Desde hace algunos años se ha insistido, por el sector académico y las Naciones Unidas, que ya se vive una crisis ambiental planetaria, donde la crisis del clima ha sido, a pesar de los escépticos, debidamente documentada, y representa una real amenaza para la biodiversidad, incluyendo la vida humana. Uno de los efectos más destacados del cambio climático, a lo cual se suma periódicamente el evento niño/niña, ha sido la modificación de los patrones de lluvias, a lo cual se suma, de parte de los “tomadores de decisiones” (políticos), la pésima gestión del agua, recurso insustituible para el sostenimiento y desarrollo de la vida.
México, y Chiapas, no quedan fuera de esta crisis climática e hídrica. Actualmente se cuenta con información suficiente, a través del Sistema Meteorológico Nacional (https://smn.conagua.gob.mx/es/), que permite afirmar que en todo México hay una crisis del agua. De acuerdo al monitor de sequía de México, durante el mes de enero del presente año, la sequía de moderada a excepcional osciló del 60.45 a 61.59 % del territorio nacional (1,565 municipios de México), una superficie preocupantemente (quizás hasta alarmantemente) alta.
Para el caso de Chiapas, estado que siempre ha sido considerado con una gran riqueza hídrica, lo cierto es que para la segunda quincena de enero, se reportó un total de 25 municipios entre sequía moderada a sequía severa, esta condición de sequía ha sido cada vez más frecuente en el estado. Recientemente en la costa de Chiapas, se reportó, quizás por primera ocasión desde que se tenga memoria, que los ríos Pijijiapan y Chalaquita en Villa Comaltitlán (Diario del Sur; abril 17 de 2024), se secaron completamente. Que dos ríos se hayan secado en un estado con “gran abundancia de agua”, es un indicador que debió prender las alarmas de las autoridades y de la sociedad en general.
En el caso de Tapachula, análisis realizados con datos de las estaciones meteorológicas 7200 y 7164 Tapachula, se observa una clara tendencia de reducción de las lluvias, lo que a su vez ha llevado a una reducción significativa del caudal del río Coatán, principal fuente de abastecimiento de agua de la ciudad de Tapachula. A lo anterior hay que sumarle, según el informe de 2020, Actualización de la Disponibilidad Media Anual de Agua en el Acuífero Soconusco (0710), Chiapas, de la CONAGUA, que el acuífero presentó una disponibilidad media anual de 48.05 millones de metros cúbicos, mientras que en el 2009, se contaba con una disponibilidad media anual de 94.13 millones de metros cúbicos, es decir, la disponibilidad se ha reducido en un 48.9 %.
Si consideramos que las lluvias disminuyen, el caudal de los ríos se reduce, que el acuífero presenta menor disponibilidad media, además que la demanda de agua para uso y consumo humano se incrementa significativamente, la posibilidad que enfrentemos en pocos años una crisis de agua en Tapachula es real.
La crisis de agua en México, la Universidad Nacional Autónoma de México con anterioridad la ha llamado “Apocalipsis del agua. La crisis que viene” (https://www.gaceta.unam.mx/especial-agua-crisis/).
Es urgente el trabajo de especialista, gobierno y sociedad, para atender y reducir, en el mejor de los casos evitar, una próxima crisis de agua, crisis que de desarrollarse, trastornará sin duda alguna la calidad de vida de las presentes y futuras generaciones.
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