/ domingo 3 de septiembre de 2017

SEMBLANZAS SEÑERAS

En exclusiva para EL HERALDO DE CHIAPAS, GUILLERMOFLORIS MARGADANT S.

Guillermo Zayas.

El Doctor Guillermo Floris Margadant, nació en LAHAYA, Holanda, el 12 de febrero de 1924; lugar en       querealizo sus primeros estudios; con el tiempo, se traslada aAMÉRICA, radicando un tiempo en HAITI, donde inicia su carrerajurídica; posteriormente, pasa a radicar a México, en formadefinitiva; concluye su carrera de leyes, en la Facultad de Derechode la UNAM, donde en 1960, se gradúa con mención honorífica.Luego cursa luego su Maestría y finalmente alcanza el grado deDoctor en Derecho.

Obtiene por oposición, la cátedra de DerechoRomano, - ambos cursos- y luego el de Historia Universal delDerecho. Hablaba varios idiomas, pudiendo anotar entre ellos, elruso, el francés, el italiano, y últimamente el japonés.

Es autor de varios libros, entre los cuales anotamoslos de “Derecho Romano Privado”, “Introducción al Estudiodel Derecho Mexicano” e “Historia Universal del Derecho”.

Nunca dejó de impartir su cátedra, inclusive en elaño de 1968, cuando ocurrió la “huelga estudiantil”, la dabaen “las Islas”, un lugar ubicado atrás de la Facultad deDerecho, en conde crece el pasto, y unas pequeñas flores, llamadode aquella forma, por las rocas que están encima del césped.

*

Llegaba desde temprano a la Facultad de Derecho,manejando su automóvil, color azul, marca Renault; fue una personade complexión regular,de tez blanca, sonrosada, de cabello y ojosclaros; nunca se quejaba, y por lo general siempre sonreía.Siempre ocupado en sus labores docentes, aunque claro, se dabatiempo para tomarse un bien café, o una buena película;disfrutaba de las cintas de Federico Fellini.

Tenía su domicilio de la calle de Jazmín, en SanÁngel, cerca del llamado: “Asilo Mundet”; era una casa de unasola planta, un pequeño jardín que era visitado por palomas, sinembargo, al parecer sus mascotas favoritas eran los gatos; teníaalgunos que pernoctaban en su salita o en la cocina; vivía solo,aunque en algunas ocasiones prestaba uno de los cuartos aestudiantes de pocos recursos. Y tenía una biblioteca, con losvolúmenes que, en su momento, estaba estudiando.

Alguna vez, me narró que había sido víctima de unrobo; los malhechores entraron de noche, aprovechando la oscuridad,pues en su calle faltaba la farola pública; ingresaronsubrepticiamente, golpearon y ataron al Dr. Margadant, y luegoapoderándose de una computadora y la televisión, huyendo luegodel lugar; el Maestro, luego de desatarse, se percató que susinvaluables libros, (el Digesto, entre ellos), no habían sidosustraídos, a pesar del precio que tenían los mismos (se valuabanen millones de pesos). Así, que se alegró que los rateroscarecieran de cultura jurídica.

Con el tiempo, tuve la fortuna de contar con suamistad, y durante una época, le visité en su domicilio; élsiempre atento, me invitaba una taza de té, al que le añadía unpoco de jarabe de maple. Algunas veces me llevaba en su automóvil,a una cabaña que se ubicaba en la carretera al Desierto de losLeones, donde se alejaba del “mundanal ruido” y elaboraba susinteresantes estudios; recuerdo, que, durante el trayecto a eselugar, me sorprendió de sobremanera que el Doctor FlorisMargadant, se parara a tomar un vaso de pulque o de agua miel; talvez esa bebida sirviera para que el maestro tuviera siempre sucutis sonrosado.

*

En el año de 1974, realice mi servicio social,precisamente en el Seminario de Derecho Romano, que dirigía congran acierto el Doctor Floris Margadant, atendiendo el suscrito, alalumnado y preparando fichas de consulta de los libros ubicados enese lugar de estudios; fue allí que interesado en el tema de laesclavitud, elabore una ponencia con ese título, que fuepresentada en un Congreso, en la Universidad de Xalapa; asimismo,fue en esas aulas donde prepare mi primer libro: “El Proceso aCristo”, que abordaba ese interesante tema, únicamente desde elpunto de vista jurídico.

En una ocasión, tenía yo que elaborar algúnestudio sobre “las deudas Correales y Solidarias”, pero estabatan interesado en el tema que le pedí al Dr. Floris Margadant, medejara analizando el tema; a lo cual, me contesto que no habíaproblema, pero que me dejaría encerrado en el Seminario hasta queel regresara a las cinco de la tarde. Acepte con gusto, y a suretorno, también él se interesó en el tema y me auxilio alconsultar “la Glosa de Acurzio”, en donde encontró lasolución al problema planteado.

Vaya pues un recuerdo para el gran maestro GuillermoFloris Margadant, quien falleciera el 2 de marzo del año 2002, enla ciudad de México.

