/ martes 23 de octubre de 2018

El NAICM,  ¿una lección para todos?

El tema de las semanas recientes es la conveniencia ono de la construcción del nuevo aeropuerto internacional de laciudad de México (NAICM). He procurado leer la mayor cantidadposible de razones que nos comparten los “comentócratas” enlos programas radiofónicos y televisivos; he procurado tambiénleer los artículos y las columnas en los periódicos y revistas.Es un asunto que tiene diversas aristas. Desde la perspectivatécnica, la política, la ambiental, y muchas otras. No es fácilformarse una idea clara sobre el particular, y aunque sí tengo unaposición definitiva al respecto, voy a tratar de dilucidar variospuntos:

Me queda claro que los intereses económicos sonenormes; que favorecen principalmente a las 5 grandes empresas quedetentan más del 80 por ciento de los contratos hasta hoyotorgados.  Pero también me queda claro que se trata de unaenorme estafa puesto que sin haber un proyecto ejecutivoperfectamente razonado y viable, ya le fue otorgada a laSecretaría de la Defensa, en sub-contrato, la construcción de labarda perimetral cuando aún no se conocen a ciencia cierta–bueno, ya y tendrán que demoler parte de esa barda yaconstruida- los requerimientos de las pistas de aterrizaje –unade ellas ya quedo fuera del área perimetral inicial-. Escuchaba aun comentarista que decía que el Estado debía hacerse cargo de loque ya se había comprometido con anterioridad el gobierno actual.Nada más equivocado y falso que ello. Por supuesto que si una obraestá mal hecha, o un proyecto está errado, y sobre todo si tienevisos de corrupción, por supuesto que un nuevo gobierno tiene nosólo el derecho sino la obligación también de echarlo paraatrás y castigar, con las herramientas de la ley en la mano, a losresponsables.

Por otro lado, el aspecto ecológico. A quién se leocurre drenar un lago o, peor aún, llenar su cuenca de arcilla,tezontle y asfalto para hacer posible la construcción de laspistas de aterrizaje y todo el mega edificio. Ya hemos visto eldaño que ha significado la desecación del lago –o sistema delagos, mejor dicho-,  sobre el cual está edificada la ciudad deMéxico. Y la megaurbe no se detiene. Continúa creciendo. A ellohay que sumar las decenas de minas a cielo abierto de donde seestá extrayendo el material para las obras del supuesto nuevo AICMen el vaso de Texcoco. La deforestación. La invasión a terrenosagrícolas que durante siglos han sido el medio de subsistencia decientos de familias campesinas y han permitido mantener elequilibrio ecológico de la región. Hay decenas de argumentos quenos han brindado los especialistas al respecto pero que los mediostradicionales de comunicación nos han ocultado. Claro que no senos da la información clara, completa y objetiva porque elcriterio de la población, una población más interesada yenterada, tendría mayores asideros en donde fincar sus decisiones.Pero podríamos aventurarnos a simplificar con la pregunta ¿quéqueremos: aeropuerto o agua? Así de sencillo y tremendamenteecocida es la situación.

Se tiene previsto que además del nuevo AICM enTexcoco, se propiciaría la urbanización del perímetro que lorodea con una probable masa poblacional de alrededor de 6 millonesde habitantes con sus consiguientes viviendas. Gran negocio paralos desarrolladores urbanos que desde hace un par de décadas porlo menos han comprado  esos terrenos a precios mínimos,irrisorios casi, con lo que esperan un enorme y fabuloso negocio;fuera de toda proporción; a costa del daño ambiental, ecológicoy de dejar sin agua a la Ciudad de México.

Pero ya para simplificar aún más, por qué nocambiar las perspectivas; salirnos de la inercia de la economíaneoliberal y las propuestas de megaproyectos y dedicarnos adescentralizar. Escuchaba que más de un 80 por ciento de lapoblación nacional no ocupa los servicios aéreos. Pero que vivecon el temor de que al tomar los servicios terrestres, seanvíctimas de la delincuencia en las carreteras. Pero, ¿y situviéramos una red amplia y distributiva de trenes de altavelocidad? ¿Mejor infraestructura carretera? ¿Mayor seguridadterrestre?. Leía que por ejemplo alguien que sale de Puebla osimplemente del sur de la ciudad de México, debe estar dos horasantes en el aeropuerto, padecer quizá alguna demora en su vuelo, yllegar 6 horas después a Monterrey o Tuxtla Gutiérrez. Pero, ¿ysi hubiera el servicio de los trenes de alta velocidad, y esetrayecto podría cubrirlo en un par de horas ó dos horas y media alo sumo?

