/ viernes 8 de marzo de 2019

A Doble Espacio

Hice un programa de radio con las amas de casa como protagonistas. La queja acerca del alza de precios es generalizada.

El salario mínimo alcanza para el desayuno de una familia de cinco miembros, según las cuentas que se hicieron. En una familia deben trabajar varios miembros para aportar lo necesario para alimentación, vestido, vivienda y, si se puede, diversión.

Fue notoria la alusión al excesivo gasto en refrescos embotellados y comida chatarra, ambos dañinos para la salud y para la economía doméstica, sin embargo, siempre están presentes en la dieta de los chiapanecos, por ese doble efecto pernicioso.

Se ha propuesto la economía de traspatio. Algunas amas de casa dijeron que con hidroponía y otras técnicas, se pueden cultivar comestibles en determinada área del hogar, pero no se hace. Se prefiere el cultivo de flores de ornato. De muchas formas puede hacer que las familia gasten menos por lo menos en el sustento diario, pero no así en la educación, el transporte o la vivienda.

La conclusión fue que el salario mínimo debería ser del triple del actual. Eso es imposible, porque al otro día de asignarlo, se desataría una inflación que lo desvanecería inmediatamente, como ya se ha visto en el pasado.

Ha iniciado el mes de marzo y la carestía la atestiguan las amas de casa, más allá de las apreciaciones abstractas de los economistas. Las calificadoras internacionales ponen focos rojos en nuestro país y eso aleja a la inversión en bienes de capital. ¿De dónde van a salir los empleos que necesita el país? De la nada no se puede, porque a la nada, nada le sigue, decían los clásicos.

Seguiremos igual o peor, pero seguiremos en esta lucha absurda de consumo y desperdicio, a favor de empresas explotadoras y dañinas. Maldita y bendita ignorancia

Hice un programa de radio con las amas de casa como protagonistas. La queja acerca del alza de precios es generalizada.

El salario mínimo alcanza para el desayuno de una familia de cinco miembros, según las cuentas que se hicieron. En una familia deben trabajar varios miembros para aportar lo necesario para alimentación, vestido, vivienda y, si se puede, diversión.

Fue notoria la alusión al excesivo gasto en refrescos embotellados y comida chatarra, ambos dañinos para la salud y para la economía doméstica, sin embargo, siempre están presentes en la dieta de los chiapanecos, por ese doble efecto pernicioso.

Se ha propuesto la economía de traspatio. Algunas amas de casa dijeron que con hidroponía y otras técnicas, se pueden cultivar comestibles en determinada área del hogar, pero no se hace. Se prefiere el cultivo de flores de ornato. De muchas formas puede hacer que las familia gasten menos por lo menos en el sustento diario, pero no así en la educación, el transporte o la vivienda.

La conclusión fue que el salario mínimo debería ser del triple del actual. Eso es imposible, porque al otro día de asignarlo, se desataría una inflación que lo desvanecería inmediatamente, como ya se ha visto en el pasado.

Ha iniciado el mes de marzo y la carestía la atestiguan las amas de casa, más allá de las apreciaciones abstractas de los economistas. Las calificadoras internacionales ponen focos rojos en nuestro país y eso aleja a la inversión en bienes de capital. ¿De dónde van a salir los empleos que necesita el país? De la nada no se puede, porque a la nada, nada le sigue, decían los clásicos.

Seguiremos igual o peor, pero seguiremos en esta lucha absurda de consumo y desperdicio, a favor de empresas explotadoras y dañinas. Maldita y bendita ignorancia

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