/ lunes 30 de enero de 2023

Paradigmas | Tapachula, ¿anarquía urbana?

De acuerdo al documento Índice Básico de las Ciudades Prósperas (IBCP), publicado por ONU-Habitat en 2018, la prosperidad de una ciudad no es un accidente, resulta necesario información confiable y actualizada que incida intensa y efectivamente en el desarrollo de políticas públicas con visión de largo plazo; sin embargo, a pesar de la relevancia que tienen los centros urbanos, dos de cada tres ciudades en el mundo no cuentan con los instrumentos y mecanismos para definir su desarrollo, y avanzan a capricho de personas, firmas, capitales e intereses, donde muchas veces lo que menos se atiende es el interés y bienestar de la población.

Tapachula, segunda ciudad de importancia del Estado y la principal ciudad fronteriza del sur de México, presenta un índice de ciudades prósperas (ICP) moderadamente débil (56.9), sólo por arriba de índices débil y muy débil, pero por debajo de índices moderadamente sólidos, sólidos y muy sólidos. De acuerdo al análisis de ONU-Habitat, se requiere priorizar políticas públicas que atiendan las siguientes dimensiones: a) gobernanza y legislación urbana (la capacidad de dirigir y guiar el modelo de crecimiento urbano es relativamente bajo) y, b) calidad de vida (el valor promedio de los indicadores de servicios sociales como la salud, la educación, la seguridad y protección y la recreación, es bajo); además, los factores más débiles para la prosperidad urbana de Tapachula son: 1) producto urbano per cápita (a pesar de que el municipio cuenta con gran cantidad y diversidad de actividades económicas, éstas podrían estar generando un valor productivo muy bajo, o ser de carácter informal), 2) densidad poblacional (la densidad poblacional del municipio se aleja de los estándares globales de crecimiento de alta densidad (15,000 personas/km2 o 150 personas/ha), 3) superficie insuficiente de áreas verdes per cápita con respecto a la óptima interncional (15 m2/hab), lo que puede poner en riesgo la sostenibilidad urbana, reducir la capacidad para capturar emisiones contaminantes del aire y contar con entornos urbanos de mala calidad, 4) coeficiente de Gini muy bajo y tiende a la inequidad, lo que resulta peligroso, ya que existen evidencias claras que indican que la inequidad en los ingresos está relacionada con altas tasas de criminalidad, infelicidad y bajas tasas de crecimiento demográfico (Glaeser et al., 2008). Si bien existen indicadores que están en mejor condición, los antes descritos brevemente, muestran claras y contundentes debilidades en el estado de desarrollo urbano de Tapachula.

Pero la pregunta clave entonces es ¿Tapachula vive una situación de anarquía urbana? Primeramente, definamos lo que es anarquía, de acuerdo al diccionario de la lengua española se define como ausencia del poder público, en el sentido estricto entonces en Tapachula no hay anarquía, pues existe una autoridad municipal que regula (o debería regular) la convivencia y desarrollo urbano; sin embargo, para quienes nacimos y/o vivimos en esta ciudad es contundente que existen diversas áreas del desarrollo urbano que distan demasiado de lo que puede considerarse actuación efectiva y eficiente del ejercicio del poder municipal, señalemos sólo algunos: a) comercio, si bien existen numeroso comercios que cumplen con todos los requisitos y condiciones propios del comercio ordenado, existen numerosos ejemplos de invasiones de banquetas y calles, lo que pone en riesgo a los peatones al tener que caminar sobre la calle, ruido excesivo para llamar la atención del comprador, y venta de productos peligrosos (pirotecnia) o de venta regulada como medicamentos; b) transporte público, para todos es claro como el transporte público, en muchos casos, resulta un riesgo alto para los usuarios, desde manejar a exceso de velocidad, manejo imprudente y peligroso, número de pasajeros excesivo por unidad y unidades en condiciones cuestionables; c) transporte foráneo, con el descontrolado flujo de extranjeros, el número de empresas que venden su servicio de traslado al centro y norte del país se ha incrementado significativamente, desafortunadamente estos se han ubicado en sitios no propios para el servicio que prestan, generando aglomeraciones e invasiones del espacio público; d) bares y cantinas, mucho se ha hablado al respecto, por lo que sólo comentaré que el número y funcionamiento de estos en nada contribuye al orden urbano, es más, incrementa el desorden, delincuencia y caos urbano.

Existen muchos otros indicadores, que por falta de espacio ya no abordaré, pero si me atrevo a dar una conclusión preliminar, si bien Tapachula no parece estar en una situación de anarquía urbana, al menos si vive un contundente y claro caos urbano.


