En los hogares de Terán, ubicados en el poniente de Tuxtla Gutiérrez, una festividad llena de color y devoción envuelve a la comunidad con el recorrido de las virgencitas de Copoya. Las imágenes de Nuestra Señora de Candelaria, Nuestra Señora del Rosario y Santa María Olaechea, bajo la responsabilidad de la Mayordomía Zoque, son recibidas con gran algarabía y celebración en cada domicilio.
La señora Eneyda Morales Torres, junto con sus hijos, abren las puertas de su hogar para dar la bienvenida a los asistentes, quienes disfrutan de la comida, especialmente el tradicional pozol, y pasan a rezar al frente del altar donde reposan las imágenes sagradas.
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Ariosto Cabrera Pérez, uno de los mayordomos, comparte que esta festividad tiene una larga historia en la comunidad, remontándose a 70 años atrás. En aquella época, Terán era muy diferente, con calles de tierra y un ambiente más rural. Con el paso del tiempo y la modernización de la colonia, la celebración ha congregado a más personas, convirtiéndose en una tradición arraigada en la comunidad.
Sin embargo, el paso del tiempo también ha traído cambios, con un número menor de participantes y una disminución en el fervor religioso. A pesar de ello, la comunidad se une para honrar a las virgencitas de Copoya y mantener viva esta importante tradición.
Eneyda Morales Torres expresa su emoción y gratitud por recibir a las imágenes en su hogar, destacando la importancia de estar feliz y contentos para disfrutar plenamente de la festividad. Laura Hernández Morales comparte el entusiasmo que se respira en cada rincón de Terán durante esta celebración, resaltando la importancia de compartir alimentos y alegría con todos los presentes.
Doña Ilda De la Cruz López, encargada de preparar los alimentos, asegura que nadie deberá quedarse sin comer, manteniendo así una tradición que perdura desde hace más de 40 años. En las danzas y celebraciones, niños, adolescentes y jóvenes participan al ritmo de tambor y carrizo, llevando ofrendas y enrames por las calles de Terán.
La fiesta de las virgencitas de Copoya en Terán es más que una celebración religiosa, es un símbolo de identidad, orgullo y comunidad, donde la devoción se mezcla con la alegría y la tradición se mantiene viva en el corazón de cada habitante.