/ lunes 15 de mayo de 2023

Día del Maestro: Los retos que enfrentan los docentes en escuelas de Chiapas

Algunos han pasado por acontecimientos raros por no saber convivir con la gente del medio rural aceptando sus usos o costumbres 

Este 15 de mayo es el Día del Maestro y en el sistema educativo de Chiapas hay trabajadores de la educación que por su labor se han ganado el reconocimiento entre la sociedad, son considerados iconos de la enseñanza y forjadores de generaciones.

Algunos han logrado adaptarse a los nuevos métodos, otros no tanto, pero siguen en esta hermosa profesión de la enseñanza, en donde hoy aún se asombran de las capacidades de cada joven, evolucionando junto a ellos, dándoles su saberes y reconociendo sus capacidades.

También puedes leer: Maestra se hace viral por enseñar español con canciones de Peso Pluma

El Heraldo de Chiapas conversó con cinco docentes de distintos niveles educativos y estratos sociales:

Uno de nuestros entrevistados es Alfredo Palacios Espinosa, quien por años ha recogido varias experiencia, tanto suyas como de sus compañeros. Como la de un joven de una primaria en el ejido Revolución Mexicana en Villacorzo, que el Día del Maestro le obsequió una cebolla morada, ya que sus padres cultivaban frutas y verduras, y él la recibió.



Su alumno hizo lo mismo con otra maestra, le obsequió una cebolla morada, pero ella se indignó. Como era la maestra nueva en el plantel no sabía de la riqueza de los pueblos y comunidades rurales: “cómo me vas a regalar una cebolla, no soy india”, exclamó aquella ocasión la mentora, por lo que los demás de inmediato nos dimos cuenta que no estaba preparada para el sistema educativo, explicó Palacios Espinosa.

Lo que regalan los niños campesinos es lo que se producen, su grandeza, su riqueza y lo que tiene un gran valor. A veces reciben anona, papause, sandías u otros producto del campo, lo mejor de las localidades, pero había quienes no entendían la riqueza y la grandeza de esos pueblos, añadió.

Cuenta que otra anécdota ocurrió en uno de los parajes de Zinacantán, la comunidad había corrido a los maestros “porque no sabían enseñar”. Era un jardín de niños, se acordó un cambio de docentes, se propuso a una maestra joven de la localidad y recién egresada.


Se requiere empatía y pasión para esta profesión, dijo el Alfredo Palacios Espinosa / Foto: Isaí López | El Heraldo de Chiapas 


El dirigente de la comunidad para celebrar destapó una coca cola con los dientes, se la pasa a la maestra para que fuera la primera en consumir, pero ella la rechazó, pidió vaso y su gesto fue considerado una ofensa, por lo que la gente de ese paraje ya no aceptó a la docente.

“Hay muchas cosas que son muy raras y que se dan en el ambiente del magisterio por no saber convivir con la gente, por no tener empatía hacia ellos o sus usos y costumbres”.

Alfredo Palacios comenzó su carrera en las aulas en 1971 en un paraje del municipio de Chenalhó, luego en Chanal, donde aprendió de los indígenas, a convivir con ellos. Se debe saber hablar con ellos, y hay niveles para hablar y convivir con las comunidades rurales, incluso saber aceptar una bebida alcohólica que te ofrecen. Hay niveles y con las comunidades rurales indígenas hay que tenerlos, dijo gustoso, evocando aquellos días de su juventud donde también disfrutó de la vida sencilla del campo.


“A los maestros nos cuidaban”

El profesor Filiberto Cruz Montes, otro de nuestros entrevistados inició el camino en las aulas en el año 1985, en la localidad El Molino, municipio de Bejucal de Ocampo, allá en la Sierra Madre de Chiapas.

