En un rincón de la bulliciosa plaza La Libertad en Tuxtla Gutiérrez, en medio de la vorágine de la globalización y la modernidad, se erige un oasis de nostalgia y tradición: los juguetes de madera. Elaborados de manera artesanal, estos juguetes se han convertido en una opción encantadora y duradera en el mercado local.
En este peculiar espacio de la plaza, se exhiben desde modestos carritos asequibles por 50 pesos, hasta creaciones más elaboradas con etiquetas de 80 y 140 pesos. No obstante, es la modesta "tablita mágica" la que ha ganado gran popularidad entre los consumidores, siendo adquirida no solo por niños, sino también por adultos y adolescentes por igual. Este pequeño tesoro, que tiene un costo de 35 pesos, está compuesto por tablitas de madera y listón, encarnando la esencia de juguetes simples y cautivadores.
Adriana Pineda, una vendedora local, señala que, a pesar de que los abuelos suelen llevarse los carritos como regalos para sus nietos, la tablita mágica ha cautivado especialmente a un público más amplio. Mientras tanto, la flauta de carrizo se ofrece al público a 30 pesos, y los helicópteros, con un precio de 250 pesos, destacan como opciones más elaboradas y de calidad.
Los tradicionales baleros, trompos, yoyos, y tamborines también encuentran su lugar en este mercado, con precios que oscilan entre los 50 y 80 pesos. Los tractores y dinosaurios, de mayor tamaño, pueden adquirirse a partir de los 280 pesos, brindando a los consumidores una amplia variedad de opciones.
Nancy López, otra comerciante local, destaca la presencia de juguetes educativos, como rompecabezas que enseñan vocales y colores por 120 pesos, así como el popular "yenga" que también instruye sobre colores, disponible por el mismo precio. Elementos más sencillos, como silbatos y sonajas de madera, ofrecen alternativas de juego por 40 pesos.
Karina Zarate, vendedora en otro puesto, destaca que la demanda de juguetes de madera es variable, pero persistente. Las ventas pueden experimentar fluctuaciones diarias o semanales, pero la tradición de estos juguetes sigue cautivando a aquellos que buscan alternativas no contaminantes, sin pilas ni controles remotos, y libres de connotaciones bélicas.
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La invitación al público es clara: elegir juguetes que no solo entretengan, sino que también rescaten y preserven la tradición. Los juguetes de madera, lejos de desaparecer, resisten la embestida de la modernidad y se erigen como símbolos entrañables de la infancia, perdurando en el mercado con ofertas atractivas y respetuosas de la tradición.
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