El cáncer, en sus diferentes localizaciones y variantes, es un problema de salud pública a nivel mundial. De acuerdo con la OPS/OMS, se estima que hubo en el 2021, 20 millones de nuevos casos, y se atribuyeron a esta enfermedad casi 10 millones de defunciones; el pronóstico global es alarmante, ya que se espera que se duplique el total de casos nuevos para el año 2035 (GLOBOCAN), y para el año 2050, se proyecta que los nuevos casos de esta enfermedad aumenten en un 77%; lo que afectará aún más a los sistemas de salud, a las personas y a las comunidades; tan solo en Latinoamérica, dicho padecimiento, ocupa el tercer lugar como causa de muerte, siendo los más comunes el de mama, pulmón, colon, recto y próstata.
El cáncer se ha convertido en un flagelo de la sociedad, aumentando su incidencia día tras día y en su atención se ha hecho evidente el acceso diferenciado de los servicios de salud a la población, reflejando la desigualdad y la falta de capacidad que tienen las instituciones públicas para el diagnóstico y la atención oportuna, correcta y asequible, lo que empuja a las familias a un espiral de pobreza multidimensional.
La transición epidemiológica explica cómo los entornos sociales, demográficos y económicos de una población intervienen en los cambios de los patrones de salud y enfermedad; la población mexicana se encuentra en proceso de transición demográfica y epidemiológica, en donde se presentaba como principal causa de morbilidad y mortalidad las enfermedades infecciosas y una baja esperanza de vida, transitando actualmente a un incremento en la longevidad, con predominio de las enfermedades no transmisibles, siendo ahora éstas la principal causa de muerte, además presentando una incidencia simultánea en ciertos grupos y regiones del país. Bajo este panorama –asociadas fuertemente con el envejecimiento y con estilos de vida poco saludables de la población– las enfermedades cardiovasculares, la diabetes y el cáncer han ocupado ahora los primeros sitios como causas de muerte en nuestro país. Las estadísticas marcan que el 40% de casos podrían prevenirse evitando factores de riesgo clave y el 30% de estos pueden curarse si se detectan temprano y adecuadamente, a través de organizar programas de detección oportuna.
Al celebrar el Día Mundial contra el Cáncer como cada 4 de febrero, es lamentable y penoso que nuestras estadísticas en México “reporten” 1,122,249 defunciones, la tasa de mortalidad por esta causa aumentó de forma constante, pasando de 6.09 defunciones por cada 10 mil personas, a 7.06 en 2021, teniendo 46 por ciento de pacientes que fallecen por esta causa (INEGI, INCAN); un elevado número de fatalidades para un padecimiento que se puede tratar en todos sus tipos y que, en muchos casos es prevenible y curable; es por ello, que la OMS (Organización Mundial de la Salud) y la OIEA (Organismos Internacional de Energía Atómica) estiman que para 2040 más del 70% de los fallecimientos ocurrirán en naciones en transición epidemiológica como lo está presentando nuestro país.
Hay que comprender que el grado de desarrollo social y económico que presenta la población, dará paso a más cambios, los cuales influirán en los resultados, demandando nuevas necesidades en salud, educación y sociales, entre otras –específicas para cada grupo poblacional–; pero cuando el paciente no cubra estos indicadores y sobre todo, cuando esté en la incapacidad de asumir el costo de un diagnóstico o tratamiento prescrito, entrará en una espiral que lo hunda en el círculo vicioso de la pobreza farmacéutica y exclusión social, sacándolo del mercado laboral, agravando la enfermedad y la adherencia al tratamiento y viceversa, además de la nueva aparición de otras patologías que los va colocando, a ellos y a sus familias, en un nivel de pobreza extrema, sin olvidarnos además que en estos últimos años siguen haciendo frente a una triple problemática: cáncer, enfermedades infectocontagiosas y pobreza., tornándose aún más vulnerables.
Las voces de la sociedad civil y pacientes en la lucha contra el cáncer exponen una realidad conocida por muchos y callada por otros, y es que la pérdida de empleo, la incapacidad para hacer frente a los gastos corrientes o las nuevas necesidades que provoca el cáncer en la familia, son claros ejemplos de cómo vive un paciente con dicha enfermedad desde la vulnerabilidad en todos sentidos, provocando una pobreza y desigualdad, no solo agravando la situación de fragilidad y exclusión social en colectivos previamente vulnerables, sino empobreciendo a pacientes y familias que antes no estaban en esa situación, demandando aún más una ayuda a un sistema de salud público que hoy en día no está pudiendo hacer frente a esta problemática social.
Es por ello, que en RedSalud Internacional asumimos un compromiso a través de nuestro programa “VALOR”, porque creemos en un mundo sin cáncer, y continuaremos en la lucha por conseguirlo sumando esfuerzos e invitando a organizaciones de la sociedad civil e instituciones que se sumen a este programa que es una propuesta de valor; así, de manera conjunta y colaborativa seguiremos apoyando a pacientes para sus tratamientos; haciendo sostenible y permanente nuestras acciones no solo en la concientización, sino también en campañas de diagnóstico y seguimiento oportuno, correcto y asequible para cada paciente que los busque; porque nos hemos dado cuenta que trabajar juntos es importante.
Necesitamos continuar la inercia que se ha comenzado y colaborar para cambiar el curso de la historia para las generaciones futuras; de poco sirve la detección, si una vez diagnosticado el paciente, no se encuentra respuesta a la pregunta ¿y ahora qué?, ¿qué es lo que sigue?… porque cuando hablamos de una población sumergida en pobreza farmacéutica y exclusión sanitaria, el cáncer si es una sentencia de muerte –porque aunque la innovación médica ya ha realizado un progreso importante contra el cáncer, y en la actualidad, el índice de supervivencia relativa de 5 años para todos los cánceres ha llegado al 68%, desde el 49% de los años 70, y aunque se espera que a lo largo de la siguiente década, la cantidad de personas que hayan sobrevivido a cinco o más años tras un diagnóstico de cáncer, sigue aumentando; la realidad es que para la supervivencia se requiere acceso a servicios sanitarios correctos, oportunos y accesibles –el tratamiento del cáncer puede ser eficaz, especialmente cuando se detecta a tiempo y por lo general, implica cirugía con o sin radiación y medicamentos; la efectividad del tratamiento depende de someterse al curso completo del tratamiento–.
En la actualidad en México, estamos viendo a personas que reciben un tratamiento esporádico o nulo y que viven año tras año con una enfermedad avanzada, con cánceres que se han extendido y a pesar de los avances, los casos y las muertes siguen aumentado a nivel global.
Ante lo anterior, RedSalud Internacional seguirá asignado Farmacias Rosas en México para que con sus utilidades puedan hacer frente al pago de las necesidades que presentan estos pacientes. Por ello, invitamos a todas las organizaciones que atienden pacientes con cáncer, que ayuden a fortalecer nuestro trabajo social, que nos permita llegar a cada rincón de México con todos nuestros recursos para contribuir al bienestar de las personas a través de la promoción y atención a su salud y la educación. Tanto si perteneces a una organización civil, institución, escuela, empresa o de manera personal, si estas interesado en colaborar no dudes en contactarnos al correo afilia-t@rsalud.com.mx o al Whatsapp 2222388473.
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