Cerca de 500 peregrinos, entre ellos jóvenes y señores originarios del municipio de Chiapa de Corzo, emprendieron su camino desde el 14 hasta el 21 de diciembre, donde durante esos 8 días nos relatan sus experiencias vividas y lo que pasaron para estar de vuelta a casa.
Víctor Manuel Díaz Mundo, es uno de los que acudió al corte, el lleva 33 años realizando el corte de flor, comenta que el desgaste físico es demasiado, pero lo que los mantiene de pie es la fe de llevarle la ofrenda al niño florero.
Las veredas por donde pasan son muy angostas, afirmando que no hay voladeros como mucha gente pensaba, pero las temperaturas por las noches bajan, cabe mencionar que ellos peregrinan desde la Depresión Central hasta los Altos de Chiapas, visitando las comunidades de Navenchauc, Mitzitón y Multaho.
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Las flores que cortan con Pluma, Mazorca y Nuri Rosa, así también dijo que estas flores aún se encuentran en los altos de Chiapas, pero la Nuri Rosa es más difícil. Antes era más difícil su recorrido pero gracias o lo que se ha venido trabajando con los indígenas les han otorgado.
Díaz Mundo, explicó que en el año 1988 aún le tocó hacer el trueque con los indígenas en Multaho, en ese entonces ahí no había luz, el llevaba cebollitas y washi, eso se cambiaba con ellos por monedas o café para poder pasar la noche, hoy en la actualidad ha cambiado pues en su caminar encuentras ventas de comida donde quiera, por lo que deben de llevar dinero para mitigar el hambre.
Así también Víctor Manuel nos cuenta que con exactitud no sabe porque no van mujeres al corte, pero es una tradición que por años existía, esto siendo una prueba que daba el varón al patriarca para casarse, en aquel tiempo llevaban conejos, tapir, etc.
Posteriormente el varón pedía casarse y luego de la prueba el patriarca decía si era apto o no, si pasaba la prueba escogía a una mujer de varias doncellas, pero el dijo no yo quiero a ella, la mujer era bizca, por lo que se lo negaron. Tiempo después se dieron a la fuga y tuvieron un bebé, acercándolo donde ella tenía que cuidarlo por la noche a media luz y el en el día con el sol completo.
Fue que en la laguna de Navenchauc se ahogaron los dos, colgando al niño en un árbol de mazorca, y cuando se habré la mazorca se encuentra la carita del niño, contó Víctor.
Christian Geovani es otro de los jóvenes que emprendió el viaje para traerle flor al niño, ante ello comenta que el inicio es muy difícil pero la experiencia es única, con el pasar de los días se hace cada vez más pesado, la primera noche cuando se quedan a dormir en "el rodeo" les pega el sereno y el frío, donde es muy difícil dormir.
En punto de la 4:00 am se levantan para seguir su camino a Multaho y de ahí a Mitzitón para el siguiente día levantarse a buscar la flor y cortarla, en esta ocasión comenta que por primera vez le tocó bajar cargando la flor bajo la lluvia, siendo esto más pesado su regreso.
Físicamente el dolor es bastante, terminando con ampollas en la espalda, así como calambres por la lluvia, pero dejando a un lado las inclemencias del tiempo y la dificultad, la experiencia es muy bonita y sobre todo la devoción y satisfacción de entregarle la flor a niñito, por lo que el joven Christian hace la invitación a los jóvenes que quieran unirse a vivir la experiencia el siguiente año.