De acuerdo al documento Índice Básico de las Ciudades Prósperas (IBCP), publicado por ONU-Habitat en 2018, la prosperidad de una ciudad no es un accidente, resulta necesario información confiable y actualizada que incida intensa y efectivamente en el desarrollo de políticas públicas con visión de largo plazo; sin embargo, a pesar de la relevancia que tienen los centros urbanos, dos de cada tres ciudades en el mundo no cuentan con los instrumentos y mecanismos para definir su desarrollo, y avanzan a capricho de personas, firmas, capitales e intereses, donde muchas veces lo que menos se atiende es el interés y bienestar de la población.

Tapachula, segunda ciudad de importancia del Estado y la principal ciudad fronteriza del sur de México, presenta un índice de ciudades prósperas (ICP) moderadamente débil (56.9), sólo por arriba de índices débil y muy débil, pero por debajo de índices moderadamente sólidos, sólidos y muy sólidos. De acuerdo al análisis de ONU-Habitat, se requiere priorizar políticas públicas que atiendan las siguientes dimensiones: a) gobernanza y legislación urbana (la capacidad de dirigir y guiar el modelo de crecimiento urbano es relativamente bajo) y, b) calidad de vida (el valor promedio de los indicadores de servicios sociales como la salud, la educación, la seguridad y protección y la recreación, es bajo); además, los factores más débiles para la prosperidad urbana de Tapachula son: 1) producto urbano per cápita (a pesar de que el municipio cuenta con gran cantidad y diversidad de actividades económicas, éstas podrían estar generando un valor productivo muy bajo, o ser de carácter informal), 2) densidad poblacional (la densidad poblacional del municipio se aleja de los estándares globales de crecimiento de alta densidad (15,000 personas/km2 o 150 personas/ha), 3) superficie insuficiente de áreas verdes per cápita con respecto a la óptima interncional (15 m2/hab), lo que puede poner en riesgo la sostenibilidad urbana, reducir la capacidad para capturar emisiones contaminantes del aire y contar con entornos urbanos de mala calidad, 4) coeficiente de Gini muy bajo y tiende a la inequidad, lo que resulta peligroso, ya que existen evidencias claras que indican que la inequidad en los ingresos está relacionada con altas tasas de criminalidad, infelicidad y bajas tasas de crecimiento demográfico (Glaeser et al., 2008). Si bien existen indicadores que están en mejor condición, los antes descritos brevemente, muestran claras y contundentes debilidades en el estado de desarrollo urbano de Tapachula.

Pero la pregunta clave entonces es ¿Tapachula vive una situación de anarquía urbana? Primeramente, definamos lo que es anarquía, de acuerdo al diccionario de la lengua española se define como ausencia del poder público, en el sentido estricto entonces en Tapachula no hay anarquía, pues existe una autoridad municipal que regula (o debería regular) la convivencia y desarrollo urbano; sin embargo, para quienes nacimos y/o vivimos en esta ciudad es contundente que existen diversas áreas del desarrollo urbano que distan demasiado de lo que puede considerarse actuación efectiva y eficiente del ejercicio del poder municipal, señalemos sólo algunos: a) comercio, si bien existen numeroso comercios que cumplen con todos los requisitos y condiciones propios del comercio ordenado, existen numerosos ejemplos de invasiones de banquetas y calles, lo que pone en riesgo a los peatones al tener que caminar sobre la calle, ruido excesivo para llamar la atención del comprador, y venta de productos peligrosos (pirotecnia) o de venta regulada como medicamentos; b) transporte público, para todos es claro como el transporte público, en muchos casos, resulta un riesgo alto para los usuarios, desde manejar a exceso de velocidad, manejo imprudente y peligroso, número de pasajeros excesivo por unidad y unidades en condiciones cuestionables; c) transporte foráneo, con el descontrolado flujo de extranjeros, el número de empresas que venden su servicio de traslado al centro y norte del país se ha incrementado significativamente, desafortunadamente estos se han ubicado en sitios no propios para el servicio que prestan, generando aglomeraciones e invasiones del espacio público; d) bares y cantinas, mucho se ha hablado al respecto, por lo que sólo comentaré que el número y funcionamiento de estos en nada contribuye al orden urbano, es más, incrementa el desorden, delincuencia y caos urbano.

Existen muchos otros indicadores, que por falta de espacio ya no abordaré, pero si me atrevo a dar una conclusión preliminar, si bien Tapachula no parece estar en una situación de anarquía urbana, al menos si vive un contundente y claro caos urbano.