo por La Habana

Del Floridita a las Terrazas de Cojímar y del Hotel Ambos Mundos a los cayos Mégano y Coco, los turistas visitan los lugares donde el escritor estadounidense vivió por más de 20 años en la isla

Historiadores y amantes de la buena literatura recuerdan que a principios del mes de abril, pero hace 90 años, llegó a Cuba el escritor estadounidense Ernest Hemingway.

Tal llegada constituye toda una nota de color para el turismo cubano, cuando en la actualidad se delinean rutas por las cuales el novelista pasó en esta isla.

Hemingway, quien tuvo un fuerte amor por este archipiélago y por su gente, sobre todo los pescadores, vivió aquí por más de 20 años interrumpidos por sus idas y venidas, tanto a su país como a otras partes del mundo.

Ernest Hemingway es un hombre casi tan cubano como estadounidense, comentan entendidos, pues esta afirmación aparece marcada con una huella perenne entre rincones maravillosos de Cuba.

La ruta del escritor abarca La Bahía de La Habana, la propia Habana Vieja, el Hotel Ambos Mundos, el Bar-Restaurante Floridita, las Terrazas de Cojímar, la Cervecería Hatuey (complejo actual de lugares y salones), la Marina Hemingway, Finca Vigía y cayos Mégano y Coco.

El llamado Dios de Bronce de la Literatura norteamericana separó para sí espacios con mucho carácter, en el que se reunía con amigos, conversaba, bebía o escribía.

También seleccionó corrientes para pescar o rutas para perseguir submarinos alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, todos esos lugares indicados en la actualidad para un buen paseo.

Por ello Hemingway es un hombre del turismo cubano, así se le consideró en vida y ahora aún está presente su estirpe de aventurero o de simple ser humano capaz de escoger los mejores lugares.

Nacido el 21 de julio de 1899 en Oak Park, Chicago, llegó por primera vez a Cuba, a La Bahía de La Habana, el 1 de abril de 1928, a las 22:50 hora local, durante una noche nublada y de horizonte brumoso, como rezan notas de la época.

Los especialistas consideran que el escritor arribó en el vapor Orita de bandera inglesa y así consta la entrada de esa embarcación en los libros del Castillo del Morro, la fortaleza más emblemática de La Habana, la capital insular.

Llegaba en ese entonces acompañado de su segunda esposa Pauline Pfaiffer en un viaje desde Francia hacia Key West, con escala en La Habana. Ella llevaba cinco meses de embarazo.
Un año después, el joven reportero se acerca a las aguas cubanas en el barco Anita para pescar agujas. A partir de esos encuentros amó entrañablemente a Cuba.

Sin embargo, otros autores consideran que llegó a la isla atraído por una tormentosa mujer, nombrada Jane Mason.

Para esta versión, transcurría 1929 cuando el multimillonario estadounidense George Grant Mason -representante de la Pan American Airways- se trasladó a la capital cubana con su esposa, una turbulenta dama que se aburría.

En el radio de acción de la mujer apareció Hemingway (29 años), quien sucumbió ante sus encantos.

Pero estos son asuntos de la estela de misterios que dejó el novelista en esta isla y que enriquecen su turismo.

Historiadores y amantes de la buena literatura recuerdan que a principios del mes de abril, pero hace 90 años, llegó a Cuba el escritor estadounidense Ernest Hemingway.

Tal llegada constituye toda una nota de color para el turismo cubano, cuando en la actualidad se delinean rutas por las cuales el novelista pasó en esta isla.

Hemingway, quien tuvo un fuerte amor por este archipiélago y por su gente, sobre todo los pescadores, vivió aquí por más de 20 años interrumpidos por sus idas y venidas, tanto a su país como a otras partes del mundo.

Ernest Hemingway es un hombre casi tan cubano como estadounidense, comentan entendidos, pues esta afirmación aparece marcada con una huella perenne entre rincones maravillosos de Cuba.

La ruta del escritor abarca La Bahía de La Habana, la propia Habana Vieja, el Hotel Ambos Mundos, el Bar-Restaurante Floridita, las Terrazas de Cojímar, la Cervecería Hatuey (complejo actual de lugares y salones), la Marina Hemingway, Finca Vigía y cayos Mégano y Coco.

El llamado Dios de Bronce de la Literatura norteamericana separó para sí espacios con mucho carácter, en el que se reunía con amigos, conversaba, bebía o escribía.

También seleccionó corrientes para pescar o rutas para perseguir submarinos alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, todos esos lugares indicados en la actualidad para un buen paseo.

Por ello Hemingway es un hombre del turismo cubano, así se le consideró en vida y ahora aún está presente su estirpe de aventurero o de simple ser humano capaz de escoger los mejores lugares.

Nacido el 21 de julio de 1899 en Oak Park, Chicago, llegó por primera vez a Cuba, a La Bahía de La Habana, el 1 de abril de 1928, a las 22:50 hora local, durante una noche nublada y de horizonte brumoso, como rezan notas de la época.

Los especialistas consideran que el escritor arribó en el vapor Orita de bandera inglesa y así consta la entrada de esa embarcación en los libros del Castillo del Morro, la fortaleza más emblemática de La Habana, la capital insular.

Llegaba en ese entonces acompañado de su segunda esposa Pauline Pfaiffer en un viaje desde Francia hacia Key West, con escala en La Habana. Ella llevaba cinco meses de embarazo.
Un año después, el joven reportero se acerca a las aguas cubanas en el barco Anita para pescar agujas. A partir de esos encuentros amó entrañablemente a Cuba.

Sin embargo, otros autores consideran que llegó a la isla atraído por una tormentosa mujer, nombrada Jane Mason.

Para esta versión, transcurría 1929 cuando el multimillonario estadounidense George Grant Mason -representante de la Pan American Airways- se trasladó a la capital cubana con su esposa, una turbulenta dama que se aburría.

En el radio de acción de la mujer apareció Hemingway (29 años), quien sucumbió ante sus encantos.

Pero estos son asuntos de la estela de misterios que dejó el novelista en esta isla y que enriquecen su turismo.

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