El barrio “El Calvario”, uno de los más antiguos y tradicionales de Tuxtla Gutiérrez, resguarda el centro de abasto más importante para la población capitalina, se trata del Mercado Viejo o Pascacio Gamboa.
Este espacio de comercio nos remonta al 31 de diciembre de 1942, fecha en la que fue inaugurado durante la administración de Rafael Pascasio Gamboa, político y exgobernador del estado, quien años atrás mandó a derribar el edificio antiguo debido a que era insalubre, y construyó uno de acuerdo a las exigencias de la época, el cual sigue vigente hasta el día de hoy.
Éste mercado no solo se distingue por albergar tradiciones y enmarcar la gastronomía de la región con los productos locales que se venden, sino también por ser el primer mercado público de la ciudad, el cual fue edificado en un terreno rústico, justo a lado de la iglesia de El Calvario.
Por este espacio comercial de la capital chiapaneca, han pasado diversas generaciones de comerciantes, pero Antonia Blanco es la única pionera sobreviviente que a pesar de su edad aún acude de manera diaria a su local, pues además de ser una fuente de ingreso, le trae buenos recuerdos a su vida.
Detalla que llegó al mercado desde que era recién nacida, su madre la cargaba en reboso mientras atendía a sus clientes, al paso de los años Antonia comenzó a amar esta labor, pues ha presenciado como las administraciones del mercado y las autoridades locales han abonado desde su trinchera para mantener vivo este espacio donde convergen la cultura, la economía y la tradición.
“Conforme fueron los años fue viniendo gente, lo fueron agrandando, hasta ahorita que estamos… Mi madre me traía y me ponía en una caja debajo bajo la mesa, ya conforme fui creciendo yo le ayudaba a pasar que si un plato, la bolsa o lo que ella me pidiera”.
Antonia es vecina del barrio San Francisco, localizado al sur de la capital chiapaneca y explica que para llegar a su centro de trabajo no utiliza el transporte público sino que lo hace a pie, el cual le lleva aproximadamente una hora y así seguirá hasta que Dios le preste vida.
Con una jornada laboral de siete horas, Antonia detalla que llega al mercado alrededor de las 10 de la mañana y se retira a las cuatro de la tarde y así seguirá “Si Dios me lo permite un tiempecito que Dios me preste vida cuando yo pueda, y cuando yo no pueda pues ya tampoco vendré”.
Hoy la señora Antonina es conocida por muchos, pues se dedica a la venta de alcancías y se encuentra en los locales 21 y 22 del Mercado Pascacio Gamboa, lo único que pide es que no dejen en el olvido este recinto de gran historia y que provee de alimentos a gran parte de la población de Tuxtla Gutiérrez.
Mientras tanto, para Idalia Escobar Méndez, comerciante del mercado desde hace 46 años, señala que para muchos de ellos este espacio es su casa, pues gran parte del día conviven ahí mientras atienden a los clientes que llegan desde las ocho de la mañana y hasta las seis de la tarde.
Por ello, refiere que para muchos no solo es una fuente ingreso, sino que además es un espacio que les permite desarrollarse personalmente, ya que les brinda la oportunidad de generar grandes amistades de la vida, quienes se han acompañado en diversos sucesos, como por ejemplo en el fallecimiento de su madre.
“Aquí nos criamos, de hecho mis abuelitos fueron pioneros del mercado y mi mamá nos dio la herencia del trabajo, somos varios hermanos que trabajamos acá, mi mamá vendió en el local casi 72 años, ella empezó muy chiquita y aquí nos fuimos criando y criamos a nuestros hijos”.
También recuerda que en el mismo local en el que hoy se encuentra, al principio su familia vendía granos y semillas, después fue de sillas y mesas y posteriormente pescados y mariscos, para luego cambiar el giro del negocio a canastas y productos de barro que adquiere con los artesanos de Chiapas.
El inmueble a sus 80 años luce limpio pero requiere de una renovación en su infraestructura, que permita albergar más comercios y clientes, pues en días de calor el ambiente es bochornoso y los pasillos se convierten en ríos de gente, donde es casi imposible caminar con las bolsas del mandado.
La demanda de los usuarios de este espacio público es la seguridad y un estacionamiento, ya que algunas amas de casa manifiestan que han sido víctimas de robos por los llamados carteristas.
María Guadalupe Méndez, quien tiene un local de venta de pollo fresco, relata que este mercado empezó muchos años atrás, al principio era como de garitas, con el paso de los años se transformó en una gran nave, por lo que algunos empresarios que iniciaron en aquel entonces destaca la familia Granda y el dueño de la tienda El Volcán.
A sus 14 años y tras enfermar su madre, Mari tuvo la necesidad de abandonar sus estudios y comenzar a escribir su historia en el interior de este mercado, por lo que hasta la fecha se vive, próspera y disfruta este trabajo que le ha permitido sacar adelante a su familia, ya que sus dos hijos han logrado concluir una carrera profesional.
“Seguimos trabajando, ha cambiado mucho el comercio, antes era más concurrido, las personas venían y compraban porque no había mucho comercio afuera en la calle, estaba prohibido de cien metros no había negocios, pero últimamente ya donde quiera hay y eso ha aminorado las ventas”.
A unos días de cumplir el 80 aniversario, locatarios preparan el festejo que se realizará el próximo 30 de diciembre en honor del Mercado Rafael Pascacio Gamboa, el cual será mediante una convivencia con botanas que distingue a la capital chiapaneca y un baile amenizado por un grupo musical.