MORELIA, Mich. Rodrigo Fiallega escuchó la anécdota de un hombre argentino al que le habían asesinado a su hijo; el agresor fue liberado por las autoridades poco después sin que se hiciese justicia. Esta idea se convirtió en el guion de Ricochet, cinta que ahora forma parte de la decimoctava edición del Festival Internacional de Cine de Morelia como parte de la sección de Largometraje Mexicano.
La historia, más que indagar en el suceso, explora el proceso que este padre un año después de los hechos, su imposibilidad de superar el dolor y la frustración de no contar con alguien a su alrededor que comprenda lo que siente por dentro.
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“La película da cuenta que cada ser humano reacciona de modo muy diferente al mismo hecho, que hay a quienes una pérdida puede no afectarles mucho, mientras que a otros el dolor se les queda dentro y no pueden volver a ser los mismos de antes”, cuenta el director.
Ricochet es protagonizada por Martijn Kuiper, actor originario de Ámsterdam que en el filme interpreta a Martin, un extranjero con más de 20 años viviendo en un pequeño pueblo de Jalisco. Como en la anécdota que el realizador escuchó, este personaje lleva un año viviendo con la pérdida de su hijo, quien fue asesinado sin razón aparente.
“El hecho de representarlo con un extranjero vuelve un arquetipo de este personaje solitario que todos nos volvemos cuando sentimos dolor, porque el dolor es sólo nuestro y nadie puede saber cómo lo sentimos ni qué tan profundo es; los que están afuera de nosotros lo ven totalmente diferente”, señala el cineasta cuya trayectoria antes de realizar esta ópera prima se remonta a sus trabajos de efectos especiales en las cintas Misión Imposible 4: protocolo fantasma o Los indestructibles 3.
Rodrigo Fiallega reconoce que esta película cuenta con una influencia literaria y visual de Juan Rulfo. La película de hecho se rodó en Sayula, Jalisco, pueblo de donde el autor mexicano es originario.
“Fue un poco casualidad: cuando empecé a escribir el guion me imaginaba Jalisco por un tema romántico de Rulfo. Pero la elección del lugar llegó de manera natural, porque un amigo productor de Guadalajara leyó el guion y nos dijo que teníamos que filmar ahí. Él nos mostró toda la parte de la laguna de Sayula, los pueblos alrededor y nos dimos cuenta que era el lugar ideal”.
Los escenarios fueron retratados de manera natural, “casi como un documental”, dice el realizador: “Salvo la casa, el equipo de arte no construyó casi nada. En ese sentido fue un retrato de México y sus paisajes. Era importante el modo estético, pero también por el concepto que arropa este personaje, este pueblo y los paisajes que de cierto modo se vuelven un coro griego que lo lleva a su destino”.
Ricochet, como el resto de la programación del FICM, puede verse en la capital michoacana y de manera gratuita a través de la plataforma de Cinépolis Klic.
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