/ domingo 20 de enero de 2019

ESCRITORAS COLOMBIANAS

PIEDRA DE TOQUE

(Primera parte de tres)

Homenaje a María Teresa Uribe

Las mujeres colombianas han tenido una destacada presencia en la literatura, particularmente, a partir del siglo XIX. En el período colonial es reconocida la Madre del Castillo, aunque se mencionan otras de poco presencia, hasta hoy en día. Otras destacaron en las luchas políticas como Manuela Beltrán y Policarpa Salavarrieta, sin olvidar a la ecuatoriana, Manuelita Sáenz, compañera de Simón Bolívar en un tramo del largo período de las guerras de independencia. Su valor político y moral al lado del general fue decisivo. Fue llamada La libertadora del libertador.

La madre del Castillo (Tunja de 1671-1742) es la primera mujer que se menciona en las antologías o libros referidos a la historia de la literatura escrita en Colombia. Dejó textos religiosos y varios de tono místico. Se comenta que escribió dos autobiografías, apenas dados a conocer en el siglo XIX: Vida (1817) y Afectos espirituales(1843). En Literatura y diferencia. Estudio preliminar y presentación de María Mercedes Jaramillo, Betty Osorio y Ángela Inés Robledo. Editoras. (Tomado de: Escritoras colombianas del siglo XX (1995). Bogotá: Ediciones Uniandes - Editorial Universidad de Antioquia), se dice que “Su literatura era mística y daba cuenta del ambiente moral de la época, sus dilemas espirituales y la represión de sentimientos. Sus relatos cuentan sobre sus angustias, tentaciones y terrores, además de pasajes amorosos y eróticos”. Una muestra: “Mira como el esposo del alma quiere como emplear los sentidos en la esposa: muéstrame tu rostro para agrado de mi vista, porque tu rostro es grandemente hermoso y majestuoso. Suene tu voz para mis oídos, porque tu voz me es como música suave. Tus vestiduras a mi olfato, son como el olor de todos los aromas, ¡Cuán suave eres y cuán hermosa, carísima!, dulce a mi sabor y a mi garganta como un panal de miel, tus labios destilan un panal”: escribió la Madre Francisca.

En el siglo XIX destaca, principalmente, Soledad Acosta de Samper (1833-1913). Fue hija del prócer e historiador Joaquín Acosta y Pérez de Guzmán, (quien luchó al lado de Simón Bolívar) y de la americana Carolina Kemble Rou. Estudio en Canadá; luego vivió en París, donde trató a destacados escritores europeos. Al regresar a Colombia contrajo matrimonio con el político y escritor José María Samper Agudelo, considerado como uno de los más importantes estudiosos de la vida social y política colombiana, y por ello mismo es reconocido como uno de los fundadores de los estudios sociológicos en el país.

Originalmente se dio a conocer doña Soledad como escritora con varios seudónimos: Aldebarán, Renato, Bertilda y Andina. “Su obra apareció primero en Biblioteca de Señoritas y en El Mosaico de Bogotá. Soledad Acosta siempre respaldó a su marido con una labor periodística y editorial activa en Colombia y Perú, donde fundaron la Revista Americana. Fue una fiel activista en pro de la mujer. Fundó y dirigió varios folletines. En ‘La mujer en la sociedad moderna’ destacó a otras importantes escritoras como Josefa Acevedo de Gómez, Silveria Espinosa de Rendón, Agripina Samper de Ancizar, Bertilda Samper Acosta, Agripina Montes del Valle, Waldina Dávila de Ponce de León, Herminia Gómez Jaime de Abadía y Eva Ceferina Vergel y Marea”.

En 1853 Soledad Acosta conoció a José María Samper en Guaduas, población cercana a Bogotá, durante unas fiestas locales. Allí había nacido la heroína Policarpa Salavarrieta. Contrajeron matrimonio el 5 de mayo de 1855. En 1858 la familia Samper Acosta viajó a Europa en compañía de la madre de la autora. Se establecieron en París. José María Samper fue nombrado secretario de la Legación Colombiana. Ese mismo año, en calidad de corresponsal, comenzó sus colaboraciones doña Soledad para los periódicos El Mosaico que se definía como "periódico de la juventud, dedicado exclusivamente a la literatura" y la Biblioteca de Señoritas -periódico literario de ocho páginas, del cual salieron 67 números entre 1858 y 1859- de Bogotá, y El Comercio de Lima. Sus escritos consistían en reseñas de libros, de ópera y música, comentarios de moda, traducciones y relatos de viaje. Acosta colaboró en El Iris, periódico literario ilustrado "dedicado al bello sexo" (Bogotá, 1866-1868), donde firmaba como Aldebarán y Andina.



Soledad Acosta frecuentó la novela, en las cuales recrea aspectos históricos, particularmente asuntos de la colonia y la república, desde el llamado costumbrismo. Tuvo en sus escritos un aliento romántico tardío. Se recuerdan sus Novelas y cuadros de costumbres de la vida suramericana (1869), Los piratas de Cartagena (1885) y Un chistoso de aldea (1905). En algunas de sus obras adelantó análisis psicológicos, como en Laura (1870). Escribió diversas biografías de destacados personajes militares y políticos de la independencia, entre ellas las de Antonio José de Sucre, Antonio Nariño, José Antonio Galán (líder de los llamados Comuneros) y la de su padre, Joaquín Acosta. (Continuará).

