Tuxtla Gutiérrez.- En medio de las calles de la capital chiapaneca, un grupo de migrantes provenientes de diversas partes de América Latina, incluyendo Venezuela, busca hacer realidad sus sueños mientras enfrentan los desafíos de la migración y la incertidumbre de su futuro en un país extranjero.
Simón Figueroa Ibarra, un joven venezolano de 22 años, llegó a Tuxtla Gutiérrez junto con su esposa, Norelis Mejía, de 23 años, y su hijo de menos de cuatro años. Después de tres meses de travesía desde su país de origen, Venezuela, y una parada previa en Tapachula, su destino final es la Ciudad de México. Su objetivo es trabajar para reunir el dinero necesario para continuar su viaje hacia los Estados Unidos.
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Simón y Norelis son parte de la creciente ola de migrantes que recorren las calles de Tuxtla Gutiérrez en busca de oportunidades y un futuro mejor. Sin embargo, su situación es precaria, ya que han enfrentado limitaciones económicas desde su partida de Venezuela. A pesar de las dificultades, mantienen la esperanza y la determinación de alcanzar sus metas.
El Instituto Nacional de Migración (INM) facilitó su traslado desde Tapachula hasta Tuxtla Gutiérrez en autobús. Sin embargo, el permiso provisional otorgado por las autoridades mexicanas solo les permitió un plazo de tres días para desplazarse por el país, un período que ya ha expirado y que no les ha brindado el apoyo necesario para lograr sus objetivos.
Figueroa Ibarra expresó su decepción ante la falta de atención y tiempo otorgado por el Estado Mexicano en su travesía migratoria. El joven venezolano y su esposa han estado vendiendo paletas de dulce en las calles, plazas y mercados de la ciudad para recaudar fondos. Esta iniciativa les ha permitido recolectar dinero para comprar alimentos y, lo que es más importante, ahorrar para los costosos boletos de autobús hacia la Ciudad de México.
En sus propias palabras, Simón comentó: "No mentalidad no es ir a Estados Unidos a ser uno más del montón, yo quiero tener mi negocio, ser mi propio jefe, yo voy allá también a estudiar, me gusta estudiar y a triunfar con la familia". Su determinación se basa en su deseo de brindar un futuro mejor a sus seres queridos en Venezuela.
La presencia de migrantes en las calles de Tuxtla Gutiérrez es evidente, con individuos de diversas nacionalidades, como Colombia, Costa Rica, Panamá, El Salvador, Guatemala, Honduras, Haití y más. Cada uno lleva consigo su propia historia y aspiraciones, motivados por la imposibilidad de prosperar en sus lugares de origen.
Mientras buscan oportunidades para sobrevivir, algunos migrantes duermen en las calles, enfrentando dificultades diarias. Algunos acuden al Comedor Comunitario de la Iglesia Católica en el templo de Santo Domingo de Guzmán, donde pueden obtener un alimento por una módica contribución de cinco pesos.