/ lunes 11 de marzo de 2024

Carrereando la Chuleta | Hasta siempre, mi querido amigo Carlos Salazar Gam

Es difícil imaginar lo que pasó, te encontrabas en franca recuperación para seguir haciendo historia. Estabas en el lugar que tanto buscaste, lo lograste y de la mejor manera. Gozaste de la vida sin falsas pretensiones, sin máscaras, sin odios, en cambio, siempre con una gran sonrisa y con una visión clara de lo que se tenía que hacer. Tu mejor don sin duda era servir.

Sabías ser amigo, siempre amable, atento, agradecido. Construías con base en la reciprocidad y no dejabas solo a nadie. El valor fundamental de tu persona era la alegría; ese contagioso sentido del humor.

Leal, sincero y comprometido con tu pueblo, con Huixtla, y con un profundo amor por los tuyos. Siempre me dijiste que el trato es fundamental para lograr lo que quieres, y así te condujiste en la vida, siendo amable con todos, sin distinción y con la disposición de ayudar.

Fuiste muy claro en tu proyecto político. Buscabas hacer las cosas lo mejor posible, con un alto sentido de la responsabilidad, pero también con resultados, por eso mucha gente te seguía, nunca dejó de hacerlo. Yo soy uno de ellos, y aunque en ocasiones la derrota tocó tu puerta, con el desánimo de ver que tu proyecto se quedaba muy cerquitita de lograrlo, nunca te desanimaste, al contrario, tomabas más fuerza y continuabas.

Cuando el destino te dio la oportunidad de ser presidente municipal de tu pueblo, lo recibiste con gallardía, sin revanchas ni venganzas de nada. El odio y el rencor no tenían cabida en ti. Eres y serás por siempre ese gordito bonachón al que todos quieren de amigo, de tío, de padrino.

Quise escribirte desde la tranquilidad de mi corazón, aunque afortunadamente el Colocho me dio la oportunidad de decírtelo en persona. La última vez que compartimos un rato fue cuando hicimos una entrevista en el puente de la salida de Huixtla. Me hablaste de los proyectos que venían, de lo que iba a ocupar tu agenda, de la visión que tenías de un par de obras magnas en Huixtla, una de ellas la echaste a andar, en el camino al ingenio azucarero, al que llegaste montado en una motocicleta y saludaste a todos por igual. Ahí pude ver al Carlos Gam de siempre, generoso, amigo, orgulloso de que su pueblo lo quería porque él quería, y mucho, a su pueblo.

En esa ocasión comimos un par de tortas en el parque, no hubo persona que pasara sin que te saludara y a todas las saludaste con el mismo entusiasmo, como si fueran tus hermanos, tu sangre. Alguno que pasó por ahí, te vio y se puso a platicar contigo, le resolviste un par de problemas; era gente común, que necesitaba la ayuda de su gobierno. Lo hiciste sin pedir nada a cambio, por el contrario y como siempre, dabas más de lo que las personas esperaban, y no me refiero a dinero, no, era algo más complicado porque requiere del interés; era atención y servicio lo que querían y se los brindaste inmediatamente. No supe quiénes eran, pero se fueron felices, te dijeron “gracias, don Carlos”; seguro estoy que te llenaron de bendiciones.

Generosidad y buen gobierno sí pueden ir de la mano y ese fue tu legado en el paso por esta hermosa tierra. Sabías apretar cinturones y uno que otro tornillo para que lo poco, rindiera, para que las cosas sucedieran. Tu administración funcionó, sin deberle nada a nadie y brindando resultados, tal como te lo prometiste.

Carlos Gam, mi amigo, por eso seguro estoy de que tu pueblo te va a recordar siempre como ese buen huixtleco, ese buen amigo, buen padre de familia, y como al presidente municipal que no defraudó a nadie, como al gordito bonachón que siempre va a permanecer en el corazón de todos los que te conocimos. Descansa en paz, amigo mío.