Dice que a él sí le gustaba el clima y su gente, su profesión la vio siempre como un apostolado, permaneció un año en el poblado y de ahí migró al ejido Reforma, en el municipio de La Grandeza, donde estuvo cuatro años. Más tarde se cambió a Chicomuselo, luego a Simojovel, y de ahí saltó a Bochil donde permaneció 13 años.



Cuenta que los maestros tenían muchos privilegios en las colonias rurales, recibían alimento, les alistaban su ropa, café, tortillas, panes, tamales, pero sobre todo, “nos daban casa al maestro, las comunidades eran de difícil acceso, no había servicio eléctrico, no había caminos hacia los ejidos pero ahí nos cuidaban”, recuerda entrecerrando los ojos como para guardar el recuerdo de aquellos días.


Filiberto Cruz Montes, ya cumplió 30 años de servicio y no piensa en la jubilación / Foto: Isaí López | El Heraldo de Chiapas 


Finalmente llega a Tuxtla Gutierrez con 18 años de servicio en el año 2001 pasando a ser maestro del Centro de Estudios de Educación Básica Dr. Belisario Domínguez, saliendo de esa institución en el 2016 con 25 años de servicio, siendo director técnico y cumplió 30 años en la escuela de la colonia Los Pájaros. Él ya supera la edad de jubilación y no piensa abandonar las aulas.


La prioridad de los docentes son los alumnos

Otro destacado mentor es el profesor Julio Domínguez Ríos, docente de la Escuela Primaria Ángel Albino Corzo, quien inició la docencia en el 2003, en el ejido Guadalupe de Palenque.

“Fue mi primer trabajo formal con la ilusión de conquistar al mundo y la mejor recompensa es que la gente es muy agradecida, el profesor recibe mucho apoyo, respaldo, gratitud, afecto, tanto de alumnos como de padres. El trabajo se realiza de manera más grata”, comenta.



Dice que solo tiene palabras de agradecimiento, ese sentimiento se lo llevó a la comunidad a Copainalá en la escuela Justo Sierra, donde de inmediato recibió gratitud, agradecimiento y un fuerte respaldo.



“La meta es que las y los alumnos aprendan. Esos años me sirvieron para llegar a Tuxtla Gutiérrez, con una dinámica diferente a la de otros municipios. La misión es que los estudiantes aprendan y ello los padres lo valoran. Con 18 años de servicio me siento muy agradecido con la vida y deseo seguir sirviendo con agrado”.


Maestros son vistos como héroes

Para la profesora Marilú Sarmiento, directora de la Escuela Primaria Fray Matías de Córdova, de la capital de Chiapas, “la educación es un compromiso mayúsculo, pero he de expresar mi agradecimiento a los padres de familia que son quienes complementan el trabajo, están al pendiente de sus hijos e hijas, no los dejan solos.

En casi 30 años de servicio comprobamos que el servicio educativo y la enseñanza es la misma en el medio rural como en la ciudad, la más grande anécdota es que el docente se apasiona con los niños”, menciona.



Los padres de familia ven como héroes a los maestros en las comunidades rurales, lo que no sucede mucho en la ciudad. Allá en el campo, el maestro como que tiene más compromiso y existe mucha más vinculación, hay más tiempo y más espacios que en la ciudad, aunque la enseñanza debiera ser igual si el maestro está comprometido, comenta convencida.


Docentes disfrutan su labor

Finalmente, la maestra Esmeralda Matus Santiago dice que está muy satisfecha con su trabajo, lo que hay es pasión, gozo, alegría, mucha comunicación e interactuar con los alumnos, eso es más satisfactorio.



La anécdota más grande es cuando un alumno te dice gracias maestra, cuando un alumno te dice “te pareces a mi mamá porque me cuidas mucho, sabes qué maestra, eres muy bonita, maestra gracias”.



“Eso es lo mejor que le puede pasar a una docente, en mis 9 años de servicio que llevo en el sistema educativo, soy de las nuevas generaciones, pero me apasiona. Lo mejor que le debe pasar a la maestra es entregarse por completo, es pasión, no se cansa, se da todo de sí, es una gran vocación, mi meta es siempre la satisfacción de las y los alumnos”, asegura.