(Primera parte de tres)

Homenaje a María Teresa Uribe

Las mujeres colombianas han tenido una destacada presencia en la literatura, particularmente, a partir del siglo XIX. En el período colonial es reconocida la Madre del Castillo, aunque se mencionan otras de poco presencia, hasta hoy en día. Otras destacaron en las luchas políticas como Manuela Beltrán y Policarpa Salavarrieta, sin olvidar a la ecuatoriana, Manuelita Sáenz, compañera de Simón Bolívar en un tramo del largo período de las guerras de independencia. Su valor político y moral al lado del general fue decisivo. Fue llamada La libertadora del libertador.

La madre del Castillo (Tunja de 1671-1742) es la primera mujer que se menciona en las antologías o libros referidos a la historia de la literatura escrita en Colombia. Dejó textos religiosos y varios de tono místico. Se comenta que escribió dos autobiografías, apenas dados a conocer en el siglo XIX: Vida (1817) y Afectos espirituales(1843). En Literatura y diferencia. Estudio preliminar y presentación de María Mercedes Jaramillo, Betty Osorio y Ángela Inés Robledo. Editoras. (Tomado de: Escritoras colombianas del siglo XX (1995). Bogotá: Ediciones Uniandes - Editorial Universidad de Antioquia), se dice que “Su literatura era mística y daba cuenta del ambiente moral de la época, sus dilemas espirituales y la represión de sentimientos. Sus relatos cuentan sobre sus angustias, tentaciones y terrores, además de pasajes amorosos y eróticos”. Una muestra: “Mira como el esposo del alma quiere como emplear los sentidos en la esposa: muéstrame tu rostro para agrado de mi vista, porque tu rostro es grandemente hermoso y majestuoso. Suene tu voz para mis oídos, porque tu voz me es como música suave. Tus vestiduras a mi olfato, son como el olor de todos los aromas, ¡Cuán suave eres y cuán hermosa, carísima!, dulce a mi sabor y a mi garganta como un panal de miel, tus labios destilan un panal”: escribió la Madre Francisca.

En el siglo XIX destaca, principalmente, Soledad Acosta de Samper (1833-1913). Fue hija del prócer e historiador Joaquín Acosta y Pérez de Guzmán, (quien luchó al lado de Simón Bolívar) y de la americana Carolina Kemble Rou. Estudio en Canadá; luego vivió en París, donde trató a destacados escritores europeos. Al regresar a Colombia contrajo matrimonio con el político y escritor José María Samper Agudelo, considerado como uno de los más importantes estudiosos de la vida social y política colombiana, y por ello mismo es reconocido como uno de los fundadores de los estudios sociológicos en el país.

Originalmente se dio a conocer doña Soledad como escritora con varios seudónimos: Aldebarán, Renato, Bertilda y Andina. “Su obra apareció primero en Biblioteca de Señoritas y en El Mosaico de Bogotá. Soledad Acosta siempre respaldó a su marido con una labor periodística y editorial activa en Colombia y Perú, donde fundaron la Revista Americana. Fue una fiel activista en pro de la mujer. Fundó y dirigió varios folletines. En ‘La mujer en la sociedad moderna’ destacó a otras importantes escritoras como Josefa Acevedo de Gómez, Silveria Espinosa de Rendón, Agripina Samper de Ancizar, Bertilda Samper Acosta, Agripina Montes del Valle, Waldina Dávila de Ponce de León, Herminia Gómez Jaime de Abadía y Eva Ceferina Vergel y Marea”.

En 1853 Soledad Acosta conoció a José María Samper en Guaduas, población cercana a Bogotá, durante unas fiestas locales. Allí había nacido la heroína Policarpa Salavarrieta. Contrajeron matrimonio el 5 de mayo de 1855. En 1858 la familia Samper Acosta viajó a Europa en compañía de la madre de la autora. Se establecieron en París. José María Samper fue nombrado secretario de la Legación Colombiana. Ese mismo año, en calidad de corresponsal, comenzó sus colaboraciones doña Soledad para los periódicos El Mosaico que se definía como "periódico de la juventud, dedicado exclusivamente a la literatura" y la Biblioteca de Señoritas -periódico literario de ocho páginas, del cual salieron 67 números entre 1858 y 1859- de Bogotá, y El Comercio de Lima. Sus escritos consistían en reseñas de libros, de ópera y música, comentarios de moda, traducciones y relatos de viaje. Acosta colaboró en El Iris, periódico literario ilustrado "dedicado al bello sexo" (Bogotá, 1866-1868), donde firmaba como Aldebarán y Andina.



Soledad Acosta frecuentó la novela, en las cuales recrea aspectos históricos, particularmente asuntos de la colonia y la república, desde el llamado costumbrismo. Tuvo en sus escritos un aliento romántico tardío. Se recuerdan sus Novelas y cuadros de costumbres de la vida suramericana (1869), Los piratas de Cartagena (1885) y Un chistoso de aldea (1905). En algunas de sus obras adelantó análisis psicológicos, como en Laura (1870). Escribió diversas biografías de destacados personajes militares y políticos de la independencia, entre ellas las de Antonio José de Sucre, Antonio Nariño, José Antonio Galán (líder de los llamados Comuneros) y la de su padre, Joaquín Acosta. (Continuará).

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