Está en puerta la consulta para que la poblacióndecida AICM en Texcoco o no. Creo que es un ejercicio interesante einstructivo para muchas otras decisiones posteriores en el ámbitode una probable democracia participativa. Sería la posibilidad desometer a consulta muchos temas pero también decorresponsabilizarnos en sus ejecuciones? Procurar nuestra madurezcívica y democrática. ¿Qué tal si nos hubieran consultado antessi aceptábamos pagar todos el Fobrapoa? ¿O nos hubieran realmentedado la posibilidad de decidir sobre la Reforma Energética?¿Sobre la supuesta privatización del agua? ¿Sobre la nueva leyde seguridad interior? Y tantas cosas más. Y otras muchas queestán por venir.

¿Y si en el caso de Chiapas nos hubiera consultadoel ex gobernador Pablo Salazar la pertinencia de construir ese otroaeropuerto, mega proyecto en su momento, el Ángel Albino Corzo queal 70 por ciento de los chiapanecos nos queda tan lejos y propicióel cierre de los pequeños aeropuertos que ya funcionabanadecuadamente y sin duda ahora lo harían mejor de Palenque, SanCristóbal y Comitán?

La descentralización no sólo debe ser en el centrodel país, sino también en los Estados. No debemos permitirincurrir en aquel mega error del centralismo exacerbado que haconducido a la capital del país a tener esas proporcionesmonstruosas y de obesidad insufribles.

Traslademos la actual discusión del nuevo AICM anuestro Estado. ¿Cuándo vamos a discutir y opinar sobre lasdecisiones políticas locales? ¿El endeudamiento gubernamental quese vuelve responsabilidad social a futuro? ¿Sobre la falta deinversión en infraestructura educativa, de salud –dignas claro-,carreteras, empleo, cultura?

Quizá esa maraña de discusiones y todo eseentretejido de opiniones inteligentes que han detonado lasdiscusiones sobre el AICM nos haga pensar en que lo general debetrasladarse a lo particular –al ámbito estatal y municipal- yaprender a ejercitarnos en la reflexión y las propuestas.Procurarnos la sana actividad de la democracia responsable,participativa,  y dejar atrás la vetusta y dañina tradición dela supuesta democracia dirigida e indirecta. Prefiero errar conmiles más de ciudadanos que ser víctima de las decisionesequivocadas y dañinas tomadas por unos cuantos. Estoy dispuesto aadelgazar mis antiguos prejuicios equivocados en aras de robustecerlos nuevos paradigmas que se me presentan.

entretejas1@hotmail.com

El tema de las semanas recientes es la conveniencia ono de la construcción del nuevo aeropuerto internacional de laciudad de México (NAICM). He procurado leer la mayor cantidadposible de razones que nos comparten los “comentócratas” enlos programas radiofónicos y televisivos; he procurado tambiénleer los artículos y las columnas en los periódicos y revistas.Es un asunto que tiene diversas aristas. Desde la perspectivatécnica, la política, la ambiental, y muchas otras. No es fácilformarse una idea clara sobre el particular, y aunque sí tengo unaposición definitiva al respecto, voy a tratar de dilucidar variospuntos:

Me queda claro que los intereses económicos sonenormes; que favorecen principalmente a las 5 grandes empresas quedetentan más del 80 por ciento de los contratos hasta hoyotorgados.  Pero también me queda claro que se trata de unaenorme estafa puesto que sin haber un proyecto ejecutivoperfectamente razonado y viable, ya le fue otorgada a laSecretaría de la Defensa, en sub-contrato, la construcción de labarda perimetral cuando aún no se conocen a ciencia cierta–bueno, ya y tendrán que demoler parte de esa barda yaconstruida- los requerimientos de las pistas de aterrizaje –unade ellas ya quedo fuera del área perimetral inicial-. Escuchaba aun comentarista que decía que el Estado debía hacerse cargo de loque ya se había comprometido con anterioridad el gobierno actual.Nada más equivocado y falso que ello. Por supuesto que si una obraestá mal hecha, o un proyecto está errado, y sobre todo si tienevisos de corrupción, por supuesto que un nuevo gobierno tiene nosólo el derecho sino la obligación también de echarlo paraatrás y castigar, con las herramientas de la ley en la mano, a losresponsables.

