En las tierras del sur de México, donde la sierra se mezcla con la selva y el mar acaricia las costas, se encuentra una antigua tradición que solía traer consuelo y frescura a sus habitantes: el uso de las hamacas. Estos lechos suspendidos mecen suavemente a quienes se tumban en ellos, ofreciendo una pausa tranquila en medio del calor sofocante. Sin embargo, esta tradición se vio abruptamente interrumpida por la aparición de un ser misterioso: el Duende de las Hamacas.
La leyenda del Duende de las Hamacas ha atormentado a los habitantes de la costa de Chiapas durante generaciones, y su influencia cambió por completo la forma en que la gente de esta región veía estos cómodos lechos mecedores. Según la tradición, este duende invisible, un ser de aspecto sobrenatural, comenzó a perturbar a quienes descansaban en sus hamacas por la noche. Sus maliciosos juegos incluían mecer a los durmientes con tal violencia que los arrojaba al aire, creando una escena de terror en medio de la noche.
Una de las historias más notorias de este duende se centra en un trabajador oaxaqueño llamado Vicente, quien experimentó una noche la presencia inquietante del Duende de las Hamacas. Vicente descansaba en su hamaca en una apartada cabaña de madera y palmeras cuando, en medio de la noche, sintió cómo una fuerza invisible lo mecía con tal ferocidad que lo asustó profundamente. Despertó con miedo y comenzó a gritar e insultar a su invisible acosador, convencido de que alguien estaba tratando de lastimarlo. Sin embargo, nadie más en la cabaña veía a ningún intruso.
Las historias como la de Vicente se propagaron rápidamente por toda la región, y la creencia en el Duende de las Hamacas creció. Se decía que este ser estaba relacionado con alguien que había muerto mientras lo mecían en una hamaca y regresaba del más allá para vengarse, alterando la tranquilidad de quienes descansaban en estos lechos mecedores. La descripción del duende variaba de un relato a otro, a veces alto y delgado, otras veces pequeño como un enano o gigantesco como un gnomo de los cuentos medievales.
El temor al Duende de las Hamacas llevó a que las hamacas en la costa de Chiapas quedaran prácticamente vacías por la noche. La gente dejó de usarlas para dormir, optando por camas y catres, y esta antigua tradición comenzó a desvanecerse. Las madres asustaban a sus hijos con la narración de esta aparición fantasmal, y la historia se convirtió en un elemento importante de la tradición oral de la región.
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Así, el Duende de las Hamacas se convirtió en una figura que transformó una costumbre ancestral y acogedora en un mito temeroso que continúa influyendo en la cultura y las costumbres de la costa de Chiapas. Aunque las hamacas siguen siendo apreciadas por su comodidad durante el día, por la noche, se mantienen vacías por temor a los espíritus que podrían buscar su mecedora comodidad en medio de la oscuridad.