EDUARDO GRAJALES
El turismo es una herramienta fundamental para dinamizar la economía nacional. Datos del Barómetro de la Organización Mundial del Turismo señalan que la derrama de este sector en México en 2017 fue del orden de los 21 mil 300 millones de dólares, lo que nos da una perspectiva de la importancia del rubro en el desarrollo del país.
Dicho sector representa el 8.8 del Producto Interno Bruto y en años anteriores ha presentando un crecimiento incluso más acelerado que el de la economía nacional (3.4 contra un 2.3 por ciento, en 2017), por lo que es innegable su impacto a nivel macro y micro económico.
En el entorno social está demostrado que donde se desarrollan polos turísticos se observan paulatinamente cambios importantes en la calidad de vida, al generarse fuentes de empleo, infraestructura, y ampliarse la calidad de los servicios, entre otros factores que impactan directamente en los índices de seguridad, educación y salud.
Los Pueblos Mágicos, uno de los programas más exitosos en la materia dan cuenta de lo anterior. Datos de Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social revelan que en las 121 ciudades mágicas donde opera el programa y en las que habitan alrededor de cinco millones y medio de personas, se logró disminuir la pobreza en un 3.6 por ciento, así como la migración.
Como puede apreciarse el sector turístico es una ruta para el desarrollo y la Federación lo ha entendido a la perfección. Pero esto no basta, es necesario también que las entidades federativas, ayuntamientos y la sociedad sepa de la importancia que éste representa.
No es suficiente con que el Presidente esté luchando por hacer posible proyectos importantes como el Tren Maya y el nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, en un contexto de austeridad y de crisis política, social y económica, es necesario que cada entidad haga lo propio y dé a luz a nuevas ideas.
Por ello resulta prioritario que en el inicio de algunas administraciones estatales y municipales se diseñen planes integrales que sumen a la estrategia federal, que está viendo en el turismo una beta para dinamizar la economía y atacar las terribles condiciones de pobreza en la que se encuentra poco más de 50 millones de mexicanos.
Dichos proyectos tendrán primeramente que lograr el importante objetivo de ganarse la confianza de la iniciativa privada, un sector que ha sido duramente castigado por la inseguridad y la falta de aplicación del Estado de derecho, y que constantemente está haciendo llamados a las autoridades para que sus propuestas sean contempladas.
Asimismo, en su diseño deberán tomarse en cuenta la experiencia instalada en las diferentes organizaciones del ramo (hoteleros, restauranteros, tour operadores, artesanos, etcétera) que conocen el sector y que han sugerido interesantes propuestas para hacer frente a sus grandes males: bloqueos carreteros, ambulantaje y falta de inversión.
Si todo esto es posible lograremos a través del diálogo constante la sinergia institución-empresa-sociedad que permita un plan turístico fuerte, con personal calificado, recursos económicos necesarios y la pasión suficiente para hacer del turismo una empresa social de gran envergadura y a la altura de los nuevos tiempos que vive Chiapas y México.
Las condiciones las tenemos, el sureste tiene recursos naturales únicos que por sí mismos son vendibles y envidiables, sólo falta voluntad e inteligencia para hacer posible esta realidad que nos espera con urgencia.
DESTACADO
No es suficiente con que el Presidente esté luchando por hacer posible proyectos importantes como el Tren Maya y el nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, en un contexto de austeridad y de crisis política, social y económica, es necesario que cada entidad haga lo propio y dé a luz a nuevas ideas