Desde este espacio hago patente mi total gratitud por tu amistad, y le reitero a mi amiga, la maestra Georgina Coutiño, que en mí tienen un amigo, ella y tu hija. Fortaleza a la familia de nuestro amigo, Carlos Gam. Comentarios a:


rgonzalez@diariodelsur.com.mx


Es difícil imaginar lo que pasó, te encontrabas en franca recuperación para seguir haciendo historia. Estabas en el lugar que tanto buscaste, lo lograste y de la mejor manera. Gozaste de la vida sin falsas pretensiones, sin máscaras, sin odios, en cambio, siempre con una gran sonrisa y con una visión clara de lo que se tenía que hacer. Tu mejor don sin duda era servir.

Sabías ser amigo, siempre amable, atento, agradecido. Construías con base en la reciprocidad y no dejabas solo a nadie. El valor fundamental de tu persona era la alegría; ese contagioso sentido del humor.

Leal, sincero y comprometido con tu pueblo, con Huixtla, y con un profundo amor por los tuyos. Siempre me dijiste que el trato es fundamental para lograr lo que quieres, y así te condujiste en la vida, siendo amable con todos, sin distinción y con la disposición de ayudar.

Fuiste muy claro en tu proyecto político. Buscabas hacer las cosas lo mejor posible, con un alto sentido de la responsabilidad, pero también con resultados, por eso mucha gente te seguía, nunca dejó de hacerlo. Yo soy uno de ellos, y aunque en ocasiones la derrota tocó tu puerta, con el desánimo de ver que tu proyecto se quedaba muy cerquitita de lograrlo, nunca te desanimaste, al contrario, tomabas más fuerza y continuabas.

Cuando el destino te dio la oportunidad de ser presidente municipal de tu pueblo, lo recibiste con gallardía, sin revanchas ni venganzas de nada. El odio y el rencor no tenían cabida en ti. Eres y serás por siempre ese gordito bonachón al que todos quieren de amigo, de tío, de padrino.

Quise escribirte desde la tranquilidad de mi corazón, aunque afortunadamente el Colocho me dio la oportunidad de decírtelo en persona. La última vez que compartimos un rato fue cuando hicimos una entrevista en el puente de la salida de Huixtla. Me hablaste de los proyectos que venían, de lo que iba a ocupar tu agenda, de la visión que tenías de un par de obras magnas en Huixtla, una de ellas la echaste a andar, en el camino al ingenio azucarero, al que llegaste montado en una motocicleta y saludaste a todos por igual. Ahí pude ver al Carlos Gam de siempre, generoso, amigo, orgulloso de que su pueblo lo quería porque él quería, y mucho, a su pueblo.

En esa ocasión comimos un par de tortas en el parque, no hubo persona que pasara sin que te saludara y a todas las saludaste con el mismo entusiasmo, como si fueran tus hermanos, tu sangre. Alguno que pasó por ahí, te vio y se puso a platicar contigo, le resolviste un par de problemas; era gente común, que necesitaba la ayuda de su gobierno. Lo hiciste sin pedir nada a cambio, por el contrario y como siempre, dabas más de lo que las personas esperaban, y no me refiero a dinero, no, era algo más complicado porque requiere del interés; era atención y servicio lo que querían y se los brindaste inmediatamente. No supe quiénes eran, pero se fueron felices, te dijeron “gracias, don Carlos”; seguro estoy que te llenaron de bendiciones.

Generosidad y buen gobierno sí pueden ir de la mano y ese fue tu legado en el paso por esta hermosa tierra. Sabías apretar cinturones y uno que otro tornillo para que lo poco, rindiera, para que las cosas sucedieran. Tu administración funcionó, sin deberle nada a nadie y brindando resultados, tal como te lo prometiste.

Carlos Gam, mi amigo, por eso seguro estoy de que tu pueblo te va a recordar siempre como ese buen huixtleco, ese buen amigo, buen padre de familia, y como al presidente municipal que no defraudó a nadie, como al gordito bonachón que siempre va a permanecer en el corazón de todos los que te conocimos. Descansa en paz, amigo mío.

Desde este espacio hago patente mi total gratitud por tu amistad, y le reitero a mi amiga, la maestra Georgina Coutiño, que en mí tienen un amigo, ella y tu hija. Fortaleza a la familia de nuestro amigo, Carlos Gam. Comentarios a:


rgonzalez@diariodelsur.com.mx