Por otro lado, el aspecto ecológico. A quién se leocurre drenar un lago o, peor aún, llenar su cuenca de arcilla,tezontle y asfalto para hacer posible la construcción de laspistas de aterrizaje y todo el mega edificio. Ya hemos visto eldaño que ha significado la desecación del lago –o sistema delagos, mejor dicho-,  sobre el cual está edificada la ciudad deMéxico. Y la megaurbe no se detiene. Continúa creciendo. A ellohay que sumar las decenas de minas a cielo abierto de donde seestá extrayendo el material para las obras del supuesto nuevo AICMen el vaso de Texcoco. La deforestación. La invasión a terrenosagrícolas que durante siglos han sido el medio de subsistencia decientos de familias campesinas y han permitido mantener elequilibrio ecológico de la región. Hay decenas de argumentos quenos han brindado los especialistas al respecto pero que los mediostradicionales de comunicación nos han ocultado. Claro que no senos da la información clara, completa y objetiva porque elcriterio de la población, una población más interesada yenterada, tendría mayores asideros en donde fincar sus decisiones.Pero podríamos aventurarnos a simplificar con la pregunta ¿quéqueremos: aeropuerto o agua? Así de sencillo y tremendamenteecocida es la situación.

Se tiene previsto que además del nuevo AICM enTexcoco, se propiciaría la urbanización del perímetro que lorodea con una probable masa poblacional de alrededor de 6 millonesde habitantes con sus consiguientes viviendas. Gran negocio paralos desarrolladores urbanos que desde hace un par de décadas porlo menos han comprado  esos terrenos a precios mínimos,irrisorios casi, con lo que esperan un enorme y fabuloso negocio;fuera de toda proporción; a costa del daño ambiental, ecológicoy de dejar sin agua a la Ciudad de México.

Pero ya para simplificar aún más, por qué nocambiar las perspectivas; salirnos de la inercia de la economíaneoliberal y las propuestas de megaproyectos y dedicarnos adescentralizar. Escuchaba que más de un 80 por ciento de lapoblación nacional no ocupa los servicios aéreos. Pero que vivecon el temor de que al tomar los servicios terrestres, seanvíctimas de la delincuencia en las carreteras. Pero, ¿y situviéramos una red amplia y distributiva de trenes de altavelocidad? ¿Mejor infraestructura carretera? ¿Mayor seguridadterrestre?. Leía que por ejemplo alguien que sale de Puebla osimplemente del sur de la ciudad de México, debe estar dos horasantes en el aeropuerto, padecer quizá alguna demora en su vuelo, yllegar 6 horas después a Monterrey o Tuxtla Gutiérrez. Pero, ¿ysi hubiera el servicio de los trenes de alta velocidad, y esetrayecto podría cubrirlo en un par de horas ó dos horas y media alo sumo?

Está en puerta la consulta para que la poblacióndecida AICM en Texcoco o no. Creo que es un ejercicio interesante einstructivo para muchas otras decisiones posteriores en el ámbitode una probable democracia participativa. Sería la posibilidad desometer a consulta muchos temas pero también decorresponsabilizarnos en sus ejecuciones? Procurar nuestra madurezcívica y democrática. ¿Qué tal si nos hubieran consultado antessi aceptábamos pagar todos el Fobrapoa? ¿O nos hubieran realmentedado la posibilidad de decidir sobre la Reforma Energética?¿Sobre la supuesta privatización del agua? ¿Sobre la nueva leyde seguridad interior? Y tantas cosas más. Y otras muchas queestán por venir.

¿Y si en el caso de Chiapas nos hubiera consultadoel ex gobernador Pablo Salazar la pertinencia de construir ese otroaeropuerto, mega proyecto en su momento, el Ángel Albino Corzo queal 70 por ciento de los chiapanecos nos queda tan lejos y propicióel cierre de los pequeños aeropuertos que ya funcionabanadecuadamente y sin duda ahora lo harían mejor de Palenque, SanCristóbal y Comitán?

La descentralización no sólo debe ser en el centrodel país, sino también en los Estados. No debemos permitirincurrir en aquel mega error del centralismo exacerbado que haconducido a la capital del país a tener esas proporcionesmonstruosas y de obesidad insufribles.

Traslademos la actual discusión del nuevo AICM anuestro Estado. ¿Cuándo vamos a discutir y opinar sobre lasdecisiones políticas locales? ¿El endeudamiento gubernamental quese vuelve responsabilidad social a futuro? ¿Sobre la falta deinversión en infraestructura educativa, de salud –dignas claro-,carreteras, empleo, cultura?

Quizá esa maraña de discusiones y todo eseentretejido de opiniones inteligentes que han detonado lasdiscusiones sobre el AICM nos haga pensar en que lo general debetrasladarse a lo particular –al ámbito estatal y municipal- yaprender a ejercitarnos en la reflexión y las propuestas.Procurarnos la sana actividad de la democracia responsable,participativa,  y dejar atrás la vetusta y dañina tradición dela supuesta democracia dirigida e indirecta. Prefiero errar conmiles más de ciudadanos que ser víctima de las decisionesequivocadas y dañinas tomadas por unos cuantos. Estoy dispuesto aadelgazar mis antiguos prejuicios equivocados en aras de robustecerlos nuevos paradigmas que se me presentan.

entretejas1@hotmail.com

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