CULIACÁN. A un año del Culiacanazo 2.0, que terminó con la captura de Ovidio Guzmán López, El Ratón, el grupo criminal de Los Chapitos comenzó el repliegue táctico que incluye la prohibición para producir y traficar fentanilo, la entrega de uno de sus mandos más violentos y el surgimiento de nuevos liderazgos junto con la reorganización de sus negocios en las calles de Sinaloa.
En Culiacán, desde hace meses, los ciudadanos atraviesan por una de las más fuertes embestidas de robo de vehículos, derivado de la evolución del crimen organizado, de acuerdo con el Consejo Estatal de Seguridad Pública que en 2023 documentó casi cuatro mil denuncias por este delito, casi 800 más que en 2022.
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En la capital del estado, de acuerdo con fuentes de la Fiscalía General del Estado y agentes investigadores consultados, cuando capturaron a Ovidio Guzmán en Jesús María —el 5 de enero de 2023—, la organización mudó sus expendios y dispensarios de droga, y lo volvió a hacer con el arresto de Néstor Isidro Pérez Salas, alias El Nini, exjefe de sicarios de Los Chapitos, el pasado 22 de noviembre.
Con la caída del Nini, ascendió El Piyi, quien hasta entonces se mantenía de bajo perfil en la seguridad de la organización de los hermanos Guzmán, de acuerdo con fuentes de Seguridad del estado.
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El gobierno federal atribuyó a Néstor Isidro decenas de asesinatos, en especial el de los ocho hombres —uno de ellos menor de edad— que fueron secuestrados en Culiacán y sus cuerpos arrojados en Tamazula, Durango, a principios de noviembre, tres semanas antes de ser capturado.
Tras la captura de Ovidio El Ratón Guzmán, que dejó una secuela de robos de vehículos, también sobrevino el arresto de José Guadalupe Tapia Quintero, operador de la facción de Ismael El Mayo Zambada, el 9 de febrero, con esto, las fuerzas armadas aseguraron varios laboratorios de droga sintética en el valle de Culiacán, en Angostura, Cosalá y Mocorito.
Sin embargo, en abril, los departamentos de Justicia y de Estado de Estados Unidos elevaron la presión contra Los Chapitos al aumentar las recompensas por los hermanos Iván Archivaldo y Jesús Alfredo, que pasaron a 10 millones de dólares por datos que lleven a su captura.
En mayo, en Culiacán comenzó la operación mediática y criminal para incidir en la opinión pública de que la facción no producía fentanilo, aunque las agencias estadounidenses colocan a los Guzmán como los principales exportadores de esta sustancia. A la par de esto, la Secretaría de la Defensa Nacional rastreó el paradero de El Nini en junio pasado en la sindicatura de El Tamarindo, en donde se replicó el modus operandi de bloquear carreteras en esa zona para evitar el arresto, pero esto no ocurrió. Ya en agosto, las autoridades continuaron la cacería contra presuntos fabricantes de este opiáceo sintético y arrestaron a César Tapia Quintero, hermano de Lupe Tapia, en un operativo en Culiacán.
En octubre, Los Chapitos intensificaron su estrategia mediática para prohibir la producción y trasiego de fentanilo, al colocar de manera coordinada una serie de mantas en Culiacán, Mazatlán, Ahome, Guamúchil y Guasave. Los letreros, que advertían que quien moviera esta droga se atendría a las consecuencias, se replicaron en varios municipios de Sonora y Baja California. Esto sucedió paralelo a la estrategia de enviar a medios de comunicación información positiva sobre los hijos de El Chapo Guzmán, con la finalidad de difundir la agenda de este grupo criminal.
La estrategia mediática de Los Chapitos se encaminó a enfocar la atención hacia otros grupos delictivos al comunicar acciones positivas, como el reparto de despensas en comunidades afectadas por la tormenta tropical Norma en Navolato o la entrega de juguetes a niños.
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Con la detención de El Nini, los homicidios de alto impacto comenzaron a disminuir, aunque el robo de vehículos se ha mantenido.
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