/ lunes 25 de abril de 2022

El oficio de lustrar zapatos, principal trabajo de niños indígenas en Tuxtla

Maximiliano y sus amigos cuentan que no se arrepienten de haber dejado la escuela, creen que les irá bien, a diferencia de quienes continuaron estudiando

Desde la mañana sale de su habitación en el centro de Tuxtla Gutiérrez, de la zona de los mercados públicos, lleva en mano una caja de madera con materiales para asear calzado, es Maximiliano López, de tan solo 14 años de edad, originario de Chamula, va en busca de ganarse la vida, siempre acompañado de sus mejores amigos, Alex y Roberto López, no son familiares, son amigos del mismo municipio que se encontraron en la capital.

Lleva la caja en la mano derecha, por momentos la cambia a la otra, sale de una vivienda de la zona de San Roque, renta con otros amigos y familiares, todos provenientes del mismo lugar, Chamula, un municipio que ha crecido en población, que tiene carencias y que sus habitantes tienen que migrar en busca de un mejor destino, Maximiliano es uno de esos casos, no tuvo la mejor suerte de seguir en las aulas y cree que conforme vaya creciendo tendrá mejores oportunidades de vida.

También puedes leer: Chiapas, tercer lugar nacional en explotación laboral infantil

Se sienta en una de las bancas de concreto en uno de los costados de la Catedral Metropolitana de San Marcos, ahí se encuentra con Roberto y Alex, los tres comparten sueños e ilusiones, primero poder conseguir clientes para asearles su calzado, el costo de su trabajo es de 15 pesos por usuario, en el día sus ingresos varía, hay ocasiones que solo ingresan a su bolsillo 10 pesos, pero hay días que les va mejor, 150 pesos, 180 pesos o 200 o más.

Están entregados a lo suyo, platican con su cliente, hablan de Chamula, aunque prefieren no decir nada de su municipio, de su familia, ni del carnaval de Chamula, tampoco si volverían a su lugar de origen, su cliente le paga 15 pesos por la boleada y le obsequia lo de una boleada a sus amigos, a Alex y Roberto, se van contentos, están en las primeras horas del día y creen que en la jornada laboral les irá bien.

Maximiliano llegó hace casi 2 años a la capital, pues la pandemia del Covid 19 inició en Chiapas a finales de febrero del 2020, el no asistir a la escuela se volvió una costumbre, el poder trabajar también, el conseguir dinero se volvió un hábito, lo mismo que colaborar para los ingresos de su familia, no sabe si volvería a las aulas, felicita a quienes sí permanecen y espera que les vaya bien, por ahora lo suyo es el trabajo.

Se despiden del cliente y siguen caminando, siempre en los alrededores de la Catedral Metropolitana de San Marcos, ahí siempre es su área de trabajo, siempre respetan los espacios de enfrente del atrio, donde se ubican los boleros que tienen sillas y ocupan un espacio que les cedió el ayuntamiento y por el que supuestamente pagan impuestos, prefieren respetar su área de trabajo.

Los adolescentes, venidos de los altos de Chiapas, tienen sueños, ilusiones y esperanzas, como muchos niños, en víspera del Día del Nino este 30 de abril, dicen que no saben que harán ese día, bueno sí, trabajar, no se acuerdan si alguna vez celebraron ese día, porque debido a las condiciones sociales y económicas de su municipio y de su familia, desde temprana edad se empieza a trabajar en los Altos de Chiapas.

Desde la mañana sale de su habitación en el centro de Tuxtla Gutiérrez, de la zona de los mercados públicos, lleva en mano una caja de madera con materiales para asear calzado, es Maximiliano López, de tan solo 14 años de edad, originario de Chamula, va en busca de ganarse la vida, siempre acompañado de sus mejores amigos, Alex y Roberto López, no son familiares, son amigos del mismo municipio que se encontraron en la capital.

Lleva la caja en la mano derecha, por momentos la cambia a la otra, sale de una vivienda de la zona de San Roque, renta con otros amigos y familiares, todos provenientes del mismo lugar, Chamula, un municipio que ha crecido en población, que tiene carencias y que sus habitantes tienen que migrar en busca de un mejor destino, Maximiliano es uno de esos casos, no tuvo la mejor suerte de seguir en las aulas y cree que conforme vaya creciendo tendrá mejores oportunidades de vida.

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Se sienta en una de las bancas de concreto en uno de los costados de la Catedral Metropolitana de San Marcos, ahí se encuentra con Roberto y Alex, los tres comparten sueños e ilusiones, primero poder conseguir clientes para asearles su calzado, el costo de su trabajo es de 15 pesos por usuario, en el día sus ingresos varía, hay ocasiones que solo ingresan a su bolsillo 10 pesos, pero hay días que les va mejor, 150 pesos, 180 pesos o 200 o más.

Están entregados a lo suyo, platican con su cliente, hablan de Chamula, aunque prefieren no decir nada de su municipio, de su familia, ni del carnaval de Chamula, tampoco si volverían a su lugar de origen, su cliente le paga 15 pesos por la boleada y le obsequia lo de una boleada a sus amigos, a Alex y Roberto, se van contentos, están en las primeras horas del día y creen que en la jornada laboral les irá bien.

Maximiliano llegó hace casi 2 años a la capital, pues la pandemia del Covid 19 inició en Chiapas a finales de febrero del 2020, el no asistir a la escuela se volvió una costumbre, el poder trabajar también, el conseguir dinero se volvió un hábito, lo mismo que colaborar para los ingresos de su familia, no sabe si volvería a las aulas, felicita a quienes sí permanecen y espera que les vaya bien, por ahora lo suyo es el trabajo.

Se despiden del cliente y siguen caminando, siempre en los alrededores de la Catedral Metropolitana de San Marcos, ahí siempre es su área de trabajo, siempre respetan los espacios de enfrente del atrio, donde se ubican los boleros que tienen sillas y ocupan un espacio que les cedió el ayuntamiento y por el que supuestamente pagan impuestos, prefieren respetar su área de trabajo.

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