José Estrada, un hombre de más de 60 años, se ha convertido en un rostro familiar en una de las colonias del norte de Tuxtla Gutiérrez. Su labor diaria consiste en ordenar el tráfico de vehículos en la segunda avenida norte, entre las calles once y doce oriente, frente al Mercado Público Municipal 5 de Mayo. A pesar de su modesta ocupación, Don José se muestra orgulloso y feliz de su trabajo.
Desde las seis de la mañana hasta las cinco de la tarde, José se ubica en este punto crucial de la ciudad, donde su playera y un silbato son sus herramientas de trabajo. La playera le permite identificar a quienes desean estacionarse en el área circundante al mercado, mientras que el silbato sirve como una señal de dirección para los conductores.
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José no cuenta con abundantes recursos económicos y su salario no es fijo. A veces, sus ingresos alcanzan un promedio de 200 pesos al día, lo que queda por debajo del salario mínimo que se ubica en los 207 pesos con 44 centavos. En ocasiones, su jornada laboral le reporta ganancias menores, incluso tan bajas como cien pesos.
A pesar de las condiciones laborales adversas, José no se queja. Trabaja de lunes a domingo sin días de descanso, vacaciones ni prestaciones sociales. Sus ingresos dependen directamente de los clientes que visitan el Mercado Público Municipal 5 de Mayo. Son ellos quienes, agradecidos por su ayuda, le obsequian algunas monedas como muestra de su aprecio.
Para desempeñar su labor, José debe levantarse temprano, a las cinco de la mañana, tomar su café y llevar su desayuno al trabajo. Viste con una playera y pantalón de mezclilla, y su silbato se convierte en un instrumento esencial para ubicar a los conductores en los espacios disponibles.
José también trabaja en la segunda avenida norte, entre la doce y 13 calle oriente, donde advierte sobre el riesgo de robos en los vehículos estacionados. Aunque no es responsable de la seguridad de los automóviles, su labor se limita a generar espacios para estacionarse. También presta sus servicios en la tercera avenida norte.
El trabajo de José es más gratificante cuando se encuentra solo en su labor, como sucedió este 2 de noviembre. Sin embargo, en otros días, se une a otros cuatro compañeros que ayudan a estacionar los vehículos en la misma zona. Los ingresos se comparten, y a veces, cada uno de ellos obtiene menos de 150 pesos gracias a los dueños de los automóviles que acuden al mercado o al Centro Cultural Jaime Sabines. José agradece la posibilidad de ganar algunos pesos gracias a la generosidad de quienes utilizan sus servicios.