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Este 15 de mayo es el Día del Maestro y en el sistema educativo de Chiapas hay trabajadores de la educación que por su labor se han ganado el reconocimiento entre la sociedad, son considerados iconos de la enseñanza y forjadores de generaciones.

Algunos han logrado adaptarse a los nuevos métodos, otros no tanto, pero siguen en esta hermosa profesión de la enseñanza, en donde hoy aún se asombran de las capacidades de cada joven, evolucionando junto a ellos, dándoles su saberes y reconociendo sus capacidades.

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El Heraldo de Chiapas conversó con cinco docentes de distintos niveles educativos y estratos sociales:

Uno de nuestros entrevistados es Alfredo Palacios Espinosa, quien por años ha recogido varias experiencia, tanto suyas como de sus compañeros. Como la de un joven de una primaria en el ejido Revolución Mexicana en Villacorzo, que el Día del Maestro le obsequió una cebolla morada, ya que sus padres cultivaban frutas y verduras, y él la recibió.



Su alumno hizo lo mismo con otra maestra, le obsequió una cebolla morada, pero ella se indignó. Como era la maestra nueva en el plantel no sabía de la riqueza de los pueblos y comunidades rurales: “cómo me vas a regalar una cebolla, no soy india”, exclamó aquella ocasión la mentora, por lo que los demás de inmediato nos dimos cuenta que no estaba preparada para el sistema educativo, explicó Palacios Espinosa.

Lo que regalan los niños campesinos es lo que se producen, su grandeza, su riqueza y lo que tiene un gran valor. A veces reciben anona, papause, sandías u otros producto del campo, lo mejor de las localidades, pero había quienes no entendían la riqueza y la grandeza de esos pueblos, añadió.

Cuenta que otra anécdota ocurrió en uno de los parajes de Zinacantán, la comunidad había corrido a los maestros “porque no sabían enseñar”. Era un jardín de niños, se acordó un cambio de docentes, se propuso a una maestra joven de la localidad y recién egresada.


Se requiere empatía y pasión para esta profesión, dijo el Alfredo Palacios Espinosa / Foto: Isaí López | El Heraldo de Chiapas 


El dirigente de la comunidad para celebrar destapó una coca cola con los dientes, se la pasa a la maestra para que fuera la primera en consumir, pero ella la rechazó, pidió vaso y su gesto fue considerado una ofensa, por lo que la gente de ese paraje ya no aceptó a la docente.

“Hay muchas cosas que son muy raras y que se dan en el ambiente del magisterio por no saber convivir con la gente, por no tener empatía hacia ellos o sus usos y costumbres”.

Alfredo Palacios comenzó su carrera en las aulas en 1971 en un paraje del municipio de Chenalhó, luego en Chanal, donde aprendió de los indígenas, a convivir con ellos. Se debe saber hablar con ellos, y hay niveles para hablar y convivir con las comunidades rurales, incluso saber aceptar una bebida alcohólica que te ofrecen. Hay niveles y con las comunidades rurales indígenas hay que tenerlos, dijo gustoso, evocando aquellos días de su juventud donde también disfrutó de la vida sencilla del campo.


“A los maestros nos cuidaban”

El profesor Filiberto Cruz Montes, otro de nuestros entrevistados inició el camino en las aulas en el año 1985, en la localidad El Molino, municipio de Bejucal de Ocampo, allá en la Sierra Madre de Chiapas.

Dice que a él sí le gustaba el clima y su gente, su profesión la vio siempre como un apostolado, permaneció un año en el poblado y de ahí migró al ejido Reforma, en el municipio de La Grandeza, donde estuvo cuatro años. Más tarde se cambió a Chicomuselo, luego a Simojovel, y de ahí saltó a Bochil donde permaneció 13 años.



