*Autoridades han intentado retirarlos sin éxito
*Los precios varían de acuerdo con el lugar, pues enel Centro el costo va de los 10 hasta 20 pesos, mientras que en la"zona dorada" es de 30 ó 40 pesos
Nadie sabe quiénes son, ni de donde vinieron, laúnica certeza que hay en la incógnita de su realidad es que sonlos nuevos “reyes de la calle”; se han dedicado a ocupar variaszonas de Tuxtla Gutiérrez de forma estratégica para cobrarclandestinamente a los automovilistas por estacionarse en la víapública.
En un recorrido hecho por este medio en los puntosestratégicos de estas personas que efectúan este “humildetrabajo”, se observó varias artimañas que estos individuosutilizan para implementar los cobros y la forma casi “forzada”a la que someten a diario a los automovilistas que lidian con ellosy por ello reconocen que los “viene viene” son un mal necesarioal que tienen que acostumbrarse, si no quieren que su vehículoreciba algún “daño”.
Las principales zonas en las que los “franeleros”se ubican son en el Centro, donde curiosamente los conductorestienen que dejar sus coches durante unos minutos o quizás variashoras, sin imaginar que un estacionamiento les convendría más quela vía dizque pública como la 1ª Sur, entre 1ª Poniente y CalleCentral; la 2ª Oriente y 1ª Sur; y zonas aledañas, en la cuallos “viene viene” cobran entre 10 y 20 pesos, mientras que lahora en un estacionamiento formal vale entre 8 y 10 pesos.
Al recorrer otras calles al poniente de la capital,se notó que los "franeleros" en la zona del Parque Bicentenarioaceptan lo que los automovilistas generosamente les ofrezcan, sinimponer tarifas impuestas.
Sin embargo, el área más redituable para estaspersonas es y lo ha sido durante años la "zona dorada", que abarcalas colonias Moctezuma y Las Arboledas; en este lugar losindividuos parecen estar entrenados para argumentar a laperfección las líneas de su papel, que es cobrar.
-¡Pásele joven, aquí hay un lugarcito!- diceamablemente un sujeto.
Una vez estacionado el auto, el falso valet parkingle dice:
-Son 40 pesitos joven.
El conductor lo mira con desconcierto:
-¿Te puedo pagar cuando regrese?
-¡Híjole! La verdad no, es ahorita en“corto”.
Al usuario no le queda más que pagar, y se va unpoco molesto, por lo que se le preguntó:
-¿Cuánto pagó señor?
-¡40 pesos! ¿Lo pueden creer? Por estacionarme enel estacionamiento gratis de Hanasho, pero ¿qué le vamos ahacer?, hay una patrulla allá arriba sobre la cabeza maya y nohacen nada, que son las autoridades; ¿qué puedo hacer? Más quepagar, no vaya a ser que se vuelvan a robar los hules dellimpiaparabrisas como la vez pasada o la antena que le“volaron” a mi amigo el fin de semana pasado.
-¿Ha pensado en efectuar una denuncia?
-No, ¿para qué? Al rato regresan, prefiero pagarlo,aunque le pegue a mi bolsillo, a que tenga que llevar el carro alhojalatero y encima una gran cola para algo que quizás ni funcionecomo es la denuncia.
El joven, que va perfumado y bien peinado como a unacita sigue su camino y entra a uno de los bares cercanos.
En Chiapas y principalmente en la capital, con estapráctica se viola el Artículo 71 del reglamento de tránsito yvialidad del ayuntamiento de Tuxtla Gutiérrez, “apartando”espacios de estacionamiento, sin que hasta el momento ningunaautoridad haga algo al respecto.
Pese a que las autoridades han implementadooperativos contra estos acontecimientos, retirando de la calle aestos individuos, quienes después de un tiempo vuelven a losmismos sitios como si nada. La cuota que imponen va desde los 30hasta los 50 pesos. Los “viene viene” incluso ocupan losestacionamientos públicos de algunos restaurantes que cierran suspuertas durante la noche para hacer uso de ellos y cobrar tal comolo comentó uno de los usuarios “forzados” a pagar.
¿Hará alguien algo contra este tipo de abusos a laciudadanía tuxtleca? Parece necesario ante el "golpe" querepresenta a su bolsillo, pero sobre todo por ser un tipo detrabajo ilegal.