Algunos expertos pretenden que la negativa sintomática del público a contestar una encuesta, que se ha detectado particularmente para esta elección, es prueba de un fenómeno conocido como “espiral de silencio” descrito por Elisabeth Noelle-Neumann.
Esta teoría establece que la opinión pública puede influir en el comportamiento de los individuos en una sociedad, porque aquellos tratan de ajustarse a las ideas de la mayoría por el miedo del ser humano a ser aislado.
Lo anterior viene a ser un lugar común. La experiencia nos permite valorar que no lo será necesariamente en todo tiempo y circunstancia. No todo el que calla otorga ni todo el que habla dice la verdad. Tenemos que imponernos del contexto:
La violencia que vivimos en México en general –y la violencia política en particular– no está fuera del control del gobierno: está auspiciada por su política de “abrazos, no balazos”. Porque a su manera de ver, el miedo es su principal aliado en la elección que viene. Pero así como el miedo puede inhibir el voto, también puede compeler a su ejercicio.
El Gobierno de Morena apuesta a llegar a junio con la sociedad envuelta en una espiral de silencio, es decir, un escenario en el que la mayoría se encuentre impactada por la “opinión pública”.
Por eso las encuestas pagadas, la amenaza de “soltar al tigre”, las fábricas de bots, las persecuciones y ataques constantes a los opositores. Todo abona a la imposición de una idea: la elección es un mero trámite. Están equivocados.
Esa presión puede ser generadora del cambio, como la reacción instintiva de una fiera acorralada –valga la comparación– cuya única expectativa es matar o morir. El presidente AMLO decidió jugar con fuego cerca de un barril de pólvora. La percepción de inseguridad es muy alta y él amenaza con más.
Lo que la gente calla en las encuestas electorales, lo grita en las encuestas sobre seguridad, lo expresa en la convivencia cotidiana con su familia y amigos. Todos conocemos a no pocos que han resultado víctimas de la inseguridad y a muchos decepcionados de AMLO y de Morena del 2018.
Ejercicios demoscópicos así lo demuestran:
- La Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) del INEGI indica que, durante el primer trimestre de 2024, el 61.0 % de la población de 18 años y más en 90 grandes ciudades de México, considera inseguro vivir en su ciudad. Este porcentaje se incrementó en dos puntos con relación al 2023.
- La Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) es un ejercicio más amplio (cien mil hogares, estratificada en todo el país); y da cuenta de que el 2023, un 74.6% de la población de 18 años y más percibió inseguridad en su estado.
La política de “abrazos no balazos” es objeto de una severa calificación, por sus manos resultados percibidos por una inmensa mayoría como inseguridad. Y será un factor trascendental que decantará el voto contra el gobierno, igual que la decepción por el bajo nivel de vida, la falta de atención en salud, los deficientes servicios básicos y la rampante corrupción.
Otra prueba de que hacer mutis en las encuestas electorales no evidencia una espiral de silencio, fue la multitudinaria, entusiasta y contundente presencia de la Marea Rosa en el corazón político de México, el pasado 19 de mayo. La sociedad no está a la expectativa de una supuesta opinión mayoritaria.
El gobierno se regodea en sus encuestas pagadas y la creencia de que puede imponer una espiral de silencio. La verdadera mayoría sabe, sin embargo, como el célebre filósofo Miguel de Unamuno, que “a veces, el silencio es la peor mentira”.
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