La historia de Elvis Bracho, de 26 años, su esposa Yeymar Farias, de 28 años, y su hijo menor Yeiderson Bracho, de nueve años, es un triste reflejo de las dificultades que enfrentan miles de migrantes en su camino hacia Estados Unidos. Hace tres meses y medio, esta familia venezolana dejó su hogar con la esperanza de llegar a los Estados Unidos en busca de una vida mejor. Sin embargo, en el camino, han perdido 3,000 dólares a manos de las autoridades policiales en Guatemala y Chiapas.
En una entrevista, Elvis Bracho compartió la difícil odisea que ha vivido junto a su familia. Salieron de Venezuela con suficiente dinero para llegar a los Estados Unidos sin mayores problemas, gracias al apoyo de sus familiares. Sin embargo, al llegar a Guatemala, comenzaron a ser víctimas del despojo por parte de las autoridades locales. En cada paso que daban, los policías les exigían dinero para evitar ser detenidos, dejándolos en una situación de extrema vulnerabilidad.
La moneda venezolana no tiene valor en el camino, y la familia se vio atrapada en una lucha constante por obtener comida y vestimenta. Trabajaron durante un mes para poder comer un día y ahorrar lo suficiente para emprender el viaje hacia los Estados Unidos.
Llegaron a Chiapas después de cruzar la frontera sur, pero nuevamente se encontraron con policías que les exigieron pagos para permitirles continuar su ruta. La familia se vio obligada a entregar sus ahorros una vez más.
Actualmente, en Tuxtla Gutiérrez, la familia Bracho se encuentra en una situación precaria. Han estado vendiendo paletas de caramelo para recaudar dinero y continuar su viaje hacia Oaxaca, sin saber cuándo podrán partir.
A pesar de las dificultades, la familia Bracho mantiene su fe en Dios y en la posibilidad de tener éxito en su búsqueda de una vida mejor en los Estados Unidos. Han pedido apoyo a la sociedad local y agradecen a quienes han brindado su solidaridad.
Elvis Bracho y su familia enfrentan la falta de comunicación con sus seres queridos en Venezuela, ya que no cuentan con un teléfono celular y han priorizado el ahorro para sus boletos sobre cualquier otra cosa. Su única petición a las autoridades y a la sociedad es que se trate a los migrantes con humanidad y comprensión, y que se respeten sus derechos fundamentales.
Además, la familia Bracho denuncia la falta de humanidad del Instituto Nacional de Migración y pide que se respeten sus derechos humanos, sin que la deportación sea una amenaza constante cuando no se entrega dinero al personal migratorio.
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La historia de la familia Bracho es un recordatorio de las dificultades y los peligros que enfrentan los migrantes en su búsqueda de una vida mejor, y destaca la necesidad de abordar estas cuestiones desde una perspectiva humanitaria y basada en los derechos humanos.