En exclusiva para EL HERALDO DE CHIAPAS, GUILLERMOFLORIS MARGADANT S.

Guillermo Zayas.

El Doctor Guillermo Floris Margadant, nació en LAHAYA, Holanda, el 12 de febrero de 1924; lugar en       querealizo sus primeros estudios; con el tiempo, se traslada aAMÉRICA, radicando un tiempo en HAITI, donde inicia su carrerajurídica; posteriormente, pasa a radicar a México, en formadefinitiva; concluye su carrera de leyes, en la Facultad de Derechode la UNAM, donde en 1960, se gradúa con mención honorífica.Luego cursa luego su Maestría y finalmente alcanza el grado deDoctor en Derecho.

Obtiene por oposición, la cátedra de DerechoRomano, - ambos cursos- y luego el de Historia Universal delDerecho. Hablaba varios idiomas, pudiendo anotar entre ellos, elruso, el francés, el italiano, y últimamente el japonés.

Es autor de varios libros, entre los cuales anotamoslos de “Derecho Romano Privado”, “Introducción al Estudiodel Derecho Mexicano” e “Historia Universal del Derecho”.

Nunca dejó de impartir su cátedra, inclusive en elaño de 1968, cuando ocurrió la “huelga estudiantil”, la dabaen “las Islas”, un lugar ubicado atrás de la Facultad deDerecho, en conde crece el pasto, y unas pequeñas flores, llamadode aquella forma, por las rocas que están encima del césped.

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Llegaba desde temprano a la Facultad de Derecho,manejando su automóvil, color azul, marca Renault; fue una personade complexión regular,de tez blanca, sonrosada, de cabello y ojosclaros; nunca se quejaba, y por lo general siempre sonreía.Siempre ocupado en sus labores docentes, aunque claro, se dabatiempo para tomarse un bien café, o una buena película;disfrutaba de las cintas de Federico Fellini.

Tenía su domicilio de la calle de Jazmín, en SanÁngel, cerca del llamado: “Asilo Mundet”; era una casa de unasola planta, un pequeño jardín que era visitado por palomas, sinembargo, al parecer sus mascotas favoritas eran los gatos; teníaalgunos que pernoctaban en su salita o en la cocina; vivía solo,aunque en algunas ocasiones prestaba uno de los cuartos aestudiantes de pocos recursos. Y tenía una biblioteca, con losvolúmenes que, en su momento, estaba estudiando.

Alguna vez, me narró que había sido víctima de unrobo; los malhechores entraron de noche, aprovechando la oscuridad,pues en su calle faltaba la farola pública; ingresaronsubrepticiamente, golpearon y ataron al Dr. Margadant, y luegoapoderándose de una computadora y la televisión, huyendo luegodel lugar; el Maestro, luego de desatarse, se percató que susinvaluables libros, (el Digesto, entre ellos), no habían sidosustraídos, a pesar del precio que tenían los mismos (se valuabanen millones de pesos). Así, que se alegró que los rateroscarecieran de cultura jurídica.

Con el tiempo, tuve la fortuna de contar con suamistad, y durante una época, le visité en su domicilio; élsiempre atento, me invitaba una taza de té, al que le añadía unpoco de jarabe de maple. Algunas veces me llevaba en su automóvil,a una cabaña que se ubicaba en la carretera al Desierto de losLeones, donde se alejaba del “mundanal ruido” y elaboraba susinteresantes estudios; recuerdo, que, durante el trayecto a eselugar, me sorprendió de sobremanera que el Doctor FlorisMargadant, se parara a tomar un vaso de pulque o de agua miel; talvez esa bebida sirviera para que el maestro tuviera siempre sucutis sonrosado.

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En el año de 1974, realice mi servicio social,precisamente en el Seminario de Derecho Romano, que dirigía congran acierto el Doctor Floris Margadant, atendiendo el suscrito, alalumnado y preparando fichas de consulta de los libros ubicados enese lugar de estudios; fue allí que interesado en el tema de laesclavitud, elabore una ponencia con ese título, que fuepresentada en un Congreso, en la Universidad de Xalapa; asimismo,fue en esas aulas donde prepare mi primer libro: “El Proceso aCristo”, que abordaba ese interesante tema, únicamente desde elpunto de vista jurídico.

En una ocasión, tenía yo que elaborar algúnestudio sobre “las deudas Correales y Solidarias”, pero estabatan interesado en el tema que le pedí al Dr. Floris Margadant, medejara analizando el tema; a lo cual, me contesto que no habíaproblema, pero que me dejaría encerrado en el Seminario hasta queel regresara a las cinco de la tarde. Acepte con gusto, y a suretorno, también él se interesó en el tema y me auxilio alconsultar “la Glosa de Acurzio”, en donde encontró lasolución al problema planteado.

Vaya pues un recuerdo para el gran maestro GuillermoFloris Margadant, quien falleciera el 2 de marzo del año 2002, enla ciudad de México.

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