- Una visita de estudiantes de cuarto semestre de la UNACH seconvirtió en un agradable intercambio de productos intelectuales yespirituales en torno a la historia, el arte, los hábitos y lacosmovisión de los pueblos originarios.
- El espíritu universitario debe imperar entre nuestrascomunidades como un insobornable faro que oriente e ilumine nuestrocamino hacia una vida más digna.
A fines de la semana pasada tuve oportunidad derecibir en el Centro Cultural un grupo de alumnos de cuartosemestre de la carrera de arquitectura, de la Universidad Autónomade Chiapas (UNACH). Vinieron de Tuxtla a Comitán con el propósitode realizar una visita de exploración y para reunir informaciónsobre un proyecto que deberán entregar para fin de semestre.
Un par de semanas antes me había llamado suprofesor, el Arq. Arturo Mérida, para concertar la cita. Elviernes 26 de enero tuve oportunidad de recibirlos al mediodía. Setrataba de alrededor de 20 universitarios a quienes atendí en unode los salones del hermoso edificio en que laboro, el CentroCultural Rosario Castellanos. Recorriendo los pasillos camino adonde nos instalaríamos para trabajar, me di a la tarea deplaticarles sobre el inmueble en que nos encontrábamos: el exConvento de Santo Domingo de Guzmán, edificado en 1556 luego deSan Cristóbal, Tecpatán y Copanaguastla. Esta historia fue paraintroducirlos en el tema de la arquitectura; que vieran yreconocieran los estilos arquitectónicos, la importancia de ladisciplina que estudian en el entorno en que se realiza y sobretodo, presentarles los temas complementarios que deben tener muchoen cuenta como lo son la historia misma, el arte, la mentalidad delos pueblos de que la arquitectura es producto.
Ya entrado en gastos y ante el interés que noté ensu concentrada atención hacia mis explicaciones, aproveché paraplaticarles la gesta de la fundación de Comitán a fines de 1527 oprincipios de 1528 por un puñado de españoles venidos de Santiagode los Caballeros (Antigua Guatemala), comandados por don Pedro dePortocarrero. Mis palabras, ese era mi deseo, llevaban consigo laintención de invitarlos a conocer más a fondo la historia deChiapas, la cual va urdida también por las distintas materias delconocimiento humano como lo son el arte, las ciencias sociales,etc.
Ya instalados en la sala en que trabajaríamos eltema que traían entre manos, aquello se convirtió en una muyagradable charla que refrescó mis intereses didácticos, docentes,y en aquellos inquietos universitarios una chispa particular quelos impulsó a estar al acecho de mis palabras pero tambiéndetonó en su interior una curiosidad que, a quienes hemos tenidola fortuna de impartir cátedra, logramos reconocer en elparticular brillo en los ojos de esos jóvenes que comienzan adescubrir el mundo del conocimiento y de las ideas propias.
Tuve oportunidad de hablarle de los pueblosoriginarios de estos territorios, de los tojolabales y los chujesprincipalmente, aunque la presencia tzeltal en la región tambiénes relevante. No lo he dicho hasta ahora pero debo indicar que suproyecto consiste en trabajar sobre un probable museo etnológicoen esta región fronteriza, lo cual me parece un acierto quedeberíamos tener muy en cuenta los pobladores, pero principalmentelas autoridades, para impulsarlo.
Hicimos un pormenorizado recorrido sobre lacosmovisión del pueblo tojolabal, sobre sus costumbres, suconcepción política –que la hay pese a que la hemosinvisibilizado y cuya expresión fundamental se sintetiza en el“mandar obedeciendo”-, sus colores preferidos, sus textiles, sugastronomía, etc. Veía reflejado en los rostros de aquellosuniversitarios un inusitado interés que iba acrecentándose amedida que descubrían las distintas aristas que conforman unacultura particular como lo es la tojolabal.
Entre lo que yo les compartía, los atinadoscomentarios de su mentor, el Arq. Mérida, y lo que cada uno deellos aportaba en forma de comentarios o modelado con muy agudaspreguntas, ese encuentro con el espíritu universitariorepresentado por aquel puñado de muchachos me hizo confirmar loimportante de la presencia de las Universidades en nuestrascomunidades. Por eso me enorgullece que Comitán, una poblaciónmedia, con alrededor de 130 mil habitantes, cuente con 16 distintasuniversidades en la actualidad. El aporte a la sociedad emanado deesas aulas, de esos laboratorios, pueden traducirse en una ciudaduniversitaria que podría ser una enorme laboratorio de ideas yrealizaciones que beneficie ampliamente a nuestra comunidad. Siendoasí, vale la pena continuar por este camino de la educación y lacultura escuché decir en mi interior a esa voz que me impulsa adiario a seguir trabajando en estos temas.
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