Cuenta que los maestros tenían muchos privilegios en las colonias rurales, recibían alimento, les alistaban su ropa, café, tortillas, panes, tamales, pero sobre todo, “nos daban casa al maestro, las comunidades eran de difícil acceso, no había servicio eléctrico, no había caminos hacia los ejidos pero ahí nos cuidaban”, recuerda entrecerrando los ojos como para guardar el recuerdo de aquellos días.


Filiberto Cruz Montes, ya cumplió 30 años de servicio y no piensa en la jubilación / Foto: Isaí López | El Heraldo de Chiapas 


Finalmente llega a Tuxtla Gutierrez con 18 años de servicio en el año 2001 pasando a ser maestro del Centro de Estudios de Educación Básica Dr. Belisario Domínguez, saliendo de esa institución en el 2016 con 25 años de servicio, siendo director técnico y cumplió 30 años en la escuela de la colonia Los Pájaros. Él ya supera la edad de jubilación y no piensa abandonar las aulas.


La prioridad de los docentes son los alumnos

Otro destacado mentor es el profesor Julio Domínguez Ríos, docente de la Escuela Primaria Ángel Albino Corzo, quien inició la docencia en el 2003, en el ejido Guadalupe de Palenque.

“Fue mi primer trabajo formal con la ilusión de conquistar al mundo y la mejor recompensa es que la gente es muy agradecida, el profesor recibe mucho apoyo, respaldo, gratitud, afecto, tanto de alumnos como de padres. El trabajo se realiza de manera más grata”, comenta.



Dice que solo tiene palabras de agradecimiento, ese sentimiento se lo llevó a la comunidad a Copainalá en la escuela Justo Sierra, donde de inmediato recibió gratitud, agradecimiento y un fuerte respaldo.



“La meta es que las y los alumnos aprendan. Esos años me sirvieron para llegar a Tuxtla Gutiérrez, con una dinámica diferente a la de otros municipios. La misión es que los estudiantes aprendan y ello los padres lo valoran. Con 18 años de servicio me siento muy agradecido con la vida y deseo seguir sirviendo con agrado”.


Maestros son vistos como héroes

Para la profesora Marilú Sarmiento, directora de la Escuela Primaria Fray Matías de Córdova, de la capital de Chiapas, “la educación es un compromiso mayúsculo, pero he de expresar mi agradecimiento a los padres de familia que son quienes complementan el trabajo, están al pendiente de sus hijos e hijas, no los dejan solos.

En casi 30 años de servicio comprobamos que el servicio educativo y la enseñanza es la misma en el medio rural como en la ciudad, la más grande anécdota es que el docente se apasiona con los niños”, menciona.



Los padres de familia ven como héroes a los maestros en las comunidades rurales, lo que no sucede mucho en la ciudad. Allá en el campo, el maestro como que tiene más compromiso y existe mucha más vinculación, hay más tiempo y más espacios que en la ciudad, aunque la enseñanza debiera ser igual si el maestro está comprometido, comenta convencida.


Docentes disfrutan su labor

Finalmente, la maestra Esmeralda Matus Santiago dice que está muy satisfecha con su trabajo, lo que hay es pasión, gozo, alegría, mucha comunicación e interactuar con los alumnos, eso es más satisfactorio.



La anécdota más grande es cuando un alumno te dice gracias maestra, cuando un alumno te dice “te pareces a mi mamá porque me cuidas mucho, sabes qué maestra, eres muy bonita, maestra gracias”.



“Eso es lo mejor que le puede pasar a una docente, en mis 9 años de servicio que llevo en el sistema educativo, soy de las nuevas generaciones, pero me apasiona. Lo mejor que le debe pasar a la maestra es entregarse por completo, es pasión, no se cansa, se da todo de sí, es una gran vocación, mi meta es siempre la satisfacción de las y los alumnos”, asegura.

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